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La insignia
5 de enero de 2002


El cólera resiste


Arancha Desojo
Centro de Colaboraciones Solidarias. España, enero de 2002.


En pleno siglo XXI, ese mítico tiempo del futuro donde las cosas -vistas desde el siglo anterior- prometían ser extremadamente modernas, se nos abre una brecha de pasado en forma de enfermedades prevenibles que, como el cólera, afectan todavía a una gran parte de la población mundial. No se trata de epidemias puntuales desencadenadas en campos de refugiados causadas por la guerra, sino de casos abundantes en distintos países cuya característica común es la pobreza y los escasos recursos sanitarios.

Estos puntos comunes nos remiten al África subsahariana, como sigue siendo habitual cuando nos referimos a necesidad y miseria. Las naciones más afectadas son Uganda, Suráfrica, Tanzania, Chad, Benin, Níger, Burkina Faso, Costa de Marfil y Somalia. Parece que las lluvias torrenciales que han asolado la región africana durante los últimos años han contribuido a este repunte de la enfermedad. Las riadas son causadas por el calentamiento global del planeta, otra de las consecuencias de la globalización que afectan a los más pobres. Las lluvias destruyen comunidades y casas, y convierten en desplazados a muchos habitantes de las regiones más afectadas. Los sistemas de canalización o purificación de aguas se ven perjudicados, por lo que se contaminan ríos y pozos. Por otra parte, la sequía obliga a las gentes a consumir el agua sin garantías de salubridad, y esto favorece las infecciones en una población ya de por sí baja de defensas y en condiciones vitales deplorables.

El cólera es una enfermedad diarreica aguda, provocada por la infección intestinal por la bacteria Vibrio cholerae. Generalmente es benigna o asintomática pero, a veces, puede ser grave. Aproximadamente una de cada veinte personas infectadas puede tener la enfermedad en estado agudo, en el que la pérdida rápida de líquidos corporales lleva a la deshidratación y a la postración. Sin tratamiento adecuado, puede ocurrir la muerte. Se puede contagiar bebiendo agua o comiendo alimentos contaminados con la bacteria. La fuente de contaminación son las heces de una persona infectada. La enfermedad puede diseminarse rápidamente en áreas con tratamientos inadecuados de agua potable y alcantarillado. El tratamiento, basad en la rehidratación, es muy sencillo y se realiza solamente con agua y sales minerales. Pero lo esencial es la prevención a través de los sistemas de eliminación de aguas residuales que impidan que éstas se mezclen o se conviertan en agua de beber. Estos sistemas higiénicos solo se pueden instalar y conservar en asentamientos sedentarios.

En los países industrializados el cólera fue común en el siglo XIX, pero fue prácticamente eliminado gracias a los modernos sistemas sanitarios y al tratamiento de las aguas para bebida. Existe una vacuna que confiere inmunidad parcial y de corta duración, pero no está muy recomendada. Quizás la investigación no se centra en este campo por no ser un sector de interés económico para los grandes laboratorios de los países ricos.

El cólera ha sido poco frecuente en los países industrializados durante los últimos 100 años; no obstante, esta enfermedad aún es común en otras partes del mundo, incluyendo el subcontinente indio y la parte africana mencionada. Para sorpresa de los observadores, los casos que han aparecido en países como Rusia, Irán, China, Corea del Sur, Malasia, India o México no están necesariamente relacionados con los factores principales de riesgo. De momento, la vigilancia epidemiológica y el tratamiento sintomático son las únicas actuaciones que se están llevando a cabo. Pero, como en el caso de todas las enfermedades ligadas a la pobreza, el refuerzo económico y social de los países del sur es la única solución para atajar el crecimiento de las enfermedades letales en el mundo.



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