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La insignia
26 de agosto del 2005


Extractos

__Especial__
España, 1936-1939
Soy del Quinto Regimiento (IV)


Juan Modesto Guilloto León
(España, 1906 - Checoslovaquia, 1969)



Cambios en la situación estratégica

Badajoz, 1936 (*)

A comienzos de septiembre, el ejército faccioso de África alcanzó el valle del Tajo. Los antecedentes del avance enemigo se encuentran en el paso del Ejército de Marruecos a la Península. Este paso hizo posible la intervención nazi-fascista. A partir del 22 de julio, empezaron a llegar a Tetuán los primeros aviones de las dos potencias. Italia se instaló en Mallorca con sus fuerzas aéreas y navales. En el Ministerio del Aire de Berlín, el 26 de julio, se creo el Sonderstab (Estado Mayor especial) como «organismo central de toda la ayuda en hombres y material a la España nacionalista».

La aviación germano-italiana transportó a Sevilla las vanguardias enemigas. Eso permitió a los sediciosos consolidar su situación en el suroeste andaluz, donde el 29 de julio ocuparon Huelva, aunque la heroica resistencia de los mineros de Ríotinto duró más tiempo.

Más tarde, la Marina de Guerra hitleriana entraría en juego protegiendo el paso de fuerzas más sustanciales, paso que se verificó el 5 de agosto. El acorazado Deutschland, con otras unidades menores, que entró en Ceuta el 1 de agosto, lo protegió.

Desde el aire lo hizo la aviación italiana, como lo demuestran dos episodios singulares: en el primero, atacó al destructor republicano Lepanto, que a levante del Estrecho, frente a Ceuta, montaba la vigilancia. Aunque el navío no sufrió pérdidas de gran consideración, se retiró a evacuar a sus muertos y heridos a Gibraltar, comunicando a su gemelo, el Alcalá Galiano, que a poniente vigilaba el paso rumbo a Cádiz, quedando libre el Estrecho. Cuando el Alcalá Galiano fue a ocupar el puesto del Lepanto, ya el convoy estaba a la vista de Algeciras. La nave republicana quiso cortarle el paso y se metió bajo los fuegos de la artillería de costa. Incluso intentó penetrar en la bahía de Algeciras. Mientras el cañonero Dato, que iba en el convoy, le hacía frente, así como otros barcos artillados, lo acribilló la aviación italiana. El Alcalá Galiano, sin defensa aérea, tuvo que retirarse.

El mismo 5 de agosto desembarcó en Cádiz el primer contingente de tropas de la Werhmacht nazi, pilotos en su mayoría, llegado a bordo del navío alemán Usaramo. Este salió de Hamburgo el 1 de agosto, rumbo al Estrecho, donde lo acogieron torpederos alemanes que lo protegieron hasta Cádiz.(…)

De hecho, Hitler y Mussolini hacían una guerra no declarada a España. Inglaterra, Francia y los Estados Unidos les dejaban las manos libres y subrayaron ese propósito al proclamar el día 8 de agosto la «No intervención». Entonces comenzó de verdad Múnich, donde se coronó la entrega de España al fascismo.

La intervención armada del fascismo, la «No intervención» anglofrancesa y la «neutralidad» norteamericana, cediendo a la agresividad de aquél, fueron las premisas de la Segunda Guerra Mundial. La lucha en España era su primer episodio. (…)

Intervención y «No intervención» eran las dos caras de una misma moneda. Chamberlain, de un lado, Hitler y Mussolini, del otro, dictaban la política. León Blum actuaba como doméstico del primero. Los pueblos inglés y francés tienen con ellos la sangrienta cuenta de 1939-1945. Primero, la vergüenza del 36-39; luego, la tragedia del 39-45.

El territorio de la vecina Portugal fue desde el comienzo de la guerra una prolongación del franquismo. Sus novecientos y pico kilómetros de frontera era campo abierto para las actividades de toda índole de los sublevados, y frontera enemiga para nosotros, los republicanos.

Precisamente a la sombra de la frontera portuguesa avanzaron por la región extremeña las fuerzas facciosas de África que se habían concentrado en la zona de Sevilla, de donde partieron el 3 de agosto hacia Madrid. La columna que mandaba el teniente coronel Yagüe, y que entonces se llamaba «Columna Madrid», estaba formada por tres agrupaciones, compuestas cada una por cuatro unidades de tipo batallón.

Aquella gran unidad de maniobra, bien pertrechada, progresó sin enemigo delante, ocupando Mérida el 11 de agosto. Allí, la columna del coronel Puigdengola, formada por guardias de Asalto y campesinos extremeños (cuatrocientos hombres) realizó un contraataque sin éxito, replegándose a Badajoz.

La defensa de Badajoz, que asumieron efectivos de dos batallones republicanos contra doce batallones enemigos, fue épica. Estos necesitaron tres días para ocuparla, consiguiéndolo al final de la jornada del 14 de agosto. Posteriormente prosiguieron su avance. Los intentos republicanos por detenerlos en la Sierra de Guadalupe, con la columna de Urribarri, y en Oropesa, no dieron resultado, alcanzando el 3 de septiembre Talavera, situada en las márgenes del río Tajo y su afluente el Alberche, sobre la carretera general Extremadura-Madrid.


Las vanguardias fascistas entran en la Plaza de Zocodover (Toledo).

Entre Talavera y Santa Olalla

Al ocupar Talavera el 3 de septiembre se concentró en su comarca la masa fundamental del Ejército de África, que tomó el nombre de Ejército del Tajo. Éste tenía ante sí un extenso campo de maniobra, trazado al norte por las estribaciones sudoccidentales de la Sierra de Guadarrama y las meridionales de la Sierra de Gredos, y limitado al sur por el Tajo y los Montes de Toledo.

(…) La llegada del enemigo a Talavera creó una situación difícil, ya que la República no poseía reservas frescas para hacerles frente (…). A falta de reservas frescas, poseíamos unidades aguerridas: las fuerzas de la Sierra. Y fueron éstas las que recibieron la misión de cerrar el paso al enemigo, junto con algunas formaciones milicianas de nueva planta. (…)

Los combates de Talavera-Santa Olalla tuvieron el signo la una guerra colonial de maniobra en campo abierto de una fuerza de invasión, mercenaria, contra un pueblo agredido que en el curso de la agresión estaba poniendo en pie su ejército.

En ellos se enfrentaron un ejército organizado, que comprendía las cuatro armas clásicas -infantería, artillería, caballería y aviación-, pletórico de cuadros de mando nacionales y extranjeros, cuyos combatientes eran soldados de oficio, algunos con diez-quince años de profesión, dotado abundantemente de material, contra formaciones milicianas en gran inferioridad numérica, de las que las más hechas tenían de 7 a 8 semanas de vida, equipadas con armamento de fortuna y poquísima munición, como regla. Las fuerzas leales de Asalto tenían buena preparación, pero constituían una ínfima minoría.

En la misma jornada del día 3 se estableció contacto con el enemigo. En él cayó Fernando, un chaval de Cuatro Caminos, que fue la primera baja del «Thaelmann» en ese sector.

El día 4 dio comienzo el ataque enemigo. Después de varios días de combate, en los que las fuerzas de Asalto y el «Thaelmann», reforzados con la sección de ferroviarios, se batieron solas, el enemigo logró avanzar ligeramente en nuestro flanco derecho (un terreno llano, cubierto de viñas de nueva plantada y muy polvoriento) y en el centro, afianzándose la defensa a la altura del terraplén de la [carretera] general y del camino carretero que cruza el ferrocarril.(…)

En aquellos días, al enfrentarse con fuerzas fogueadas que no esperaba, el enemigo recibió un castigo serio. Esto le llevó a modificar su táctica. En lo sucesivo, alternaría el ataque frontal, si no le daba éxito inmediatamente, con pequeñas maniobras sobre el flanco abierto de la defensa. En ocasiones apelaba al ataque psicológico, realizado siempre por fuerzas moras que utilizaban el jai-pai, su grito de guerra, armando una verdadera algarabía.(…)

En la noche del 6 al 7 entró en línea en el flanco derecho de la defensa el batallón «UHP», bisoño, que relevó a la 1ª compañía del «Thaelmann» (…). El día 8, muy de mañana, me visitaron en el sector del «Thaelmann», a la izquierda de la carretera, los camaradas Francisco Antón y Carlos Contreras (Vittorio Vidali). Fuimos juntos adonde estaba la 1ª compañía de reserva y tomamos el café con ellos. Marchamos hacia la carretera, donde nos detuvimos conversando sobre las incidencias de los combates. Carlos, el comisario del Quinto, me anunció para el día siguiente la llegada de Lister con tres compañías de Acero. En ese momento apareció una escuadrilla de Junkers, formada en tres patrullas de a tres, cuyo bombardeo fue el primero que realizó la aviación enemiga apoyando el ataque de sus tropas de tierra.

Cartel estadounidense contra
el embargo del gobierno de EEUU
a la República española.

(…) Un grupo de muchachos, que estaban sentados a la sombra de una paridera, descansando sus cuerpos sobre el muro, fueron desnucados por la onda de aire provocada por la explosión de una serie de bombas que cayeron a pocos metros de ellos. Refiero estos hechos, que pueden parecer insignificantes, porque así aprendíamos a hacer frente a las nuevas armas que empleaba el enemigo. (…)

Con esa misma tónica prosiguieron los combates en las jornadas posteriores. En el curso de los mismos se iba fortaleciendo la defensa con la llegada de las compañías de «Aida Lafuente», de «Acero» y, más adelante, del batallón «Victoria» (…). En aquel periodo, el enemigo contaba con tal superioridad de fuerzas y medios que algunas veces alcanzaba sus objetivos con el solo movimiento de avance, por no tener adversario delante. La aviación que le apoyaba, toda ella hitleriana, era dueña del aire. (…) El 19 de septiembre volvimos a Madrid, por primera vez, desde que salimos el 21 de julio para la Sierra. El «Thaelmann» tuvo en aquellos combates un 80% de bajas (en los mandos, el 90%, entre ellos los capitanes y tenientes de las compañías). Afortunadamente, el 75% eran heridos que se recuperaron para la unidad.

A partir de los combates del día 4, era un hecho corriente la negativa de los heridos a ser evacuados. Los medios de transporte del batallón, que salieron bien completos, volvieron a Madrid sólo con tres o cuatro combatientes en cada uno (…). Por otra parte, era ley en el «Thaelmann» no dejar un herido ni un caído en manos del adversario. Esto surgió espontáneamente, sin orden de nadie, desde las primeras acciones combativas del batallón en Guadarrama, cuando al finalizar los combates íbamos por los nuestros que durante la batalla no habíamos podido retirar. Tal práctica se afianzó cuando en Peguerinos, en la fuente de entrada al pueblo, encontramos una veintena de combatientes de las tropas de aviación, asesinados y alineados a los pies del pilón.

Con un hecho de idéntica barbarie nos tropezamos en el Casar de Escaloma, cuyas calles estaban cubiertas de asesinados, entre ellos un sorprendente número de muchachas, verdaderas niñas, sus caras de rosa conservando aún el calor de la vida, agujereadas por varios disparos.


(*) El 14 de agosto de 1936, las tropas franquistas tomaron Badajoz. Entre cuatro mil y diez mil personas fueron fusiladas. Yagüe justificó la masacre con estas palabras: «Naturalmente que los hemos fusilado. ¿Pensaban que me llevaría conmigo a cuatro mil rojos mientras mi columna avanzaba luchando contrarreloj? ¿Debía dejarlos en libertad a mis espaldas, permitiéndoles que hicieran nuevamente de Badajoz una ciudad roja?».



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