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La insignia
1 de abril del 2002


Frenar la tuberculosis


Arancha Desojo
Centro de Colaboraciones Solidarias. España, abril del 2002.


Los principales objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para mejorar la situación sanitaria de la población mundial se están viendo retardados por el poco éxito de los programas internacionales en la lucha contra la pobreza. El resurgimiento de enfermedades dadas por desaparecidas, y la resistencia de otras a las que se pretendía eliminar en un corto plazo ha roto los planes de los organismos supranacionales. Pero la lucha contra las enfermedades infecto-contagiosas pasa necesariamente por la mejora de las condiciones de vida de la parte de la humanidad más pobre y, por tanto, más proclive a padecerlas. Como objetivos globales, Naciones Unidas en la Cumbre del Milenio celebrada en septiembre de 2000 se comprometió a reducir a la mitad la mortalidad debida a la tuberculosis y malaria y a reducir los nuevos casos de VIH al 25% en 10 años. La Asamblea de la OMS adoptó como objetivos para el control de la Tuberculosis la detección del 70% de los casos y el tratamiento del 85%. Pero para ello serán necesarias donaciones económicas, resolución de los problemas que afectan a la salud de los países más pobres y planificación estratégica relacionada con el desarrollo económico.

La OMS estima que un tercio de la población mundial está infectada con tuberculosis. En conjunto, son los países más pobres los que engloban el 90% de los casos y muertes por esta enfermedad. Se trata claramente de una enfermedad ligada a la pobreza. La falta de condiciones higiénicas, una escasa alimentación y unas condiciones de vida inadecuadas contribuyen a extender la enfermedad y a multiplicar su impacto. Además, la ausencia de buenos sistemas sanitarios es normal en los países con menor desarrollo económico. Una mala asistencia sanitaria alarga el tiempo de detección y disminuye la posibilidad de tratamiento.

En este empeño, el lema del "Día Mundial contra la Tuberculosis" del año 2002 es "Parar la tuberculosis, luchar contra la pobreza". Mediante esta premisa, los organismos implicados pretenden hacer comprender que la lucha contra la tuberculosis es una parte necesaria de la lucha por la mejora de las condiciones vitales de una gran parte de la humanidad. Está en marcha una cuenta atrás para la total erradicación de la tuberculosis en el año 2005.

La campaña de lucha incrementará el apoyo a la detección de casos y el tratamiento DOTS (siglas inglesas para Sistema de Tratamiento por Observación Directa), estrategia aceptada internacionalmente cuya eficacia se ha demostrado en la curación de la tuberculosis y la prevención de las resistencias. El DOTS consiste en proporcionar el tratamiento individualizado y comprobar que el individuo afectado lo toma en cada ocasión. El mayor problema del tratamiento de la tuberculosis es la cantidad de fármacos que lo componen, y el tiempo durante el cual hay que tomarlo. Los pacientes no controlados se olvidan de las tomas o pierden el interés por continuarlo durante los meses necesarios para hacer desaparecer totalmente la infección de los pulmones. Pero si no se completa en el tiempo, las bacterias que quedan se hacen resistentes y cuando aparecen los síntomas de nuevo, el tratamiento será ineficaz. Cuando se aplica de forma correcta, el DOTS proporciona curación a 9 de cada 10 enfermos. Pero se estima que sólo 1 de cada 4 enfermos reciben este tratamiento unitario y vigilado.

El informe "Macroeconomía y Salud: Invertir en salud para el Desarrollo Social" publicado por la Comisión de Macroeconomía y Salud de la OMS, órgano compuesto por economistas y especialistas de prestigiosas universidades, muestra cómo el coste total de las enfermedades en los países pobres se ha subestimado. De hecho, los expertos opinan que el coste directo de los tratamientos es menor que las repercusiones económicas a corto plazo que genera dejar las enfermedades sin tratar. Una fuerza de trabajo enferma constituye una pobre ayuda a la economía de un país.

Se estima en unos 12.000 millones de dólares el gasto anual de los países pobres debido a la tuberculosis. Se ha sugerido una pérdida media de tres a cuatro meses de trabajo debido a la tuberculosis: eso nos lleva a una pérdida media de ganancias entre el 20 y el 30% de los ingresos domésticos anuales, lo que para las familias supone una pérdida de unos 15 años de ingresos por muerte prematura del enfermo. Ningún país puede desarrollarse con una falta tan grande de mano de obra. La inversión en salud es inversión en capital humano. Y con este capital no se puede especular.



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