14 de noviembre del 2007
Desde hace varios años, los libros de texto que he escrito para el ciclo diversificado vienen circulando con éxito entre el estudiantado guatemalteco (*). Estos libros me han servido para relacionarme con un sector de lectores que no ha sido el habitual desde que empecé a escribir. Son jóvenes para quienes las disciplinas sociales y humanísticas suelen presentar incógnitas que trato de despejar. La interacción que he establecido con los estudiantes y con los maestros que imparten estas disciplinas en diversos planteles educativos, me ha hecho conocer de cerca las carencias de la educación en mi país y las dificultades del proceso de enseñanza-aprendizaje en estos campos del conocimiento.
En numerosos encuentros con maestros y estudiantes, he discutido cuestiones que aparentan ser sencillas pero cuya clarificación resulta fundamental para un rendimiento escolar comprensivo. Por ejemplo, para qué sirve la filosofía o a qué se debe que la literatura se siga estudiando en todo el mundo si cada vez es menor el número de lectores; también, cómo se construye y se vive una ética y una moral personales sin por fuerza someterse a los mandatos de una persona o grupo, o por qué resulta básico conocer la historia del propio país y de qué manera esta historia puede leerse en su arte y su literatura.
Las mediaciones pedagógicas han sido revisadas y sustituidas en las nuevas ediciones de estos libros, adecuándolas a las necesidades concretas que he podido observar en las aulas durante la interacción entre maestros y estudiantes. Se trata de un esfuerzo por subir al estudiante a instancias de conocimiento que le propicien una actividad creativa de su parte, para evitar que sea presa de la pasividad y que los conocimientos le sean depositados en la mente de manera yuxtapuesta, inconexa y memorística, mediante la "tiranía de la pregunta", que consiste en reducir las mediaciones pedagógicas a un interrogatorio intimidante que desincentiva la fluida interacción en el aula.
Todos mis libros de texto han sido publicados por Editorial Consucultura, y es esta editorial la única autorizada para surtirlos a los planteles educativos o empresas distribuidoras. Digo esto porque hay personas que imprimen y venden mis libros de manera ilegal, haciéndose pasar por agentes de Consucultura. La única persona autorizada para ese efecto por esta editorial es la señora Andrea Ruiz (2230-6866 y 2232-7997), quien puede indicar con qué distribuidoras trabaja Consucultura.
Hoy, a las 3 de la tarde, en la Librería Artes y Leyendas (5 calle 3-36 zona 1), estaré presentando al público estos libros de texto para estudiantes de últimos años de secundaria y primeros de universidad. Quedan todos invitados. Será un gusto charlar acerca de nuestros candentes problemas educativos.