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La insignia
3 de agosto del 2002


Cuarenta años sin Marilyn Monroe

Marilyn de la A a la V: Verbos conjugados


Brecha. Uruguay, 3 de agosto.


Abrir la boca -Ya sé que mi boca está siempre abierta, incluso cuando duermo. Me doy cuenta de eso cuando me despierto, pero nunca pienso en forma consciente en mi boca, sino en lo que estoy pensando.

Alinear -Si cuando hice la lista de los diez hombres que me parecían más interesantes puse a Joe di Maggio en el último lugar, fue porque sé que él es muy modesto. De ponerlo primero, él se habría enojado conmigo. Además cuando juega, siempre se guarda lo mejor para el final, ¿no es verdad? Por lo pronto, tiene gracia, belleza, se mueve como una estatua viviente, es honrado, muy observador y se acuerda de todos tus gustos. Hablo tanto de él que en el fondo me doy cuenta de que nunca podré darle un adiós definitivo. Y no puedo imaginar un tipo mejor a quien estar unida.

Atraer -Pienso que la femineidad y la belleza no tienen edad ni pueden fabricarse, y que el verdadero glamour no es un producto industrial. La sexualidad sólo es atractiva cuando es natural y espontánea.

Avisar -"Mujer sencilla, 30 años, bien en todos los sentidos y hasta ahora muy puesta a prueba sentimentalmente, ingresos medios de quinientos mil dólares anuales, busca señor, incluso calvo, honesto y sensible, para fundar un hogar prolífico. Escribir a Marilyn Monroe, Sutton Place, New York." (Anuncio aparecido en la prensa neoyorkina en 1955. No se recibió ninguna respuesta.)

Bajar (del barco) -Si hay algo que no marcha bien en el concepto que los hombres americanos tienen del sexo, la culpa no la tienen ellos. Después de todo, descienden de los puritanos, que bajaron de un barco con mal pie -¿o fueron los peregrinos?- y ese puritanismo todavía subsiste.

Besar -¿Qué merece un buen beso? Pues otro beso.

Caminar -La gente dice que me contoneo, pero no entiendo a qué se refieren. Lo único que hago es caminar. En el liceo mis compañeras me preguntaban: "¿Por qué cruzas el vestíbulo de esa manera?", cuando en realidad lo que ocurría era que los chicos me miraban y eso las ponía celosas. Entonces les contestaba: "Aprendí a caminar cuando tenía diez meses y he seguido caminando así desde entonces".

Cocinar -Decidí seguir las recetas de cocina del libro La alegría de cocinar. Pero el libro me ha traicionado con los fideos. Cumplí con todo lo que allí decía: amasé la pasta con el rodillo, muy fina, y luego la corté en tiras estrechas. Finalmente leí: "Espere que se sequen". Habíamos invitado a unos amigos a cenar. Yo esperaba y esperaba, y los fideos no se secaban. Llegaron los invitados, preparé unas copas y les dije: "Para cenar hay que esperar a que los fideos se sequen. Luego comemos". Tuve que darles otra copa. Desesperada, fui a buscar mi secador de pelo y lo puse en marcha. El aire desparramó los fideos fuera de la mesa, y antes de volver a empezar tuve que recogerlos uno a uno. Intenté secarlos de nuevo, poniendo la mano con los dedos separados sobre los fideos, mientras pasaba el secador. Bueno, finalmente conseguí secar los fideos. Así que, como ven ustedes, el libro carece de precisión. Tuve ganas de escribirle a sus autores con esta pregunta: "¿Serían ustedes tan amables de indicarme el tiempo necesario para que se sequen los fideos?". Pero nunca lo hice.

Correr -Una carrera es una cosa maravillosa, pero no sirve para acurrucarse contra ella en una noche fría.

Creer(sela) -La celebridad sólo da una felicidad parcial y temporal. No sirve como menú cotidiano: sólo calienta por un momento, pero sus calorías duran poco. Es como el caviar: muy rico, pero todos los días y en cada comida... no sirve. Algún día la celebridad pasará y yo le diré: "Adiós, celebridad, te he tenido y siempre he sabido que eras inconstante. Fuiste una experiencia, pero no eres mi vida".

Dormir (1) -¿Qué me pongo para dormir? Chanel número 5.

Dormir (2) -¿Si tenía algo puesto cuando me fui a dormir? Claro, tenía puesta la radio.

Elegir -La escena más interesante de Mientras la ciudad duerme nunca se vio. La cortó la censura. Era a causa de un ángulo que había elegido el director, John Huston. No, no diré nada más... era simplemente el ángulo.

Elogiar -Cuando estaba haciendo mis primeras películas, todavía iba al liceo nocturno. La directora no sabía quién era yo, pero le parecía extraño que los chicos de otras clases asomaran la cabeza por la puerta para mirarme. Un día les preguntó: "¿Por qué miran?". Le contestaron: "Sale en las películas". Sorprendida, dijo: "Y yo que la tomaba por una muchacha recién salida del convento". Es uno de los mayores elogios que me han hecho nunca.

Hablar -Con Joe (Di Maggio), en tiempos del cine mudo, habríamos hecho una admirable pareja.

Leer -He leído algo de Freud. Creo que iba por buen camino. Ha descubierto una ciencia que permite a los hombres llevar una vida más dichosa. La humanidad merece ser feliz, ¿no?

Mentir -En el departamento de publicidad de la Fox inventaron una historia según la cual yo había sido baby-sitter, hasta que un día me tocó cuidar a los niños del director de casting, y así fui descubierta. Me dijeron que contaron eso, pero es pura mentira. Podrían haber tenido un poco más de imaginación y presentarme como una daddy-sitter.

Mostrar -Ya saben que el Código de Producción no permite a las personas enseñar sus ombligos. Ridículo: ni siquiera las naranjas necesitan permiso para mostrar los suyos.

Pecar -La primera familia con la que viví me dijo que no debía ir al cine porque era pecado, que el fin del mundo se acercaba, y que si yo estaba pecando cuando el mundo se acabara, me hundiría en el infierno. Así que las pocas veces que podía meterme a escondidas en un cine, me pasaba la mayor parte rezando para que el mundo no se acabara.

Reordenar -¿Cómo luchar contra el nerviosismo? De entrada, hay que desplazar el objeto de concentración. A eso el "Método" lo llama reordenación. En vez de pensar lo que sientes cuando te encuentras con alguien, observas simplemente lo que puede tener de extraño o interesante. Para eso basta con dirigir tu interés hacia otra cosa. Entonces, en lugar de pensar "soy una vieja cómica" o algo así, me pregunto "¿por qué Gable me mira de esa manera?". Debe tener sus razones. De todos modos, yo lo veía como mi padre: según Freud, eso no es malo. Soñaba que mi padre se le parecía. Es curioso, eso me recuerda que nunca he soñado que nadie fuera mi madre.

Robar -De todos modos, el público encontrará mi trasero mucho más interesante que la cara de Eli. (Comentario de Marilyn a un presunto intento de Eli Wallach de robarle una escena en Los inadaptados, manteniéndola a ella de espaldas a la cámara.)

Silbar -Chicos, les gusta silbar cuando pasa una chica que lleva sweater. Bueno, quítenle el sweater, y ¿qué queda?

Vestir (1) -Una de las revistas en las que aparecí no era precisamente una de esas publicaciones para hombres, sino todo lo contrario. Se llamaba Family Circle y se vende en los supermercados. Yo tenía en brazos un cordero con un delantal. ¡Ah!, el delantal lo llevaba yo.

Vestir (2) -No me di cuenta de que el décolleté que usé en aquel acto que organizó el ejército podía provocar objeciones. Me había dado cuenta de que la gente me estuvo mirando todo el día, pero creí que miraban mi insignia de jefe de ceremonias.


(*) Extraídas y ligeramente modificadas, por asunto de traducción, del libro colectivo Marilyn revisitada, editado por Anagrama en 1971.



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