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La insignia
9 de abril del 2002


Crisis en Argentina

Duhalde no logra frenar el desastre


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Crisis en Argentina

Maximiliano Martínez
El Espejo de Argentina y el Mundo. Argentina, abril del 2002.



Disputa: En una situación de indefinición absoluta, el gobierno de Duhalde sólo pudo por el momento frenar la estampida del dólar pero no el aumento de precios que destrozan en forma acelerada la economía de millones.

La embestida contra los bolsillos de los trabajadores ocupados y desocupados no muestra en el horizonte cercano posibilidades objetivas de contracción. Tanto los asalariados como los proveedores de servicios personales, que no pueden defender su ingreso real, están sufriendo una rotunda caída en su poder de compra. Según la medición oficial, los precios al consumidor treparon 9,7 por ciento en el primer trimestre. Esta carrera inflacionaria fue desatada por la devaluación del peso. Incrementos como el del aceite de maíz, de 43,8 por ciento en marzo y 84,2 por ciento en el trimestre, o de la harina de trigo común (21,3 y 78,2 por ciento, respectivamente), no dejan dudas del tenebroso panorama.

En este contexto, y tras una semana de fuertes controversias, el Ministerio de Economía confirmó el nuevo esquema de retenciones a las exportaciones. Está basado en un fuerte aumento, del 10 al 20 por ciento, sobre los impuestos que se aplican en los granos, los aceites y las harinas. De esta forma, una tercera parte de las exportaciones del país -los 8.500 millones de dólares al año que aporta el complejo agrícola-, quedó gravada con la retención máxima. Estas restricciones que son impuestas a la exportación le permitirían recaudar al fisco unos 2.950 millones de dólares al año. Con estas modificaciones, la recaudación anual por retenciones crecería unos 800 millones de dólares respecto del esquema anterior, que había sido implementado hace menos de un mes. Pero también intentaría contener la suba de precios internos: cada 100 dólares de producto exportado, 20 se destinarían al fisco y el precio doméstico quedaría reducido a 80. Así el Palacio de Hacienda aspira a cumplir un triple objetivo: saldar el déficit de las cuentas públicas, obtener recursos para los planes sociales y contener la suba de algunos alimentos básicos, como el aceite y el pan.

El mayor impacto de las retenciones recaerá, con el nuevo esquema, sobre los productores de los principales granos del país (trigo, soja, maíz y girasol), a quienes los exportadores les descuentan de lleno el 20 por ciento de retención. Luego de esta decisión del gobierno, las entidades del campo salieron al cruce. El titular de la Rural, Enrique Crotto, afirmó que "esta política económica tiene un claro efecto antiproductivo". Crotto argumentó además que la mayor renta que la devaluación produjo para los productores se fue licuando rápidamente por un fuerte aumento de sus costos: 30 por ciento en los fletes, 23 en el gasoil, y bastante más en los insumos, que los proveedores pretenden cobrar a precios "dolarizados".


El otro frente de tormenta

El Fondo Monetario Internacional exige que las provincias acuerden con la Nación un violento ajuste. El ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, se reunió con los responsables de las economías provinciales para trazarles un informe sobre las imposiciones del Fondo. En el encuentro, del que también participaron el viceministro Jorge Todesca y el secretario de Relación con las Provincias, Juan Carlos Pezoa, Remes Lenicov precisó que para que las negociaciones avancen es necesario que haya "un acuerdo conjunto sobre el déficit fiscal que englobe a la Nación y a las provincias". Esto es, que las provincias reduzcan su déficit en función de lo acordado en el pacto fiscal de febrero, que prevé una recorte del 60 por ciento en el gasto público, lo que una vez más implicaría más despidos y más recesión. Porque la cifra no es menor: la poda alcanzaría los 3.000 millones de pesos.

El otro tema central es que el Fondo insiste con que los bonos provinciales deben dejar de circular en el corto plazo. Pero los gobernadores sostienen que eso es casi un imposible porque sus administraciones están quebradas debido a la caída de la recaudación y la falta de financiamiento.

Con este cuadro, la coalición burguesa de radicales y peronistas se encuentra jaqueada por tres bloques que con distintos grados de injerencia real en el curso de la crisis pueden tener cada uno vital importancia en el desarrollo de los acontecimientos: el capital financiero, que con la siempre habitual representación del FMI y la banca local y extranjera busca soltarle definitivamente la mano al gobierno e imponer como única salida la dolarización, con esta u otra dirigencia en el poder; los jerarcas exportadores, que después del enorme beneficio de la devaluación y la licuación de sus deudas no cesan en su voracidad; y la inmensa mayoría de los trabajadores, únicos y reales perjudicados de un sistema que ninguno de los otros dos sectores mencionados cuestionarán jamás.



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