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La insignia
20 de abril del 2002


Venezuela

Chávez en el mar de fondo del petróleo


__SUPLEMENTOS__
Golpe en Venezuela

Mario Roberto Morales
Siglo Veintiuno. Guatemala, 20 de abril.



A muchísimas personas les irrita el estilo megalómano, ampuloso y rimbombante de Hugo Chávez cuando se dirige a su público. También les repugna su fisonomía mestiza, su atropellado acento caribeño y su confianzudo e irreverente desenfado. Estos rasgos, sin embargo, son quizás los que le propician la gran popularidad de la que goza en amplios sectores de clase media, pobres y desarrapados de su país.

A las ultraderechas les estorba su política petrolera, que desafía los planes de la globalización neoliberal, y su consiguiente amistad con países y regímenes árabes que están en la mira de los planes de control geopolítico de la administración republicana estadounidense, los cuales se impulsan bajo la bandera de la "guerra contra el terrorismo". Esto no es gratuito: Venezuela es el tercer proveedor de petróleo de Estados Unidos, con un millón y medio de barriles diarios, y la mayor reserva de crudo aparte del mundo árabe. Por tanto, no puede quedarse fuera de la estrategia republicana de control de fuentes energéticas mundiales. De donde, es la política petrolera no alineada de Chávez la que mejor explica la aparente conspiración internacional en su contra, y no tanto su amistad con Fidel Castro ni sus torpes desplantes populistas o su solemne retórica antiimperialista.

En el ámbito político interno de Venezuela, su exhibicionismo confrontativo le ganó la antipatía del sector empresarial neoliberal. Y sus métodos de control poblacional y de censura ideológica, mediante comités de vecinos y otras formas de espionaje dentro de la sociedad civil, lo alejó de personas y grupos de izquierda críticos, que no se alinean con Cuba y que forman parte de un reducido pero importante sector de intelectuales venezolanos tanto dentro como fuera de su país.

Ya ha sido ampliamente comentada en todo el mundo la conspiración mediática de la derecha neoliberal, que construyó una versión de los hechos para consumo de masas desprevenidas y que se posicionó en favor del golpe, bajo la retórica de la democracia, la libertad y el Estado de Derecho. También ha sido ampliamente comentado el chasco que implicó para esa derecha la restitución de Chávez al poder.

Defender a Chávez haciendo un recuento de las innegables reformas beneficiosas que ha traído a Venezuela a pesar de su populismo errático, o bien atacarlo desde el dudoso moralismo político que lo acusa de dictador y que así justifica su derrocamiento, implica bipolarizar la discusión y hacerla interminable e inútil para deducir de los hechos algunas conclusiones operativas. Lo que sí cabe resaltar es que la retórica del Estado de Derecho, la democracia, la justicia y el "Bien", que anima la "guerra contra el terrorismo" de la ultraderecha republicana, se dio de narices contra su propia inconsecuencia, si es que de verdad apoyó el golpe, como afirma, entre otras fuentes, el New York Times.

En este sentido, resulta más importante indagar sobre la creciente oposición del Partido Demócrata a la geopolítica petrolera de la Administración Bush, dentro de Estados Unidos, y sobre la consiguiente pérdida de popularidad del Presidente estadounidense, de lo cual sin la menor duda deberá estar en deuda con personas como su Vicepresidente, Dick Cheney, su Asesora de Seguridad, Condoleeza Rice, y su procónsul para América Latina, Otto Reich, entre otros, pues son quienes lo embarcaron en la aventura que tiene al mundo como está. La ayuda de Ariel Sharon en este sentido ha sido, por supuesto, invaluable.

Conviene también indagar en las palabras de Chávez al director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, pocos días antes de la fallida conspiración en su contra, a quien le dijo que el golpe era inminente y que, si fallaba, el paso siguiente sería un atentado en su contra. Por lo visto, el presidente de Venezuela entiende que libra una lucha a muerte contra los poderes a los que estorba su política petrolera. Lo cual indicaría que el conflicto en Venezuela apenas está empezando y que las exigencias de rectificación que el poder neoliberal le hace Chávez, son en realidad un inequívoco ultimátum. Procede, pues, esperar que la oposición demócrata a la política de dominación mundial republicana prospere.



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