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La insignia
18 de diciembre del 2002


Del buen mear (II)


Marcos Winocur
La Insignia. México, diciembre del 2002.


¡Aguas...!

Los baños públicos son un peligro, fuente de contagio de enfermedades. Usted, inocente y distraídamente, mea. ¿Y sabe lo que está pasando en ese mismo instante? Se ha creado una conexión entre usted, sea hombre o mujer, y la taza donde pululan las bacterias. Entre éstas, la fregona coeli, llamada también bacteria salmón pues remonta la corriente del chorro en sentido contrario, subiendo desde la taza al pene o a la vagina y ¡aguas...! Usted se pescará una sangronitis crónica para la cual no existe cura. Esta enfermedad se caracteriza por la súbita contracción de la facultad discretis, lo que conduce a jodedumbres múltiples de difícil cicatrización.

Al principio, parece que fuera nada. Las bacterias suben como por dentro de un tubito, que es el chorro, para luego entrar a un túnel y dar en la alberca cubierta de la vejiga, donde, de momento, se limitan a practicar la natación, haciendo cosquillitas. Hasta aquí, se las dan de simpáticas, pero, en cuanto las bacterias se reúnen en número suficiente ¡al ataque!

No se confíe, lleve consigo su desinfectante portátil y antes de nada, rocíe la taza de los baños públicos. Así se sentirá seguro, tranquilo y satisfecho.

¡Aguas al mear!

***

Fue la decisión correcta.

En una reunión social, Marcos sacó un pañuelo para sonarse la nariz.

- Huele a meada- dijo.

Varios reaccionaron sorprendidos.

- ¿Y por qué huele a meada?

- Verán. Cada vez que meo, luego de las sacudidas de rigor, corto un poco de papel higiénico y seco las últimas gotitas, las resistentes.

- Claro -acotó uno de los presentes-, de las sacudidas no se puede abusar, más de tres es chaqueta.

- Exacto -agregó otro-, la secada se torna así fundamental.

- ¿Y qué creen? -continuó Marcos-. Me encontraba en un baño público y no había papel higiénico. ¿Qué hacer? Se me planteó un urgente y difícil dilema. Las últimas gotitas ¿al calzón o al pañuelo? Opté por el pañuelo, por eso huele a meada.

Se hizo un silencio cargado de inquietud, cada uno de los presentes pensó qué hubiera hecho de encontrarse en la situación de Marcos, hasta que uno de ellos, luego de consultar a los demás con la mirada, dijo:

- Fue la decisión correcta.



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