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6 de agosto del 2007

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Cultura

Karl Kraus

¿Qué buscamos en Albania?


Karl Kraus (1874-1936)
De «Los últimos días de la humanidad»*
(Die letzten Tage der Menschheit. Austria, 1922).

Transcripción para La Insignia: J.G.

 

Karl Kraus

Escena cuadragésimosegunda

El optimista y el criticón

El optimista: La archisabida pregunta: ¿Qué buscamos en Albania?
El criticón: ...se la puedo contestar yo. La malaria.
El optimista: ¿Cree que no se puede coger otra cosa en Albania?
El criticón: Claro que sí, la fiebre tifoidea.
El optimista: Pero si aquello de ahí abajo es...
El criticón: ... espantoso.
El optimista: Albania nos servía sobre todo de...
El criticón: ... colonia penitenciaria. ¡A Albania con ellos! era un agravamiento del honor de morir por la patria.
El optimista: Una cosa tenemos asegurada cuando vamos a Albania...
El criticón: ... la muerte.
El optimista: Entre nuestras tropas en Albania reinaba, y eso lo garantiza el nombre de Pflanzer-Baltin...
El criticón: ... la muerte en masa.
El optimista: Como es de todos sabido, teníamos enormes intereses políticos en Albania y además...
El criticón: ... barracones llenos de chinches.
El optimista: Pero dicen que nuestros oficiales estaban muy bien alojados en Escútari y eran muy conocidos...
El criticón: ... en los burdeles.
El optimista: Respecto a las condiciones sanitarias en Albania, que usted describe con tan sombríos colores, he oído decir que de eso nada, que los hospitales militares estaban vacíos.
El criticón: Porque a los enfermos de malaria los dejaban morir sin tratamiento médico.
El optimista: Pero el oficial médico responsable de las tropas acantonadas en Albania se opuso en cambio...
El criticón: ... a que los enfermos fueran evacuados en verano.
El optimista: Se había hecho famoso porque a los soldados sanos...
El criticón: ... los mandaba fusilar sin juicio alguno cuando robaban conservas.
El optimista: De todas formas, se mandó...
El criticón: ... construir un cine de campaña para los oficiales.
El optimista: La evacuación de los enfermos mencionada por usted se llevó a cabo, sólo que...
El criticón: ... durante la huida.
El optimista: Durante la retirada estratégica, querrá decir. En cuanto a los medios de transporte empleados en la operación, era sin duda difícil ignorar las enormes masas de enfermos...
El criticón: ... hasta entonces inexistentes.
El optimista: Pero ya que los escasos buques-hospital no bastaban para efectuar la evacuación, se ayudaron con automóviles...
El criticón: ... para transportar el equipaje de los oficiales.
El optimista: ¿A qué se refiere usted?
El criticón: A los muebles robados.
El optimista: ¡Vaya! Las tropas enfermas, sin embargo...
El criticón: ... tuvieron que marchar por el lodo y el fango.
El optimista: Pero les estaba permitido...
El criticón: ...quedarse tumbados al borde del camino para encontrar un reposo más duradero.
El optimista: Eso sólo secedía en casos excepcionales, sin que...
El criticón: ... les precediera el cumpleaños del emperador o el aniversario de la subida al trono. Porque el repliegue de un ejército austríaco, sobre todo aquel horror albanés de miles de muertes en medio del hambre y el lodo, normalmente suele estar relacionado con alguna efemérides dinástica; como si ella misma no fuera un horror.
El optimista: ¿Y eso?
El criticón: La necesidad de los generales austríacos de depositar a los pies de Su Majestad, además de su propia estupidez asesina, una ciudad de la que debían largarse al día siguiente, ha imperado por esos pagos desde la ocupación de Belgrado.
El optimista: Parece usted desconocer que tales ocasiones sirven a la vez de acicate y recompensa para el coraje de quienes combaten en el frente. Aunque luego, en el desarrollo ulterior de ese acontecimiento, marcado en rojo en el calendario de la patria, hayan faltado medios de transporte, puestos de avituallamiento, víveres y alojamiento... La guerra es la guerra... y no podemos negar...
El criticón: ... que el convoy personal del comandante del ejército estaba compuesto por veinticinco vagones a cargo de un capitán.
El optimista: ¿Y cómo se ha sabido eso?
El criticón: Por el diario de un médico que no pudo conseguir enfermos para su hospital en Albania, aunque no había un solo hombre sano.
El optimista: Tampoco pudo haber sido tan horroroso si él mismo consiguió salvarse. ¿Cómo regresó entonces?
El criticón: Con fiebre, en un camión, sobre una caja que contenía el piano de la cantina de oficiales, robado en...
El optimista: De acuerdo, aunque me duela admitir que la pregunta ¿Qué buscamos en Albania? ya ha sido contestada por los hechos, y de modo bastante desfavorable, y pese a que indudablemente tenemos grandes intereses políticos en Albania, tampoco debe usted olvidar que al oficial del Estado Mayor sólo le quedó...
El criticón: ¡Su piano!

(Cambia la escena).

 

(*) Tusquets Editores. España, 1991. Traducción de Adan Kovacsics, con la colaboración de Juan José del Solar y el asesoramiento de Feliu Formosa.

 

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