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La insignia
4 de abril del 2002


Patentes saludables, pacientes desahuciados


Alejandro Nadal
La Jornada. México, 3 de abril.


Cada día mueren 8 mil 200 personas en el mundo debido al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Sin acceso a medicinas para prolongar la vida, el diagnóstico VIH positivo es un aviso de muerte para los pacientes en los países pobres. Y el sistema internacional de patentes contribuye a profundizar esta situación.

La industria farmacéutica mundial alega que para curar el sida necesita realizar grandes inversiones en investigación y desarrollo experimental (IDE). Según sus voceros se necesitan alrededor de 500 millones de dólares y ocho años para desarrollar cada medicamento importante. Para recuperar esa inversión, se necesita asegurar la protección de un fuerte sistema de patentes.

Pero la suma de 500 millones de dólares es exagerada. Muchas de las "nuevas" drogas son variantes de productos cuyo costo de desarrollo ya fue recuperado. Además, buena parte del costo de la IDE es cubierto con fondos públicos para la investigación básica en universidades públicas, en especial en el caso de los medicamentos antirretrovirales (ARV). Al mismo tiempo, en muchos países ricos el gasto en IDE de la industria farmacéutica es deducible de impuestos, lo que representa otro subsidio público.

Un estudio reciente del sistema fiscal estadunidense revela que las grandes empresas farmacéuticas sólo invierten en IDE 7,5 por ciento de sus ventas totales y gastan tres veces más en mercadeo, publicidad y administración que en investigación.

Los medicamentos ARV, disponibles en los países ricos desde 1992, están protegidos por patentes que permiten cargar precios hasta de 15 mil dólares anuales por paciente. Pero la organización Médicos sin Fronteras calcula que debido a economías de escala, el costo marginal de producir los ARV permitiría ofrecerlos a sólo 200 dólares por persona al año, 2 por ciento del precio en el primer mundo.

El sistema de patentes impuesto por el TRIPS de la OMC sobre comercio y propiedad intelectual ha sido la clave para segmentar mercados, mantener precios elevados y extender las rentas monopólicas asociadas a cada innovación. Como resultado, en los últimos diez años, apenas 0.1 por ciento de la población afectada en Africa recibió medicamentos comparables a los ofrecidos por esas empresas en los países ricos.

En Sudáfrica, 23 por ciento de la población adulta entre 15 y 49 años de edad se encuentra infectada, alrededor de 5,4 millones de personas. Con las tasas actuales de infección, en 2010 los huérfanos por sida serán 40 millones, el equivalente de la población escolar infantil de Estados Unidos. Pero cuando Sudáfrica aprobó legislación permitiendo la importación de genéricos producidos en la India, Brasil y Tailandia, la industria farmacéutica demandó al gobierno por invasión de patentes y Estados Unidos amenazó con sanciones comerciales. Durante el litigio han muerto más de 400 mil pacientes de sida en Sudáfrica.

Las compañías GlaxoSmithKline, Merck y Pfizer han intentado acciones en contra de los productores en la India y Brasil. Pero para mejorar su imagen pública, las empresas farmacéuticas llegaron a la reunión de la OMC en Doha con una propuesta de arreglo a cambio de que los países pobres accedieran a una nueva ronda de negociaciones comerciales.

En Doha la OMC accedió flexibilizar las reglas sobre licencias obligatorias (que permiten romper el monopolio de una patente) en el caso de los ARV genéricos. Pero las licencias obligatorias no son la solución porque no todos los países pobres tienen una planta industrial capaz de producir esos medicamentos y el producto debe ser consumido en el país productor. Por eso el Grupo de Africa propuso permitir a Brasil, India y Tailandia exportar a los países que necesitan los ARV. Al no llegarse a un acuerdo concreto se acordó que el consejo del TRIPS definiera una solución en 2002.

Pero el 7 de marzo pasado, en la primera reunión del consejo del TRIPS el gobierno de Estados Unidos objetó la aplicación de las excepciones establecidas en el artículo 30 para permitir el acceso a los genéricos ARV. Esta posición sabotea los acuerdos de Doha.

El sida a nivel individual es provocado por un virus y constituye un problema médico, pero la epidemia es un fenómeno social y económico. En el mundo hay 36 millones de personas infectadas y 70 por ciento está en Africa. La epidemia se agrava por la miseria, el hacinamiento, la migración y la destrucción del tejido social en comunidades rurales. Los ARV y nuevos medicamentos contra infecciones oportunistas representan una promesa para combatir la epidemia. Pero los países ricos y sus empresas han escogido cerrar la puerta a través del sistema de patentes.



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