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26 de diciembre del 2007

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Alterglobalización
Perú

Inflación y malestar en la Lima metropolitana (2006-07)


Jürgen Schuldt
La Insignia. Perú, diciembre del 2007.

 

Como es obvio, existe alguna relación entre el aumento de precios y la situación económica familiar percibida por cada uno los cinco estratos socioeconómicos en Lima-Callao (desde el 'A', que es el más alto, hasta el 'E', que es el más bajo). La cuestión, por tanto, sería más bien qué forma adopta esa relación, a quién afecta más la inflación y qué importancia relativa ejerce para influir en el malestar de la población. Para aproximarnos a una respuesta, realizaremos un ejercicio en el que compararemos los datos de noviembre de este año respecto al mismo mes del año pasado, tanto en lo que se refiere al aumento de precios como al del estado de bienestar subjetivo de la población.

Para las cifras de inflación, sencillamente compararemos el IPC de Lima entre los dos meses (el promedio fue de 3,49%), desglosando los aumentos de precios anuales de las ocho categorías principales de que está compuesto. Esos porcentajes serán multiplicados por el porcentaje de gasto que las familias de cada estrato realizan en esos rubros, según la ENAHO. Con ello obtenemos una aproximación burda a la 'inflación por estrato', porque una medición más precisa requeriría tomar en cuenta (ponderándolas) la miríada de componentes de las erogaciones familiares.

Para determinar el 'malestar relativo' utilizaremos las respuestas que Ipsos-Apoyo ha obtenido, después de plantear a los ciudadanos capitalinos (en noviembre) la siguiente pregunta: "¿Cómo está su situación económica familiar con respecto a hace 12 meses?". A tal efecto, consideraremos que el porcentaje de malestar por estrato es la suma de los que señalan que están 'poco peor' o 'mucho peor' (el promedio para Lima es 33%).

La tabla que adjuntamos al final presenta el detalle de los datos de base y los cálculos para llegar a los resultados que buscamos. Y el gráfico representa la relación existente entre el 'malestar por estrato' (a noviembre 2007) y la 'inflación por estrato' (entre noviembre del año pasado y el mismo mes del presente).

Observamos en ellos, con buen grado de precisión, lo que todos sabemos: que la inflación afecta de forma distinta a cada estrato y que impacta más en los estratos socioeconómicos bajos que en los altos, especialmente cuando los aumentos de precios del rubro de 'alimentos y bebidas' son los que más alzas han mostrado. Recuerde que el estrato 'A' gasta un 23% en alimentos, mientras que el 'E' eroga 51% para ello. Comparando extremos, nótese que la inflación anual para el estrato 'A' fue de 2,6%, mientras que el 'E' sufrió una del 3,6%, un punto porcentual más que aquel. Esta diferencia, que parece leve, resulta siendo enorme si tenemos en cuenta los bajos ingresos de los estratos bajos y, más aún, si ellos se encuentran estancados desde hace varios años.

Asimismo es evidente que las tasas de inflación afectan la "satisfacción subjetiva relativa" del nivel de vida de cada estamento socioeconómico. El gráfico es más que claro en este sentido: a mayor inflación, mayor descontento; aunque no sabemos cuánto influye dicha variable (porcentual o absolutamente) sobre la 'situación económica familiar' autopercibida.

Estas son cuestiones que tendrán cada vez más relevancia en el país: a medida que la tremenda expansión de la demanda agregada interna copa la capacidad productiva instalada, se observa una clara tendencia a la aceleración de la inflación. No nos sorprendería que a partir del próximo año el Gobierno inicie una política de ajuste, que por lo demás será tanto más drástica cuanto más nos afecte la recesión de EEUU.


 

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