Portada Directorio Buscador Álbum Redacción Correo
La insignia
21 de abril del 2002


Venezuela

Una advertencia para América Latina


__SUPLEMENTOS__
Golpe en Venezuela

Pablo Stefanoni
La Arena / La Insignia. Abril del 2002.



Otra vez en la historia de América Latina, moderadas experiencias de transformación social conducen a una polarización que posibilita la consumación del golpe de Estado. No es nuevo en nuestro continente encontrar procesos de reformas, de profundidad diversa, ahogados en sangre por conjunciones de fuerzas internas y externas. En todo caso la novedad de estos días radica en cómo se han estrechado los límites tolerados por Washington para este tipo de experiencias: la demonización de Hugo Chávez no parece encajar con las políticas aplicadas en sus primeros años de gobierno.

Es cierto que las 49 leyes de la discordia constituyen un dique de contención al avance del neoliberalismo en determinadas áreas de la economía y la nueva constitución frena intentos futuros de privatizar los recursos petroleros, hoy mayoritariamente en manos del Estado. Pero no es menos cierto que no se ha modificado radicalmente el modelo económico y la distribución de la riqueza, proveniente en su mayor parte de la renta petrolera. Asimismo, los inversores extranjeros -estadounidenses y europeos- en ningún momento vieron amenazados sus derechos de propiedad.

Más bien, el mayor desafío producido por Hugo Chávez Frías parece estar asociado a su política exterior independiente y a sus relaciones con varios de los integrantes del "eje del mal" definido por el presidente Bush. Las nuevas modalidades de comercio con Cuba, la revitalización de la OPEP y su abierta oposición al ALCA se sumaron a su negativa a permitir la utilización del espacio aéreo venezolano para las operaciones del Plan Colombia y a la condena a "combatir el terrorismo con terrorismo" en Afganistán.

Esta sumatoria de desafíos político-diplomáticos soliviantaron al Departamento de Estado norteamericano. "O se está con nosotros o se está con el terrorismo", había advertido el presidente Bush, reviviendo la vieja lucha del "bien contra el mal", una dicotomización que ha conducido al fortalecimiento de los aparatos de inteligencia y la "terrorización" de los movimientos políticos sociales que cuestionan la globalización imperialista.

A la oposición de Washington se sumaron las elites internas venezolanas, alarmadas por la invasión de la cancha por los "cabecitas negras" de los cerros. Estas clases acomodadas sostuvieron un régimen que dilapidó los enormes recursos petroleros obtenidos desde los años 70 y sentenció al 80% de la población a la pobreza. Vale la pena recordar que la fiesta de corrupción en la que participó la vieja dirigencia política -como el ex presidente Carlos Andrés Pérez- generó las condiciones para el ascenso de Chávez, cuyo poder fue validado en seis elecciones consecutivas.

En diálogo con La Arena la corresponsal para América Latina del diario mexicano La Jornada, Stella Calloni, denuncia que "el golpe fue gestado por un eje construido por los empresarios de Fedecámaras, la Central de Trabajadores Venezolanos -que nuclea un 12% de los asalariados- una parte del Alto Mando Militar y la embajada de EE.UU. -a cargo de Charles Shapiro, muy conocido por su labor de desestabilización en El Salvador".

La periodista destaca que este sector hace tiempo que "buscaba un Pinochet o lo que fuera, pero no encontraban militares que se prestaran a eso. Y señala que finalmente, más allá de algunos militares aislados y sin mando de tropa, "sólo encontraron la fuerza en la Guardia Nacional y en la Policía Metropolitana, porque cada alcaldía tiene policía propia. En el caso de Caracas dependen del alcalde Alfredo Peña, un ex periodista que había sido un hombre de Carlos Andrés Pérez, quien también se involucró en el golpe".


Los medios y los fines

Ya el 10 de abril, las cadenas de televisión se habían unido para transmitir todo el día sobre el paro, protagonizado por "empresarios huelguistas" y la burocracia sindical ligada a los viejos partidos tradicionales. Calloni destaca cómo el fabuloso "esquema de desinformación, a través del establecimiento de una enorme cadena de televisoras al servicio del golpe, logró capturar en su trampa de manipulación de los hechos a muchos medios, a algunos sectores intelectuales y analistas supuestamente independientes". Tras lo cual advierte que "se han apoderado de las palabras, del lenguaje. Le llaman dictador a Chávez, mientras los medios de comunicación funcionaban de tal manera que podían conspirar abiertamente contra él y no hay una sola cadena de televisión importante en manos del gobierno. Había un canal pequeño, que era Canal 8, la agencia de noticias, radios y pequeñísimas televisoras regionales. Por otro lado no existen presos políticos en Venezuela".

Además la periodista advierte que "funciona una gravísima capacidad de desinformación para desestabilizar proyectos alternativos en América Latina, lo cual plantea la necesidad de una posición crítica de parte de la población. La gente no puede aceptar todo lo que le dicen, sea quien sea quien lo dice, siempre debe dudar".

Este esquema de desinformación y legitimación de la conjura fue decisivo a la hora de "mostrar" francotiradores chavistas disparándole a la población civil, sin que hasta el momento ningún observador independiente haya podido confirmar ni desmentir estas denuncias. Incluso algunos medios no enrolados con el gobierno derrocado señalaron que los primeros muertos fueron del bando chavista. De la misma manera intentaron convencer al mundo entero de que Chávez había renunciado...ante el Alto Mando Militar.

Stella Calloni advierte que "viene un período en el que el periodismo deberá revisar sus códigos de ética, su responsabilidad política, social y humana, porque así no se puede seguir. La concentración junto al disciplinamiento provocado por el desempleo hace que haya gente que dice cualquier cosa para conservar su empleo".

Pero, en este contexto de desinformación alevosa, hay que resaltar el papel jugado por pequeños medios alternativos -especialmente de Internet- que informaron lo que los grandes medios ocultaban, actuando como verdaderos militantes de la información, con escasos medios económicos pero la convicción de que el periodismo debe estar al servicio de la verdad y de la democracia.


Washington: La tesis del golpe benévolo

No es un dato menor la participación desembozada de la embajada estadounidense en el armado del golpe contra el régimen constitucional venezolano. Charles S. Shapiro -el embajador en Caracas- además de haber ejercido funciones diplomáticas en El Salvador, se desempeñó como Director de la Oficina de Asuntos Cubanos del gobierno de EEUU.

No parece ser una casualidad que los golpistas -a escasas horas de asumir y en un contexto de extrema inestabilidad- hayan "recordado" suspender el envío de petróleo a Cuba, además de atacar su embajada en Caracas.

También parece segura la participación de otros funcionarios del Departamento de Estado, como Otto Reich, ex embajador en Caracas y con larga experiencia en la guerra sucia contra el sandinismo durante la administración Reagan. En varias oportunidades este diario advirtió que América Latina estaba en la mira del delirante belicismo desplegado por los halcones de la Casa Blanca, que ya había acabado con el proceso de paz en Colombia y reforzado la intervención militar.

Dos elementos son importantes a la hora de analizar lo ocurrido en Venezuela. En primer lugar, la importancia estratégica de esta nación caribeña ha aumentado en el marco de una política energética norteamericana que busca reducir progresivamente su dependencia de las exportaciones de petróleo de Oriente Medio: en la actualidad un 48,6% de sus importaciones petroleras provienen del hemisferio occidental, comparado con un 34,5% en 1980. En este contexto Venezuela se ubica, junto con México, entre los cuatro principales exportadores de petróleo hacia EE.UU., además de contar con la mayor cantidad de reservas fuera del Golfo Pérsico.

Un segundo elemento que no debemos despreciar -especialmente en Argentina- es la necesidad de EE.UU. y los organismos financieros internacionales -el FMI salió rápidamente a apoyar el golpe- de disciplinar su "patio trasero" en medio de una brutal inestabilidad política y económica derivada del fracaso de las reformas neoliberales. En el caso de que el golpe hubiera resultado exitoso, el trágico final del gobierno de Chávez habría sido esgrimido frente a cualquier intento de cuestionar el "pensamiento único".

Mientras tanto Chávez, tan adicto a las citas, quizás relea a Maquiavelo, quien -como señalara recientemente el politólogo Atilio Borón- recordaba que los reformadores irresolutos conjuran contra sí el peor de los mundos: la parcial y desconfiada lealtad de los beneficiados por sus reformas y el total antagonismo de sus damnificados. Esta vez el golpe fracasó, pero volverán a intentarlo otra vez.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad | Ciencia y tecnología | Directorio | Redacción