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La insignia
5 de mayo del 2005


Grandes científicos (III)

Einstein y Bohr: La agradable tarea de pensar


__Sección__
Diálogos
Manuel Calvo Hernando (*)
La Insignia. España, mayo del 2005.

Fotografía: Niels Bohr



El divulgador científico Ernst Peter Fischer es autor del libro Einstein y Cía. La ciencia moderna a través de sus protagonistas (Alianza Editorial). El libro comprende trece retratos de figuras señeras de la ciencia moderna. En cada uno de ellos sigue el mismo esquema, claro y sugestivo: introducción al personaje, el marco histórico y social en el que se movió y, finalmente, una semblanza en la que se revelan su carácter, sus motivaciones y la importancia de sus contribuciones a la ciencia. James Clerk Maxwell, Hermann von Helmholtz, Gregor Mendel y Ludwig Boltzmann; Lise Meitner, Marie Curie y Barbara McClintock; los dos gigantes de la física, Niels Bohr y Albert Einstein, y, finalmente, científicos como Linus Pauling, Max Delbrück, John von Meumann y Richard P. Feynman, que, a veces provenientes de Europa, contribuyeron de forma decisiva a desplazar la primacía en el campo de la ciencia a los Estados Unidos.

Si bien son los seres humanos los que producen ciencia -afirma el autor del libro- casi nadie tiene trato cotidiano con las personas que se dedican a ella. "Este hecho -añade- sigue resultando un misterio para mí. Parece que nos sentimos un gran interés por estas personas, y eso que se puede aprender mucho de sus vidas y divertirse con este proceso de aprendizaje". Eso es lo que Fischer, que los lectores aprendamos divirtiéndonos. Es el mismo objetivo del libro anterior, en el que, bajo el título de Aristóteles y Cía, nos llevaba desde la Antigüedad a través de Copérnico, Kepler, Newton y muchos otros más, hasta el momento en que arrancan las historias de este segundo volumen.

Es una pena -insiste Fischer- que se sepa tan poco de las personas que trabajan en el campo de la ciencia. Es sorprendente que la curiosidad por las personas que están detrás de la gran aventura de la ciencia, que tanto incide en nuestra sociedad actual, se mantenga dentro de unos márgenes tan estrechos. Mientras que elo número de biografías sobre escritores, compositores y filósofos ha alcanzado ya una magnitud inabarcable, lo que nuestras bibliotecas ofrecen sobre las vidas de los científicos permanece, dejando a un lado a los pocos "gigantes", dentro de unas cantidades muy modestas.

Pero realmente, debe comprenderse que las personas que practican la ciencia son tan importantes como las que centran sus esfuerzos en el arte.


Dos gigantes: Einstein y Bohr

Dos gigantes destacan en la ciencia del siglo XX: Eisntein y Bohr. El libro de Fischer cuenta cosas interesantes de ambos. Cita, por ejemplo, esta frase de Einstein:

«¡Pensar por el simple hecho de pensar es como la música! Si no tengo un problema sobre el que pensar, me dedico preferentemente a derivar de nuevo teoremas matemáticos que hace mucho que conozco. Aquí no hay, por lo tanto, objetivo alguno, sino sólo una ocasión de entregarse a la agradable tarea de pensar.»

En realidad, Einstein no hizo otra cosa durante toda su vida.

Se cuentan algunos "milagritos" de la niñez y adolescencia de Einstein, como su temprana sorpresa ante la brújula, la veneración del muchachito por un "librito sagrado de geometría" y la pregunta, surgida como de la nada, sobre el aspecto que tendría el mundo si se le pudiera ver desde un rayo de luz, o mejor dicho, cabalgando sobre un rayo de luz.

Junto a estas anécdotas se dan también otros hechos no tan compatibles con el rango de genio, como por ejemplo, una capacidad (o disposición) de habla de desarrollo muy lento. Tenemos que dejar este campo en manos de los psicólogos, si bien indicando que, a pesar de las muchas biografías que existen sobre Einstein, su obra sigue permaneciendo como un enigma ante nosotros.

Niels Bohr es sólo uno de los muchos hijos famosos que dió la familia Bohr. Pero Niels sigue siendo el más grande de todos ellos. Para retratarle, hay que mencional por lo menos cuatro personalidades: el científico, que presenta en 1913 un modelo atómico revolucionario; la cabeza visible de los físicos, que despierta a la vifa al famoso "espíritu de Copenhague"; al filósofo, que discute cuestiones de teoría del conocimiento con Einstein, y finalmente, el político, que defiende su sueño de un mundo abierto.

Cuando celebraron sus bodas de oro matrimoniales, Bohr y su esposa llevaban muchos años viviendo en una magnífica villa en Copenhague que Dinamarca, con la amable colaboración de la cervecería Carlsberg, pone a disposición de su hijo más famoso y que a su muerte habría de ser el Instituto Bohr.



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