7 de agosto del 2007
Música
Una bocanada de aire fresco
Paul Medrano
La Insignia. México, agosto del 2007.
A Cindy, por llegar y volar conmigo
Hay momentos en la vida que nos prodigan un poco de felicidad, como un trago de coca cola, una siesta bajo un árbol, hacer un poco de ejercicio al aire libre, una buena cogida o meter los pies en la arena. Son esos pequeños instantes los que iluminan nuestras vidas saturadas de vibras negativas: trabajo, envidias, malos gobiernos, inseguridad, infidelidades, salarios bajos y alcoholes chafas.
En ocasiones, cierta música llega en el momento adecuado para levantarnos el ánimo cuando todo parece indicar que nuestro día se iría al cesto de la basura. Eso puede suceder si escuchan Sticking fingers into sockets de un grupo británico llamado Los Campesinos.
Integrado por siete jóvenes oriundos de Cardiff (Gales), esta agrupación se suma a la nueva oleada de bandas que no necesitaron de una disquera o una campaña publicitaria para ganar adeptos. Tampoco tuvieron que rogarle a altos ejecutivos para que sacaran su video en la televisión, ni mucho menos tuvieron que enrolarse en alguna campaña ecológica para que salieran en radio. No necesitaron de nada de eso porque aprovecharon un medio con más penetración, más fácil de usar y que no cuesta mucho: Internet.
La banda se formo en 2005 en la Universidad de Cardiff, donde aún estudian Aleksandra, Ellen, Gareth, Harriet, Neil, Ollie y Tom, y empezaron a darse a conocer en el verano de 2006 gracias a sus conciertos, a los blogs de los integrantes y a su muy visitado myspace. El fenómeno del grupo se convirtió en un secreto a voces en el ciberespacio, que la disquera Wichita (en Europa) y Arts & Crafts (en Canadá y EEUU) se pusieron en contacto con la banda para publicar su epé de debut. Los Campesinos han sido comparados con Architechture In Helsinki, Talulah Gosh, The Shins, The Unicorns y Tilly And The Wall, entre otros, por su actitud de pubertos salvajes y una peculiar alegría que se contagia gracias a su pop festivo; ahora el grupo tiene una apretadísima agenda de conciertos por todo el planeta.
En sólo seis canciones de este epé se ventila lo que podría ser uno de los mejores discos de eso que muchos llaman indie que se haya editado en lo que va del año. El joven grupo británico muestra profundidad, intensidad y frescura a partes iguales. Desde el primer tema dejan en claro que lo suyo es un indie rock sin defectos, sólido y con letras divertidas. Quizá, su mayor atributo sea la facilidad con la que parecen mezclar ritmo, diversión y frescura. Habrá que esperar su primer larga duración, pero mientras tanto, hará mover la patita hasta a los más amargados.
A pesar de que son británicos, poco tienen que ver con la infinidad de bandas que se forman cada fin de semana en el viejo mundo. Lo de estos chicos y chicas va más con nombres ya consagrados dorados del indie rock como Pavement, Yo La Tengo o Deerhoof.
Los Campesinos son quizá, una nueva bocanada que pertenece a ese movimiento musical que nació con la Internet y que generalmente puede despertarnos desconfianza, porque la mayoría de la información y música de sus principales influencias las consiguieron por la red de redes. Casi todos los cortes del epé pueden escucharse en su MySpace, de modo que estructural y culturalmente, no se diferencian en nada a los millones de grupos que cuelgan sus demos y demos en cuanto espacio virtual pueden. Es ese embotamiento de ?nuevas? propuestas que suenan exactamente iguales lo que nos hace dudar de muchos de los demos que se proporcionan por la red.
Sin embargo, alguna música no debería disfrutarse sentado frente a un monitor, como la de Los Campesinos, quienes se llevarán cualquier nube de amargura que pretenda oscurecer nuestros ya de por sí grises días en estos tiempos de represión, pobreza y cuentos chinos. Más divertidos que un domingo televisivo, más barato que una bolsa de papas fritas y más frescos que un comercial de Halls, así son Los Campesinos.