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La insignia
7 de octubre del 2002


Apuntes radicales

Mutaciones culturales y endogamia corporativa


José Marzo
La Insignia. España, 7 de octubre.


«[…] inmigrantes, precarios, estudiantes, jóvenes, mujeres... ¡nosotros somos la nueva clase mutante! Contratados por horas o minutos, caídos por decenas de los andamios, muertos en las pateras y en los tajos, la tragedia invisible tras la cifra, ¡nosotros somos el dolor en carne viva del trabajo, los nuevos esclavos en lucha por la emancipación!».
-Propaganda política. Madrid, octubre del 2002-


El sábado pasado, cerca de la plaza de la Cibeles, durante la manifestación contra el "decretazo", me entregaron una octavilla que llamó mi atención. "¡Clase mutante en lucha!" exclamaba con una fuerte dosis de ácido risible. No se me había ocurrido que la situación de crisis, en el sentido de cambio, en la que se están embarcando nuestras sociedades y nuestra cultura pudiese iluminarse con la analogía de los mecanismos de la variación genética.

Aún en el siglo XVIII, cuando Linné (o Linneo) categorizó las especies vegetales más conocidas, tenía en mente el modelo bíblico, que los especialistas llaman "fijista": dios creó hace unos pocos miles de años los animales y las plantas de una vez y para siempre, macho y hembra, como en la escuela nacional católica franquista, y luego descansó. Aunque el propio Darwin, en la primera mitad del siglo XIX, demostró experimentalmente la existencia de evolución genética y formuló una teoría sobre el origen de las especies, no fue hasta Mendel y Hugo de Vries, en la segunda mitad del siglo, cuando se descubrieron, respectivamente, los mecanismos de la herencia genética y de la mutación.

Aunque no sólo toda la comunidad científica, sino la mayoría de los ciudadanos ya han asumido estos planteamientos científicos como patrimonio común, excepción hecha de algunas sectas religiosas, resulta más complicado que el modelo fijista no siga empapando la realidad cultural y social. El corporativismo, última fase del desarrollo capitalista, intenta reproducir una concepción fijista de nuestras relaciones sociales. Categorías bien delimitadas y jerarquizadas. Que nada se mueva.

En educación, colegios para ricos, menos ricos, pobres y pobres de solemnidad, de modo que los niños no jueguen con los de otras castas y puedan hacer agenda. En el trabajo, asimetrías del derecho; el empleador, que se arropa casi siempre con una personalidad jurídica, entabla contratos con una persona física e individual, a la que se le exige obediencia y a la que puede despedir arbitrariamente. En cultura las cosas no son mejores: los términos holding y trust han quedado obsoletos en la industria cultural; las revistas neoliberales reciben subvenciones de fundaciones financieras, y no le pidan a un crítico categorizador que valore lo que no puede entender, pues no se ajusta a la categoría que pretendía encontrar.

Linné, científico ilustrado, era además un hombre de talento: cuando observó una variedad de Linaria Vulgaris, revisó al parecer su enfoque y admitió que era el producto de una hibridación. La endogamia corporativa, cuyos futuros efectos en la calidad de la sociedad y de la cultura ya se atisban, no contaba con el mestizaje ni la mutación.

Sostienen algunos antropólogos que hace unos 100.000 años se produjo en África una mutación que condujo al surgimiento del Homo Sapiens Sapiens, con una mayor capacidad craneal e inteligencia para socializarse mejor.

Cien mil años después, la lucha mutante continúa. Sonrían, por favor.



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