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La insignia
22 de septiembre del 2005


España, 1936-1939

__Especial__
España, 1936-1939
La huida del Gobierno


Manuel Tagüeña Lacorte
Fragmento de Testimonio de dos guerras.



Lister arenga a las tropas.

(…) No había más salida para evitar la derrota que tratar de conseguir un poder fuerte y centralizado que dirigiera la guerra. El 4 de septiembre se formó un nuevo gobierno de Frente Popular con socialistas, republicanos y dos comunistas, bajo la presidencia de Largo Caballero. Toda su fama de hombre de acción, adquirida desde 1934 en el ala izquierda del Partido Socialista, despertaba grandes esperanzas. Pero antes, el nuevo gobierno debía recuperar la autoridad perdida. Los principales inconvenientes para ello, además de la división dentro de los socialistas, era la actitud intransigente que mantenían la FAI, la CNT y el pequeño pero combativo grupo del POUM, que consideraban como tarea principal el extender y dar cima a la revolución social iniciada y no tenían el menor interés en reforzar un poder estatal que se proponían eliminar. Era en Cataluña, la zona industrial más fuerte de la retaguardia republicana, donde la desorganización llegaba al máximo, ya que anarquistas y poumistas no obedecían al gobierno de la Generalidad, integrado por "burgueses" catalanes.

(…) La situación en el valle del Tajo se hizo crítica: el 23 de agosto cayó Navalmoral de la Mata, el 31 Oropesa y el 14 de septiembre el enemigo entró en Talavera de la Reina, organizado ya como Ejército del Tajo para la ofensiva hacia Toledo y Madrid. Eran unos 40.000 hombres de tropas disciplinadas y aguerridas, la mayoría tabores de Regulares y banderas del Tercio, bien dotadas de armamento y reforzadas con caballería, artillería y aviación. Frente a estas fuerzas poco podían hacer las milicias incipientes e inexpertas, mal encuadradas y con mandos improvisados. Sufrimos grandes pérdidas en hombres y en material, pero unidades reorganizadas o procedentes de otros sectores restablecían el frente todos los días, aunque a las pocas horas se dispersaban de nuevo (…). Tampoco eran agradables las noticias que llegaban del frente del norte. El 3 de septiembre, unidades formadas en gran parte por requetés carlistas se apoderaron de Irún y de la frontera con Francia. Allí, las autoridades francesas confiscaron los vagones de municiones que necesitaban los defensores de la ciudad y que habían sido enviados desde Barcelona. Diez días después se perdía San Sebastián y toda la provincia de Guipúzcoa.

La Junta de Defensa de Madrid.

(…) Cada vez llegaban peores noticias de Extremadura. Desde Talavera de la Reina comenzó el 16 de septiembre la ofensiva del enemigo por el valle del Tajo, apoyada en el aire por aviones alemanes e italianos. Por otra parte, sabíamos que se estaban preparando en nuestra retaguardia tanques rusos porque varios chóferes de nuestro batallón marcharon a incorporarse a las nuevas unidades blindadas. Aunque la Marina de Guerra había permanecido fiel en gran parte a la República, había tan pocos oficiales capacitados después de la sangrienta represión desencadenada por la marinería que los barcos permanecían casi inactivos, y no fueron capaces de impedir el paso de los transportes de tropas africanas. En los demás frentes había combates más o menos intensos, pero de tipo local, estableciéndose una especie de guerra de posiciones. En Toledo seguían nuestros ataques desordenados e ineficaces al Alcázar, cuya guarnición no se rendía. El 24 de septiembre el enemigo ocupó Maqueda y se desvió hacia Toledo, que ocupó seis días después, liberando a la guarnición sitiada del Alcázar y manchando su triunfo con la matanza de los heridos republicanos que estaban en hospitales de sangre y no habían sido evacuados.

El 29 de septiembre, el general Franco fue nombrado en Salamanca, por una junta de generales rebeldes, jefe del Estado, Generalísimo de Tierra, Mar y Aire y General Jefe de los Ejércitos de Operaciones. El mismo día, Largo Caballero dio al fin la orden de iniciar la militarización de las milicias republicanas con un plazo hasta el 10 de octubre en el centro y el 20 de octubre en los demás frentes (…). El 6 de octubre fue promulgado el Estatuto Vasco, que daba forma legal al gobierno de Euskadi, dirigido por nacionalistas católicos, que siempre mantuvo en su territorio un orden y una organización muy superior a la del resto de nuestra zona, pero que batallaba estrictamente por sus propios fines. Los otros partidos y organizaciones de izquierda jugaron allí sólo un papel secundario.

El Ejército del Tajo, después de una pausa de dieciocho días, comenzó el 15 de octubre la ofensiva sobre Madrid desde Toledo y desde Maqueda por la carretera de Extremadura. Tres días después ocuparon Illescas, rechazando nuestros contraataques, y el 22 perdimos Navalcarnero (…)

El 31 de octubre pedí permiso y marché a Madrid para casarme. Carmen Praga aceptó, aunque no tenía noticia previa de mi decisión. Toda la mañana anduve buscando los documentos necesarios, y por fin al mediodía los tenía reunidos; fui a buscar al juez a su casa y, a pesar de que la aviación enemiga estaba bombardeando, conseguí que fuera al juzgado a realizar la ceremonia. Los testigos los fue a buscar mi suegro al Círculo Socialista del Oeste, que estaba por allí cerca. A las pocas horas, estaba otra vez en la Sierra.

El general Miaja.

(…) El 6 de noviembre, preocupado, conseguí hablar por teléfono con Melchor, que me expuso lo desesperado de la situación de Madrid. El enemigo había rebasado los últimos días Quijorna, Brunete, Sevilla la Nueva, Villaviciosa de Odón, Móstoles, Pinto y Valdemoro. Estaba ya en Retamares, Cuatro Vientos, Carabanchel Alto, Leganés, Alcorcón, Getafe y Villaverde. Nuestros milicianos abrían trincheras en la Casa de Campo y levantaban barricadas en Carabanchel Bajo y en el puente de Vallecas. Sin contar con el jefe de la columna, monté en mis camiones a las dos compañías que tenía de reserva y me fui a la capital con ellas, dejando un mando provisional en mi batallón. Era todo lo que podía disponer; el resto de mis fuerzas cubrían las posiciones y dos compañías más habían sido enviadas unas semanas antes al frente de Extremadura.

Llegué a Madrid al anochecer y fui al ministerio de Defensa a buscar a Melchor. No encontré guardias. El edificio estaba medio vacío, con las grandes habitaciones abandonadas. El gobierno, con sus cuatro ministros anarquistas incorporados dos días antes, había marchado a Valencia. El pánico entre los funcionarios era general y las carreteras estaban llenas de fugitivos. El Partido Comunista era el único que conservaba su dirección en Madrid, a la que se presentaron Santiago Carrillo y otros dirigentes de la parte socialista de las JSU para pedir el ingreso en bloque y ponerse bajo su dirección política. Los batallones de jóvenes socialistas se habían incorporado al 5º Regimiento. Estaba organizada la Junta de Defensa de Madrid presidida por el general Miaja, con comunistas a cargo de la defensa y del orden público y con algunos miembros de otros partidos y sindicatos, perfectamente desconocidos, en otros cargos. Miaja escogió como colaborador al teniente coronel Rojo, que empezó a buscar oficiales para formar un Estado Mayor.



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