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La insignia
25 de marzo del 2002


Veinticinco años sin Rodolfo Walsh


Carolina Broner
El Espejo de Argentina y el Mundo. Argentina, marzo del 2002.


Si existiese una tumba, si la hubiese, si su cuerpo no formase parte de esa inmensidad de cuerpos acribillados y mugre que es el Río de la Plata, en la lápida de Rodolfo Walsh bien cabría el epitafio: "Nadie podrá dudar cuánto he luchado".

Brutalmente herido por el asesinato de su hija, la desaparición de amigos y colegas y, fundamentalmente, impulsado por su vena de justicia ante el imperio del terror, el 24 de marzo de 1977, Walsh lanzaría al aire uno de sus disparos más punzantes con su Carta abierta a la Junta Militar. A sabiendas, de que esa bala, se clavaría en su propio cuerpo. En cada una de sus líneas, en cada palabra, se respira la certeza de una muerte pronta y segura. Y aún así, el coraje en la denuncia, la sintaxis perfecta del dolor, los puntos y aparte que apenas dejan respirar, todo en esa carta es una invitación a la toma de partido.

La Carta está cargada de denuncias, de nombres, fechas. "Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror". Y motivos: "Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete".

La reconstrucción minuciosa de los hechos y la utilización de la palabra como arma, son características determinantes en la historia escrita de Rodolfo Walsh. A modo de ejemplo, valgan "Operación Masacre", manual perfecto de la novela de no-ficción; "Quién mató a Rosendo", tal vez el mejor alegato contra la burocracia sindical, y "El caso Satanowsky", buen punto de partida para destejer los hilos del poder de los grandes diarios y los servicios de información, que anticiparían la complicidad de la prensa con el genocidio del 76.

Comprometido con la lucha por la liberación de los pueblos latinoamericanos, fundador de Prensa Latina -fue quien descubrió que los Estados Unidos estaban entrenando exiliados cubanos en Guatemala para invadir a Cuba por Playa Girón en abril de 1961- y de la agencia clandestina ANCLA, militante montonero, hombre de armas tomar, Rodolfo Walsh murió el 25 de marzo de 1977 acribillado por las balas de los asesinos del Grupo de Tareas 332, que comandaba Alfredo Astiz. Pero antes, sacó su pequeña pistola calibre 22 y se unió al fuego. Un fuego que marcaría la memoria colectiva. El suyo.



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