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27 de octubre del 2007

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Cultura

Construyendo a Verónica


Ana María Plana
La Insignia. España, octubre del 2007.

 

Construyendo a Verónica

Algunos se acordarán de una colección de libros que se llamaba Elige tu propia aventura. Se trataba de unas novelas juveniles en las que el lector podía realizar una lectura interactiva: si el protagonista abre la puerta, pasa a la página 10; si prefieres que huya, sigue leyendo en la 15.

Algo así es lo que se plantea el formato de la obra Construyendo a Verónica (*). El espectador decide qué recorrido es el que quiere ver (rojo, azul ó gris). El resto es sentarse a cotillear. Sí, sí, a fisgar. Los espectadores se reparten en la sala en mesas, en pequeños corrillos de 8 a 10 personas. Hasta ellos se acercan los personajes que saben algo de Verónica, esa mujer que ha aparecido muerta en la playa.

Los actores lo llaman teatro próximo. Susurran al espectador cada historia en pequeños grupos. Todos los monólogos suceden a la vez en una suerte de pequeña reunión. El resultado es un espectáculo novedoso, pues no parte de cuartas paredes ni ningún otro concepto más tradicional. La escenografía, sencilla e intimista, acompaña a esa proximidad del actor, a esa transformación del público en una especie de voyeur de la historia de Verónica. Hasta aquí la forma. ¿Y el contenido? Construyendo a Verónica habla de la soledad, de la necesidad de comunicarnos. Cuenta la historia de una mujer sin nombre que puede o no ser Verónica. Nadie la conoce y todos se sorprenden e interesan. Se trata de una pequeña reflexión -la obra no es plomiza, sino que tiene intriga y, más de uno ha ido a verla tres veces, para conocer los tres posibles recorridos- sobre la necesidad de historias, de explicaciones cuando un hecho nos saca de la rutina.

¿Quién está detrás de esta idea? Pues un joven valenciano cuyo nombre ni deben olvidar: Jerónimo Cornelles promete en el mundo de la escena. Además de haber hecho sus pinitos como actor (en teatro y en películas como Cuentos de una guerra saharaui, de Pedro Perez Rosado y Los novios vúlgaros, de Eloy de la Iglesia), este valenciano no para de escribir, de crear, de parir historias teatrales. En 1998 fundó Bramant Teatre, compañía que trae esta Verónica que tantas satisfacciones le ha dado.

Y es que esta primavera recibieron una agradable sorpresa inesperadísima. No se lo creían. Consiguieron colarse en la X Edición de los premios Max. Optaban al Premio al Mejor espectáculo teatral. ¿La competencia de Construyendo a Verónica La Cabra de Josep Mª Pou y Hamlet de Lluis Pasqual. ¡Casi nada! A favor de todos los pronósticos, ganó Pou. Pero también ganaron ellos, pues demostraron que con mucho menos presupuesto también se pueden contar historias muy interesantes.

Constuyendo a Verónica se estrenó en el Festival València Escena Oberta (VEO) con gran éxito de crítica y público y se ha representado por toda España. En Madrid se representa en el puente de noviembre, en el Círculo de Bellas Artes. Después viajarán a Vitoria (8 de noviembre), Logroño (9 de noviembre) y Elx (22 de diciembre).


(*) Círculo de Bellas Artes, Madrid. (1, 2 y 3 de noviembre de 2007.)
Más información: Construyendo a Verónica / Bramant Teatre