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La insignia
19 de diciembre del 2002


El fin de la «ceguera de los ríos»:
Un triunfo de la salud pública


Arancha Desojo
Agencia de Información Solidaria (AIS). España, diciembre del 2002.


En estos tiempos mediáticos y globalizados que vivimos, la aparición de nuevas enfermedades, el agravamiento mundial de otras, los nuevos medicamentos o el número de muertos en catástrofes son noticias con las que desayunamos cada día. Pero, a buen seguro, hasta al lector más interesado en los temas sanitarios de nuestro planeta le ha pasado inadvertido el anuncio del punto final que la OMS (Organización Mundial de la Salud) acaba de poner a la lucha contra la oncocercosis, también conocida como “ceguera de los ríos”, tras casi 30 años de lucha contra un parásito que ha causado a lo largo de la historia, especialmente en África, calamidades y miseria a los habitantes de las riberas de los ríos.

El final de una labor cooperativa de muchas gentes durante largo tiempo nos da una de las escasas buenas noticias en el área de la salud de los últimos tiempos. "El éxito de este programa inspira a cuantos nos dedicamos a la salud pública; (…) porque ha demostrado que podemos lograr imposibles y aliviar la carga que soportan varios millones de personas especialmente necesitadas", ha declarado la Directora General de la OMS, Dra. Gro Harlem Brundtland.

La oncocercosis está causada por la Onchocerca volvulus, un parásito que puede vivir hasta 14 años dentro del cuerpo humano. Los millones de microfilarias que produce una hembra fértil se desplazan por el organismo produciendo los síntomas de la enfermedad. Al igual que sucede en otras enfermedades parasitarias (la malaria es una de las más conocidas), un vector (un mosquito, en este caso un simúlido) transporta las microfilarias de una persona a otra. Tras picar a la primera, acumula el parásito en su organismo, donde se transforma en larva infectiva, e inocula su carga en la siguiente.

En 1974, la OMS decidió comenzar una campaña de lucha contra la oncocercosis, que afectaba al 10% de la población de las zonas más vulnerables en África Occidental. Por si fuera poco, un 30% más sufría defectos de visión graves. Los agricultores comenzaron a abandonar las riberas de los ríos al comprender la relación entre la enfermedad y el emplazamiento. Unos 250.000 km2 quedaron abandonados para la agricultura, todos ellos en terrenos fértiles, con las consiguientes pérdidas económicas: un cálculo las acercó a los 30 millones de dólares al año. Era, pues, necesario eliminar un problema de salud pública que, como es habitual, llevaba aparejado un enorme problema económico y social. El frente de acción principal ha sido la lucha contra la transmisión de los parásitos, a través de la eliminación de los vectores.

Mantener un programa en activo durante 30 años requiere tesón, conocimientos y medios económicos. Afortunadamente los compromisos iniciales se han mantenido, de forma que los financiadores no han retirado sus fondos durante todo este tiempo. La OMS destaca especialmente la contribución de la compañía farmacéutica Merck, que ha aportado gratuitamente la ivermectina, el medicamento antiparasitario utilizado contra esta enfermedad.

Además de solucionar el problema, el programa de lucha contra la oncocercosis ha dejado sobre el terreno un plan de ejecución completo que actúa en todos los frentes: el del parásito y el de los vectores. Además, la infraestructura sanitaria y la gestión de salud pública han quedado reforzadas en los países en los que se ha aplicado el programa, permitiendo un sistema de vigilancia y detección de brotes que se puede transferir a partir de ahora a otras enfermedades. Y sobretodo, ha dejado abierta la puerta a la esperanza de que es posible luchar contra las enfermedades parasitarias e infecciosas si se actúa mancomunada y eficientemente.



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