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La insignia
25 de abril del 2002


Entrañable Gustavo


Javier Diez Canseco
La República. Perú, 24 de abril.


Socialista y justiciero, empresario progresista, activo parlamentario, periodista crítico y plural, y amigo generoso y gratuito. Ese fue Gustavo Mohme. En cada una de estas facetas puso iniciativa, imaginación, entrega y espíritu unitario por el Perú y sus pueblos. Pero, ante todo, Gustavo siempre evidenció una sensibilidad especial para entender el sufrimiento de los que menos tienen. Incansable activista de las causas justas, buscó con su propia acción cotidiana reivindicar la política, dignificándola como servicio al bien común. La democracia para él jamás fue una categoría vacía sino una concepción integral: política, económica y social. Cada día, la convirtió en una norma de conducta para la convivencia solidaria, plural y tolerante.

Gustavo fue un demócrata tenaz y desde siempre un convicto socialista. Ya como estudiante en la UNI, llevado por su sensibilidad piurana, cotizaba anónimamente al Partido Socialista de Luciano Castillo para apoyar las campañas por la recuperación del petróleo contra la poderosa IPC que pretendía imponer su ley e interés. Luego, como ingeniero en Piura, ayudó económica y materialmente a los sindicatos petroleros, tejiendo desde entonces esa entrañable relación con los trabajadores. Más tarde, con el impulso que da la juventud, marchó hombro a hombro con los trabajadores, defendiendo el patrimonio nacional contra el fundamentalismo privatista que lo amenazaba. Con ese mismo aliento, agrupó y animó los movimientos descentralistas para unificarlos y potenciar sus fuerzas, convirtiéndolos en protagonistas de la derrota de la dictadura.

Su entusiasmo indesmayable acompañó los innumerables esfuerzos para la elaboración de un Proyecto Nacional que permitiera al Perú mirar con dignidad el futuro. Fue activo impulsor de la Coordinadora Nacional de Frentes Regionales en la lucha por un Perú descentralizado. A dos años de su partida, el país lo recuerda como el principal gestor del Acuerdo de Gobernabilidad por la Democracia, la Justicia y el Desarrollo suscrito por los partidos políticos en noviembre de 1999. Tuvo la expectativa de que éste sería un instrumento vivo, vigente, y capaz de construir una patria nueva, con libertad, progreso solidario, tolerancia, plena vigencia de los derechos humanos y justicia social.

Alto y fuerte como el algarrobo, con su invencible y permanente buen humor, enfrentó las infamias que sus enemigos lanzaron contra él. Mientras el régimen fujimontesinista buscaba quebrarlo, permaneció estoico, multiplicando coordinaciones y tareas, en defensa de los más pobres y por la reconstrucción democrática. Su legado está lleno de jornadas plenas de pasión por el Perú. Concertador por excelencia, practicó en forma generosa esa pluralidad y tolerancia indispensable para enfrentar la autocracia neoliberal que nos gobernó y continúa gobernándonos.

Ese era Gustavo Mohme. Se indignaba hasta la desesperación frente a la injusticia y se conmovía hasta las lágrimas con el dolor y la pobreza. El que abrió "La República" para convertirla en la voz de los humildes. Un hombre que se hizo a sí mismo con esfuerzo, confiado en su corazón generoso y libre. Un hombre que jamás cedió al chantaje ni a la infamia. Un hombre capaz de soñar con esa patria nueva que nos toca construir en su memoria.

Para quienes compartimos con él la amistad, el afecto y la esperanza, y acaso también, las decepciones, no es fácil describir la dimensión de su ausencia. Ya no está más su gesto generoso, su sonrisa franca ni su abrazo fraterno. A pesar de eso, es difícil hablar de Gustavo en tiempo pasado. Ahora, al pensar que este 25 de abril celebraríamos sus 71 años, el corazón nos dice que está vivo y presente. Alguien como él es irreemplazable.

Él quiso tender ese puente gigantesco para que los peruanos dialoguemos, debatamos, concordemos y discrepemos, llevados por el amor al Perú y a los peruanos que más sufren. Nos queda su obra realizada, su ruta trazada, su ejemplo a seguir. Hemos compartido con él décadas fructíferas de acción, de sueños y esperanzas, para hacer realidad esa patria para todos que aún es deuda pendiente con millones de compatriotas que aspiran a ser ciudadanos libres, solidarios y justos. Con tu ejemplo, amigo, continuamos la tarea y honraremos el reto: ¡Siempre estarás presente, Gustavo, tu amor al Perú es eterno!



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