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4 de diciembre del 2007

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Cultura

Diplomacia sudaca


Margarita García (*)
Publicado en La Insignia por cortesía de Sudaquia. Argentina, noviembre del 2007.

 

Me había sumado a la huelga de guionistas en Hollywood, por eso no estaba. Mi apellido yanqui y yo nos solidarizamos con una causa que sentimos nos incluía: injustos contratos millonarios. Pero no se creyeron que Sudaquia era una serie, aunque encontraron temporadas y actores y directores de cine y hasta un cajoncito con el nombre "las series de Sudaquia"; pero igual nos echaron de la huelga y tuvimos que apurar el champán y atragantarnos con las gambas y volver a la gran patria, donde sí pasan peliculones y no hace falta que los escriba nadie. ¡Acá pasó de todo!, me dijo mi madre cuando llamé por teléfono y se largó con esas escenas que yo, a la distancia, juzgué inverosímiles, y que después el diario reprodujo matizadas, lógico, porque mi madre nunca conoció el verbo matizar. Pero últimamente casi le creo cuando me dice, por ejemplo, que la película Uribe/Chávez transcurre en que uno cachetea al otro mientras le canta al oído ¡zopenco, zopenco!, hasta que el otro se pone de rodillas, grita perdón y se desnuda (¿?), dice ella, y viceversa (¿?), dice también. Y que el baile del rey ya salió de la cartelera. Ya veo, le dije, qué guionistas ni qué gambas: acá puro cine hot.

Eso de que los presidentes se peleen es pan de cada día, pero hay peleas más visibles que otras por una cuestión de estilo. No es lo mismo Hugo Rafael gritando en la tele ¡Uribe, te va a crecer la nariz por mentiroso!, que la pelea silenciosa Kirchner/Tabaré porque, sabés qué, che, me parece que en Gualeguaychú hay un olorcito raro. Pero más raro viene siendo para el resto que, como hijos espectadores de padres a punto de irse al mismísimo carajo, movemos los ojitos de un lado a otro sin saber mucho qué hacer. Porque qué hace uno cuando el abucheo no surte efecto: sentarse en un buen sillón y atragantarse con pochoclo, crispetas o cotufas, según la ocasión. De todas formas la regla casi general es que uno defienda a su país, mi madre dice que Chávez es un desquiciado, pero su vecina de Maracaibo, la señora Coromoto, dice que Uribe es un vendido. Y así se tiran dardos cada tarde cuando salen de su grupo de oración mariano.

Hay gente que sigue los conflictos diplomáticos tanto como la novela de las ocho; lo que pasa es que en algunos conflictos diplomáticos se puede perder más que un par de neuronas. En este caso, si Uribe se divorciara del señor Hugo Rafael Petróleo, es fácil adivinar quién pierde más; en el caso papeleras, si K se divorcia de T, se cierra casi toda vía posible para solucionar una situación que por ahora sólo le habrá convenido a Glade. Así que le digo eso a mi madre, que no están buenos los divorcios entre países vecinos, que es pura pérdida. Y ella dice sísí -muy solemne-, pero qué placer me da fantasear con sacarnos eso de encima. Le pregunto que "eso" qué viene siendo; ella dice que "eso" es Hugo Rafael, obvio... Pero yo sé que está pensando en la señora Coromoto y su acento maracucho, y en su boina verde loro y su rosario rojo en mano.


(*) Margarita García (Colombia) es periodista y dirige la bitácora Sudaquia.