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La insignia
25 de enero del 2002


Argentina

Cinco años sin José Luis Cabezas


Gabriel Michi (*)
Utpba. Argentina, 24 de enero.


Cuando miramos para atrás y vemos los cinco años que han pasado desde que el 25 de enero de 1997 asesinaron a José Luis Cabezas, se ven postales de todo tipo. Muchas son dolorosas. Otras no tanto, y nos ayudan a soñar mínimamente con que algunos de los males que enfermaron a este país por años empezaron a tener alguna cura. La mirada retrospectiva nos lleva a mirar cómo, con una actitud activa y reclamando por la memoria, se logró que la investigación del crimen no nos llevase por atajos falsos, que intentaban encubrir a los verdaderos poderes que estaban detrás del asesinato de José Luis.

Para eso tuvimos que enfrentar estructuras mafiosas, relacionadas con Alfredo Yabrán y con la policía bonaerense. Pero que encima de todo contaban con el amparo y la complicidad del poder. Si hay algo que dejó en claro el crimen de José Luis fue lo mal que estábamos: cómo se relacionaban en forma promiscua el poder económico más sucio, la clase política coimera, la policía violenta y otros sectores poderosos en un escenario de corrupción y hasta de crimen, donde podían llegar a matar a una persona que sólo hacía su trabajo como reportero gráfico de una revista. Fue la foto reveladora que sacó José Luis, desde algún lugar.

Estos oscuros sectores fueron los que condicionaron nuestras vidas y hasta nuestras muertes. Muchos de ellos, aún están ahí, al acecho. Manejando el poder desde la sombra -o no tanto- y si bien son capaces de volver a matar en su ambición criminal, hoy saben que eso no es gratuito. Que la reacción de los periodistas, los reporteros gráficos y de toda la sociedad sirvió para conducir a la verdad, sea quien sea el perjudicado. José Luis lo merecía.

La doble función que cumplimos los periodistas de investigar el crimen y movilizar la memoria fueron un antídoto potente frente a la mentira encubridora. Pero claro, aún hoy seguimos esperando respuestas. Respuestas que faltan y en las que los medios tienen su propia responsabilidad: el haber exiliado por completo el "Caso Cabezas" -como lo identificaban- de sus temarios. Eso es un peligro grave.

El compromiso de hoy de los medios sería preguntarse -cómo nos lo hace mucha gente en la calle- ¿en qué quedó el crimen de José Luis Cabezas?. Y la respuesta sería que si bien se logró la condena a reclusión perpetua del jefe de la custodia de Yabrán (a quién se acusó de haber sido quien dio la orden), de tres policías y cuatro delincuentes comunes, todavía falta mucho por saber. Y falta la ratificación de las condenas y el segundo juicio contra el comisario de Pinamar que liberó la zona para el crimen y otros que partícipes más. Pero nada de eso de lee, se ve o se escucha hoy en los medios.

Por eso, cuando miramos hacia atrás y vemos todo lo que pasó desde aquel 25 de enero trágico, los sentimientos son encontrados. Vemos que hay responsables presos, pero también que hay otros que caminan en libertad y amenazantes. También observamos que eso provoca dolor, mucho dolor. Y mucha injusticia. Que hay una mujer joven, Cristina, a la que le arrebataron el marido, que hay tres chicos (Agustina, Juan y Candela) que se quedaron sin padre y que hay unos padres (José y Norma) que le quitaron su hijo. Y que hay un país al que le arrebataron la libertad. Porque todos nos quedamos sin un amigo. Sin José Luis.


(*) Periodista



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