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La insignia
24 de mayo del 2005


Grandes científicos (VI)

Ramón y Cajal y Alberto Sols:
Tenacidad, claridad de objetivos e ilusión


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Diálogos
Manuel Calvo Hernando (*)
La Insignia. España, mayo del 2005.



No hay en España una gran tradición de hacer biografías de científicos. Aunque son frecuentes en el mercado editorial los libros, casi siempre traducidos, contando la historia personal y los descubrimientos o hallazgos de investigadores importantes en la ciencia internacional, no son frecuentes los de españoles. Santiago Ramón y Cajal y Alberto Sols son dos ejemplos de ello. El primero es, sin duda, el científico más importante que ha habido nunca en nuestro país, tanto desde el punto de vista de sus aportaciones al conocimiento universal como teniendo en cuenta su capacidad de influencia, su destreza para crear una escuela científica importante y duradera, con algunos miembros de primera línea mundial. Alberto Sols consiguió trasladar a la España de los años 50 y 60 del siglo XX, los temas y los métodos de trabajo empleados en los laboratorios de Estados Unidos, es decir, implantó la modernidad en un erial.

Cajal, triunfar a toda costa, de Antonio Calvo Roy y publicado por Alianza Editorial, es un repaso a la vida del premio Nobel nacido en Petilla de Aragón en 1852 y muerto en Madrid en 1934. En él se explican no sólo las contribuciones científicas del histólogo sino las condiciones que hicieron posible, entre las dos repúblicas españolas, que se alcanzara en nuestro país una cumbre del saber científico hasta ahora no igualada. Cajal, dotado de una voluntad férrea, consiguió, gracias a su esfuerzo y a su tesón, figurar entre los científicos más importantes de todos los tiempos. De hecho, es el científico, de los considerados clásicos, más citado en la actualidad, por delante de Darwin, Pasteur o Newton. Como ocurre con tanta frecuencia, Cajal no tiene sin embargo el reconocimiento que debería tener. Es llamativo que la biografía anterior a esta que reseñamos fuera publicada en 1985, hace 14 años. Es necesario, sin duda, que aparezcan más biografías de Cajal que permitan esclarecer todos y cada uno de los perfiles de su fecunda e interesante vida. Es incompresible, por ejemplo, que no haya una edición crítica de la autobiografía de Cajal.

A lo largo de 250 páginas el autor, de una manera cronológica, presenta a Cajal y su tiempo, la influencia de uno sobre el otro, los vaivenes de uno de los periodos más movidos de la historia de España que abarca, desde el reinado oscuro de Fernando VII hasta los años truncados de la segunda República, desde las dificultades para hacer ciencia en el siglo XIX hasta la edad de oro de la ciencia española, el primer tercio del siglo que termina, periodo en el que Cajal es la figura predominante. En el medio están las guerras carlistas y las de Cuba, en las que participó Cajal como oficial médico, el desastre del 98, las alegrías y los reconocimientos, su presencia pública desde la conciencia patriótica, la fama, la ciencia, la vida.


Alberto Sols: Pasión por la ciencia

María Jesús Santesmases es la autora de Alberto Sols, una biografía de este científico alicantino publicada por el Instituto Juan Gil Albert, de la Diputación de Alicante, y por el ayuntamiento de Sax, su pueblo natal. En ella podemos conocer no sólo la peripecia personal de este investigador sino sus temas de trabajo, su especialización en Estados Unidos junto al matrImonio Cori, premios Nobel, su difícil regreso a España, su ansia por mejorar la investigación en nuestro país, su pasión por mejorar la ciencia española.

Alberto Sols, (1917-1989) menos conocido que Cajal, es un científico que ha tenido una influencia capital en la formación de la comunidad de biólogos moleculares en España, una de las más importantes con las que contamos. A Sols se le debe no sólo el haber contribuido a hacer de esta especialidad una línea puntera de investigación en nuestro país sino, también, y sobre todo, haber contribuido a introducir en España metodologías de trabajo semejantes a las utilizadas en los países más avanzados. De entre ellas quizá sea la más trascendente la de publicar en revistas importantes los trabajos científicos. Y en este punto, por cierto, coinciden Sols y Cajal, aunque Cajal tenía que publicar en alemán o francés y, sin embargo, Sols, 50 años después, tiene que hacerlo en inglés. Siempre habló Cajal de la necesidad de "salir al palenque internacional" para discutir sus hallazgos con los científicos más importantes del mundo. "Para ser fuerte hay que luchar con los fuertes", decía machaconamente el histólogo aragonés. Eso mismo hizo Sols y, sobre todo, acustumbró a hacerlo a sus numerosos alumnos.

Una de las obras que quedan y en las que el impulso de Sols fue importante es el Centro Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), inaugurado en 1975. Sols, según se detalla la autora, empezó a pensar en ello en 1966, tanto para construir un centro de excelencia como para propiciar la vuelta a España de Severo Ochoa, "un científico a imitar, como investigador y en su actividad social en los círculos científicos españoles e internacionales".

Muchos son, pues, los paralelismos entre estas dos figuras de la ciencia. Decisión, claridad de objetivos, tenacidad y una ilusión que coloca a la ciencia por encima de cualquier otro asunto. Se trata de dos fanáticos de lo suyo que dejaron, ambos, una importante huella. La de Cajal más honda en cuanto a aportaciones originales; la de Sols, más reciente y por tanto, más visible hoy día. Si tras el desastre del 36 la España franquista convirtió a Cajal en un mito inalcanzable mientras purgaba a sus discípulos y destruía su herencia intelectual, en la España democrática se ha sabido mantener y acrecentar la escuela de biólogos moleculares, uno de cuyos creadores fue Alberto Sols.



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