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La insignia
30 de marzo del 2002


El Plan Shakira


Rocío Silva Santisteban


Disfrazada de sensual guerrillera, la cantante de Barranquilla explota desde la carátula de algunas revistas estadounidenses: su pelo ha sido matemáticamente teñido de rubio dejando zonas subterráneas del color original, las pulseras de sus brazos combinan modelos punks (púas y metal) con otros de corte tropical ("chakiras" y madera), lleva una ostentosa cruz cuadrada de plata al cuello. Estos elementos, junto con la piel dorada de senos, cintura y ombligo, así como la escenografía amazónica, representan la última estrategia de su aparato publicitario: deshakirizar a Shakira. La operación a cargo de Freddy Denmann -antes apoderado de Madonna y Michael Jackson- ha tenido, al parecer, buenos resultados y la estrategia final parece ser un tratamiento de "limpieza total" -tecnología del "laundry service"- pues apenas le falta un pelo (rubio) para homogeneizarse con Britney Spears, Sheryl Crow o Cristina Aguilera. Ups...

¿Y en qué consiste esta deshakirización? En dejar bien en claro que Shakira no es musulmana e insistir poderosamente en su nacionalidad colombiana. Aunque parezca más o menos obvio -¿si fuera musulmana podría enseñar el ombligo?- es imprescindible marcar la diferencia precisamente ahora que el nacionalismo estadounidense está en su pico más alto así como el rechazo frontal a todo lo que provenga del mundo árabe. Shakira Mebarak Ripoll, por lo tanto, no podía seguir basando la promoción de su nuevo disco en sus orígenes libaneses sin virar hacia su nacionalidad; una estrategia que, además, encaja con los "planes" geopolíticos de la Roma actual sobre la nación sudamericana (la película "Lateral Damage" es parte de esta suerte de representaciones de acercamiento a Colombia desde las construcciones del imaginario "made in Hollywood" lanzado al mundo global).

La cruz al cuello en el atuendo de Shakira, por ejemplo, no es gratuita: se trata de un elemento vital que de paso la conecta con ciertas reminiscencias a lo Madonna, aunque esta cruz, a diferencia de la otra agresiva de la Ciccone, no representa un ánimo trasgresor sino identitario. "No todos los árabes son musulmanes" ha dicho en varias entrevistas luego de la explosión de las torres gemelas. Y ese sector opaco de su identidad debe ser aclarado radicalmente en este momento. Asimismo la movidita de cadera, que fue el punto de clímax de su unplugged (el toque moro), ha sido trocado por toda suerte de movimientos sensuales más caribeños. Por otro lado, su versión en castellano de "Whenever, whenever" que servía como tema musical de la telenovela El Clon, ha sido cortada de un momento a otro sin mayores explicaciones (recordaremos que El Clon es una historia de amor entre un carioca y una muchacha marroquí musulmana).

Con esta "lectura" que propongo del cambio radical en la imagen de la cantante colombiana no veo esa "mano maquiavélica" que tantos críticos de los años 70 elucubraban como un producto de la maquinaria de símbolos controlada desde las agencias estadounidenses. No. En realidad yo creo que sucede algo peor: que nosotros mismos nos adaptamos a los requerimientos del centro y nos convertimos en sujetos funcionales a sus necesidades. No sólo es venderse al mercado, es cambiar mansamente de identidad para ajustarnos a las máscaras que nos proponen, es incorporar en lo más profundo de nuestro cerebro el pensamiento del colonizador y, como ya lo dijo Steve Biko el activista anti-apartheid antes de morir, la mejor arma del opresor es la mente del oprimido.



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