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La insignia
27 de noviembre del 2002


Invertir en el futuro


Jacobo Quintanilla
Agencia de Información Solidaria (AIS). España, noviembre del 2002.


El mundo necesita unos 15 millones de nuevos docentes en los próximos diez años para hacer frente a las necesidades educativas de la población mundial. El continuo crecimiento de la población, la escasa remuneración y el deterioro de las condiciones de trabajo están provocando una grave escasez de maestros en el mundo entero, hecho que sin duda afectará seriamente a la calidad de la educación. Esto es lo que se desprende de un nuevo estudio sobre el estado de la profesión docente efectuado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).

Los bajos salarios, considerablemente inferiores a los que obtienen otros profesionales con la misma cualificación, y las malas condiciones de trabajo están afectando al número de maestros que se necesitan para la cantidad creciente de niños escolarizados que hay en el mundo. "El resultado de esta situación es que muchos maestros calificados dejan la enseñanza por otros trabajos, mientras que los posibles futuros maestros sólo consideran la enseñanza como un último recurso", afirma John Daniel, Subdirector General de Educación de la UNESCO.

La escasez de profesores resulta particularmente grave en el sur de Asia y en la mayoría de África. En los países en desarrollo, en donde viven y trabajan dos tercios de los 59 millones de docentes del mundo, la demanda de profesores es mayor. Pero, incluso, países como EE UU registran un déficit. En California, el Distrito Escolar de San Bernardino comenzará a ofrecer incentivos económicos para atraer a maestros de calidad a sus escuelas locales.

El número de niños en edad escolar ha crecido a un ritmo mayor que el de maestros, con la lógica consecuencia de que éstos tengan que enfrentarse con frecuencia con clases superpobladas, lo que incide directamente en la calidad de la educación. Este dato es alarmante en los Países Menos Adelantados, donde la proporción de alumnos por maestro es tres veces mayor que en las naciones desarrolladas. En algunos países como Mozambique, Senegal, Congo o Malí, el promedio de alumnos por maestro está entre 50 y 70, lo que significa que clases con 100 alumnos no son excepcionales. En los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) el promedio de alumnos por docente es sólo de 16.

Las estadísticas de la UNESCO y de la OCDE ilustran con crudeza los graves problemas de la educación. El más grave es el analfabetismo. En el año 2000 había cerca de 113 millones de niños sin escolarizar y 862 millones de adultos analfabetos en el mundo, el 20% de la población mundial, de los cuales dos tercios eran mujeres. Otro de los problemas es el impacto del sida, especialmente grave en algunos países africanos donde mueren más profesores de los que entran en el sistema educativo. Y, finalmente, la baja cualificación del profesorado. En efecto, en muchos de los Países Menos Adelantados la mayoría de los maestros de primaria sólo han cursado, como máximo, el primer ciclo de la enseñanza secundaria y con frecuencia no han recibido formación profesional alguna. Es el caso de casi el 50% de los maestros de Uganda o del 40% de los de Togo. Otro dato relevante es que los maestros de estos países suelen ser más jóvenes y carecer de experiencia. En Indonesia, por ejemplo, el 52% de los maestros de escuela primaria tienen menos de 30 años.

A pesar de este sombrío panorama, entre los aspectos positivos se puede destacar que el número de mujeres que ejercen la docencia ha aumentado en la década de los noventa. Este hecho podría contribuir a incrementar la escolarización de las niñas, especialmente en un continente como África, donde la alfabetización no sólo impide que se las condene a la ignorancia y a la pobreza, sino que además retrasa la edad del matrimonio, hace descender la tasa de fertilidad y, como consecuencia, la de mortalidad infantil y materna.

Asimismo, son reveladores los datos sobre el gasto público en educación. Los países de la OCDE destinan 5% del Producto Interior Bruto (PIB), mientras que Indonesia no llega al 2%, e India, Uruguay, Sri Lanka o Perú no alcanzan el 3%. Nuestros gobiernos tienen por tanto la obligación de invertir más y mejor en educación porque sólo la educación enseña a pensar y promueve el diálogo como solución pacífica de los conflictos.

Pero no es suficiente universalizar la educación primaria; es necesario de garantizar además unos mínimos de calidad. Para ello es imprescindible mejorar las condiciones laborales y la profesionalidad de los maestros, y asegurarles formación, infraestructura y una remuneración más acorde con sus méritos y su cualificación. Este hecho hará aumentar el número de docentes, y como consecuencia, mejorará el nivel de educación de nuestros niños, esos mismos que regirán el devenir del mundo el día de mañana.



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