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13 de agosto del 2007

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Cultura

No quedan asientos (II)


Groucho Marx
This Week (EEUU), 17 de noviembre de 1946.

Transcripción para La Insignia: J.G.

 

Ahora bien, si usted tiene la suerte de vivir fuera de California y no logra dar con una piscina, puede seguir el ejemplo del tipo aquel que vive en un aljibe. Indispensable: un par de botas de pescador y una buena provisión de zanahorias (para fortalecerle la vista y que pueda leer en la oscuridad). Mi amigo me asegura que no tiene problemas de transporte para ir a trabajar; coge el cubo de las ocho de la mañana y regresa a casa en el de las seis menos cuarto. Según él, la pega es que los vecinos se dejan caer a todas horas.

Si la cobardía no es uno de sus defectos, quizá pueda resolver su problema de vivienda y ocupar una casa embrujada. Los barrios pobres de nuestro país están plagados de excelentes casas embrujadas en las que nadie se atreve a entrar. Una pareja joven y sin hogar propio no dudará un segundo en irse a vivir con los padres de la chica, pero si se les sugiere una casa embrujada (opción mucho más segura en mi opinión), se ponen pálidos y farfullan excusas increíbles.

Si usted es miedoso, le recomiendo vivir en un árbol. Un árbol es un sitio adecuado a menos que usted sufra de sonambulismo. Además, desde la copa disfrutará de una vista maravillosa de los alrededores. Le sugeriría un árbol que dé frutos; a ser posible, un nogal. Las nueces contienen innumerables vitaminas y, además, después podrá utilizar las cáscaras como cenicero.

A estas alturas ya se habrá convencido de que la escasez de vivienda tiene solución. El principal problema es que nos hemos vuelto muy blandos e indulgentes con nosotros mismos; pensamos de manera equivocada y seguimos creyendo que un hombre sólo puede ser feliz en una casa.

¡Qué ridiculez! En las zonas rurales, los gallineros se están poniendo de moda. Los más elegantes vienen equipados con estufas de parafina, luces que funcionan veinticuatro horas al día y comederos. Y si usted colgara allí unos cuantos bordados de punto de cruz, le daría todavía más calor de hogar. Para evitar sospechas, le recomiendo quye comience a cacarear al amanecer, pero si el granjero es uno de esos tipos de gatillo fácil a los que les encanta ir por ahí disparando a todo lo que se mueva, será mejor que utilice toda su astucia y se comporte como un zorro. Preste atención a sus pasos, y si cree que el granjero se está acercando al gallinero, deje lo que esté haciendo, siéntese sobre un par de huevos y no se mueva hasta que se haya ido.

Hay innumerables sustitutos para las casas: los cobertizos prefabricados, los caños del desagüe, los sacos de dormir e incluso algunas casas de muñecas bastante grandes que he visto por ahí. Recuerdo una terrible experiencia en una de ellas: el padre de la muñeca me persiguió hasta la calle con un bate de béisbol.

Otras muchas personas viven en la platea alta de los cines. Las butacas son ideales para dormir y también lo son la mayoría de las películas. En el vestíbulo, usted se podrá proveer de palomitas, pastillas de menta, chocolatinas y cacahuetes. Y en los servicios encontrará agua fría, tazones y poesía.

En conclusión: "¡Arriba esos ánimos, Norteamérica! Recuerden que somos una nación industrial, y una casa no es más que lo que hacemos de ella".

Si tuviera tiempo, les podría enseñar muchas otras maneras de resolver el problema de la vivienda, pero tengo que salir a buscar una habitación amueblada. El gran danés en cuya caseta he estado viviendo hasta ahora, regresa hoy de Florida; así que me iré. Como siempre he dicho, ninguna casa es lo suficientemente grande para dos familias.

 

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