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La insignia
15 de abril del 2002


La tinta


Eduardo Galeano
La Jornada. México, 14 de abril.


Los cronistas de los tiempos de la conquista de América se deshicieron en elogios prodigados a esa fruta rara, jamás vista ni saboreada, que los indios mexicanos llamaban ahuacatl y los peruanos palta.

Escribieron los cronistas que su forma semejaba a las peras, pero más se parecía a los pechos de moza doncella. Que crecía en los montes sin trabajo alguno, con Dios por hortelano. Que su delicada manteca, ni dulce ni amarga, regalaba suavidad a la boca, salud a los enfermos y fuerza a los flojos. Y que no había nada mejor para dar ardor al amor.

Ella, la fruta, opinó que muy merecidos eran esos homenajes, y para que el tiempo no los borrara ofreció a los cronistas la tinta indeleble de sus semillas. Con tinta de aguacate, con tinta de palta, fueron escritas las alabanzas.



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