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La insignia
31 de enero del 2002


Entrevista con Óscar Castro, actor y director de la compañía teatral «El Aleph»:

«Mi teatro se acerca a la vida, aquella bella y trágica aventura»


Alejandra Córdova Rojas
Fotografías de Marcos Saball.


¡"Mira ahí va Óscar "Cuervo" Castro! indican dos jóvenes actores que improvisan una pieza teatral en pleno barrio Lastarria. Óscar alza la mano y los saluda con afecto. Luego se dirige a nosotros y nos comenta: ¡Qué maravilloso es el teatro callejero y en Chile todavía!

Así comienza nuestra conversación con este frustrado periodista, cuyo paso por la Universidad Católica sirvió para estrechar lazos de amistad y fundar en la década del 60 la compañía de teatro El Aleph, que albergó -nos comenta- a estudiantes de periodismo, medicina y economía. "Eramos todos universitarios de distintas carreras y nos decíamos a nosotros mismos que estabamos inventando el teatro. Todo nos parecía posible, no nos preocupaba si había dramaturgia, lo importante es que lo pasábamos bien y eso ha quedado hasta hoy", señala mientras busca una mesa y nos pregunta si queremos un refresco.

La tarde es agradable en la Plaza Mulato Gil, lugar convenido para la entrevista. Allí entre la venta de antigüedades y libros usados, Óscar pide al mesero un lomito palta, con mucho ají verde y un jugo de frutilla. Mientras busco mi grabadora, se acerca al gráfico que me acompaña y le sugiere tomar unas fotos a la obra que esta tarde presentará en la sala La Comedia. ¿Imagino que se quedarán a verla?, nos pregunta.

"Es una obra que escribí en el norte, durante la campaña de mi amigo Fernando Flores -hoy electo senador por la Primera Región y ex ministro del ex Presidente Salvador Allende-".


- ¿Cuándo surge la idea de volver a Chile y apoyar la campaña senatorial de Fernando Flores? Aprovecho de preguntarle.

-Nosotros con Fernando vivíamos en Talca. Somos como de la familia. Nos conocemos de niños. Después estuvimos presos en Ritoque y nos hemos encontrado muchas veces trabajando fuera del país juntos. El decide entonces presentarse como candidato a senador, lo cual yo creo fue una gran decisión. Me pareció entonces lógico y justo que en esa aventura estuviera yo con él, al menos en el principio. Fue algo que partió así, un día me llamó y me dijo si podía venirlo a ayudar y yo pensé que era para sacarse una foto conmigo pero después me dijo que eran seis meses de intensa campaña y yo accedí y me vine a Chile con familia e hijos. Fue una cosa para mí muy rica, enriquecedora porque yo me reenamoré del país otra vez. Siempre había pasado Chile no mas de un mes, mes y medio máximo durante los últimos 20 años y esta vez que me quedé 6 meses me acostumbré al país, a quererlo como es, con sus defectos y sus virtudes.

- En el norte grande, dirigió obras de teatro y quedó bien entusiasmado con un proyecto cultural en la localidad de Alto Hospicio. ¿Cómo define esa experiencia?

-Creo que uno de los trabajos más importantes que hice durante la campaña fue el trabajo con los pobladores de Alto Hospicio. Ellos crearon una obra de teatro que cuenta su historia, cómo llegaron a ese lugar, como una especie de éxodo, algo así como ir a la tierra prometida. La pieza tuvo como te dije mucho éxito, mucha aceptación en Iquique y los pobladores se transformaron en personas que eran tomadas de una manera distinta a la de antes, lograron obtener títulos de dominio, un espacio para hacer un centro cultural y deportivo que se llama Óscar Castro. Todas esas cosas hacen que yo quede ligado para siempre con el norte y ese lugar.

- ¿Existe un proyecto concreto para seguir con dicho centro cultural en esa zona?

-No más proyectos como el hecho de que como vivo en Francia y mi trabajo es conocido, tengo cierto prestigio, lo cual me servirá para pedir ayuda al gobierno francés para instalar un centro cultural y quizás pueda transformarse en el más lindo de la región. Lo ideal sería fomentar una actividad cultural permanente, con mucho cine, teatro, literatura y todo lo que el mundo hace pero que ellos necesitan tener un lugar para resguardar su quehacer cultural.


Chevalier

- En su paso por Iquique, tomó contacto con Hernán Rivera Letelier, quien se ha definido como un escritor de la pampa, un hombre de las salitreras, cuyas primera novela incursionó con éxito en el teatro. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Con Hernán tenemos un amigo en común, que es Luis Sepúlveda. Luis me hablaba mucho de Hernán y a Hernán, Luis le hablaba mucho de mí. Eramos dos personas que nos conociamos sin conocernos. Cuando yo estaba en el norte estuvimos juntos y empezó a florecer una amistad. Creo que es un hombre, muy claro, muy simple y profundo a la vez. Tengo una gran admiración por él, como persona, porque encuentro que es un tipo que tiene un gran talento y será reconocido como uno de los mejores escritores de América Latina. Las historias que cuenta Hernán tienen mucha acción por un lado y por otro describe muy bien los lugares. Tú lo lees y vas imaginándote el cuento en película o en teatro. Para mí fue una gran emoción conocerlo. Además nos pasó algo muy lindo.Yo soy Chevalier de Zar y de Letras en Francia, que es un título, un premio que da el Gobierno francés a los que han aportado a la cultura y a Hernán también se lo dieron, pero como yo soy más antiguo que él, entonces tuve la suerte de condecorarlo porque un anciano Chevalier tiene derecho a nombrar Chevalier a otro y cómo en ese entonces yo andaba con una medalla, en el mercado de Iquique, entre un caldillo de congrios, machas y piures como a las tres de la tarde, bien borracho yo lo condecoré Chevalier.

- Entre sus proyectos figura la realización de una película escrita por Luis Sepúlveda. ¿En qué momento surge esa idea?

-Con Luis hicimos ya una película que se llama "En ninguna parte", que se filmó en Salta, en Cafallate y ese trabajo lo terminamos hace unos seis meses y ahora hay otro proyecto de hacer otra película en el sur de Chile, pero quiero convencerlo que sea en el norte porque me fascinó el paisaje, el desierto es tan atractivo por lo patético y lo inmenso, y que se llama "La capa del torero", basada en una de sus novelas. En ese film trabajaríamos juntos con Patricio Contreras, con quien trabajamos en la película anterior y como somos bien amigos los tres, queremos estar juntos. Luis está trabajando con la RAI, con la radiotelevisión italiana que hace trabajos de cine muy importantes y serios en Europa y seguramente Luis ya está preparando las locaciones para ésta su próxima película, de la cual yo voy a formar parte.

- Si hubiera de parte del gobierno un ofrecimiento concreto en lo cultural. ¿Volvería a Chile?

-A mi lo que me interesaría más que un ofrecimiento, seria dinero, recursos. Porque aquí hay ofrecimientos, cargos que no tienen fondos. El Ministerio de Educación no tiene un peso. Te dicen "hágase cargo de la parte cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores" y hay una sola oficina. Entonces no. A mí me interesa venir al país con proyectos que tengan plata y la plata no viene tanto del gobierno sino de instituciones privadas que estén por ayudar a la cultura de este país.

- A comienzos de enero, el teatro chileno perdió a uno de los creadores más grandes de los últimos tiempos, Andrés Pérez, quien se formó en el Teatro del Sol en Francia. ¿Cómo define su obra que logró un reconocimiento importante en el país y en el extranjero?

-Sin duda que Andrés Pérez era muy bueno. El toma en Francia contacto con el Teatro Solei, que es un teatro muy generoso. Cuando yo llegué a París en el año 76, fue el Teatro Solei el cual me acogió y me dio la posibilidad de estrenar una pieza de teatro que se llamaba "La increíble y triste historia del general Peñaloza y el exilado Mateluna", y ahí años mas tarde llegó Andrés con Mauricio Celedón y creo que fueron dos grandes actores y directores que aprendieron en este teatro y todo ese gran conocimiento adquirido por Andrés en Francia lo compartió en Chile con sus compatriotas y ahí surge entonces La Negra Ester.

- ¿En qué está y qué pasa con el teatro chileno?

-Pienso que el teatro es fome. Creo que es una de las expresiones artísticas más aburridas que pueda haber. Es difícil ver una obra que te entretenga todo el tiempo. Siempre hay un momento en que uno se aburre como animal. Pero eso es mundial, yo creo que si el teatro no tiene música, no tiene baile, no tiene piernas es muy aburrido. A mí me aburre. Quizás lo que yo hago no es teatro, debe ser algo que se parece al teatro. En Chile creo que eso pasa, existe teatro entretenido y teatro aburrido. Este último puede ser muy bueno, no estoy acercando lo aburrido con lo bueno y lo malo. No estoy haciendo un juicio de valor. Algo puede ser muy aburrido para ti como puede ser muy bueno. A mi lo que me aburre del teatro en general es cuando yo como espectador no tengo cambios de estado de ánimo, o sea que si yo veo una pieza que es triste desde el principio hasta el final, me da lata. Si uno se ríe del principio hasta el final también eso es aburrido. Uno tiene que tener momentos en donde se ríe, momentos en que piensa. Por eso me gusta más el teatro que se acerca a la vida y la vida es triste, es terrible, es una bella y trágica aventura. Pero no es triste siempre.

- ¿Es posible hacer teatro popular en Chile?

-Creo que es posible si hay una política de actores que estén decididos a hacer una política cultural popular. Porque si vas con una pieza teatral de dos horas a una población, estoy totalmente de acuerdo que la gente no vaya. Ahora teatro popular significa para mí que la gente haga su teatro. Creo que lo que yo hago se acerca a eso, lo que hice por ejemplo en Alto Hospicio. Me puse a disposición para que ellos presentaran sus historias, lo hice con médicos de Arica, con profesores. Creo que eso es un camino.

- Algo muy similar a lo realizado por Luis Emilio Recabarren en el norte…

-Yo no conocí, ni he leído mucho de Recabarren pero por lo que la gente me hablaba en el norte era en definitiva lo que yo estaba haciendo. Me gustaría hacer una pieza de teatro, pero quizás una pelicula sobre Recabarren, es un personaje importantísimo. Creo que para esto se necesita mucha humildad y creo que los artistas chilenos no la tienen. Son ellos primero, ellos segundo y ojalá logren un reconocimiento público en diarios y revistas. Sin embargo creo que esto se da en todo el mundo. Uno de los defectos más grandes que tenemos los artistas es la vanidad y además una vanidad competitiva. Es muy importante encontrar malo lo que hacen los otros para que lo tuyo sea bueno.


El último viaje de Óscar Castro

- En su obra "El último viaje", los personajes son dos. Suzette Bestión y Emilio Ramírez, una pareja de comediantes que lleva alrededor de 20 años juntos y que debe separarse por un extraño accidente. ¿Se trata de "El último viaje de Óscar Castro"?

-Yo espero que no. La obra se llamaba originalmente Un largo viaje, pero aquí hubo una obra que tuvo mucho éxito que se llamaba "Un largo viaje hacia la noche", a ello obedece entonces el cambio de nombre, para no confundirla con la otra. En todo caso este nombre es momentáneo, porque la próxima vez que vuelva la gente ya se ha de haber olvidado y la voy a reestrenar con el nombre original y voy a quedar mas contento. Esta obra fue escrita en el norte y la estrene en el teatro El Ictus y en marzo en París.

- En su larga carrera ha escrito y dirigido con éxito unas 60 piezas teatrales. ¿Ha dirigido obras de otros dramaturgos?

-La verdad es que no acepto a nadie. Yo dirijo, actúo y hago el primer rol. Nunca he hecho una pieza que no sea mía. Mi hijo que también es actor, escribió en París una obra y me la quiso mostra. Yo le dije mira, no me interesa nada de lo que hagan los demás y las cosas mías me interesan cada vez menos. (ríe mientras busca al mozo para pedir la cuenta).

Nos pide disculpas por tener que dejar nuestra conversación hasta aquí, pero la función comienza a las 22.00 horas y debe pasar a buscar a su mujer, una espigada francesa con quien además comparte el rol protagónico. Lo acompañamos hasta el teatro y mientras en el camino nos comenta que esta es la última entrevista que da antes de volver a París el próximo 5 de febrero, en las afueras de la sala lo espera un equipo de periodistas de televisión.



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