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La insignia
11 de noviembre del 2001


Cuestionar más allá de servir


Laura E. Asturias
Siglo Veintiuno / Tertulia. Guatemala, 10 de noviembre.


El pasado jueves, para concluir las actividades efectuadas con motivo del décimo aniversario del Club de Prensa Extranjera en Guatemala, se realizó el diálogo denominado Nuevas tendencias hacia un periodismo más incluyente, en el cual participamos la periodista Marielos Monzón y yo, como ponentes.

Al evento asistió una diversidad de personas que externaron sus visiones sobre el ejercicio periodístico actual en nuestro país, y que suelen no contar con espacios para expresar sus inquietudes y justos reclamos acerca de los medios de comunicación.

Y es que, tal como manifestó Marielos Monzón, "los medios han perdido el norte de la función social que les compete". A modo de ilustración, mencionó lo que ha ocurrido a partir del trágico 11 de septiembre en Estados Unidos donde, por el ejemplo, el diario The New York Post mantuvo en sus publicaciones, durante unos 12 días, un rótulo que decía, en referencia a los terroristas, algo como simplemente eliminen a todos esos bastardos. Imposible pensar que esa exhortación no ayudaría a alimentar la postura guerrerista del Gobierno de ese país, en lugar de llamar a una cierta dosis de reflexión sobre las causas del conflicto. Y lo mismo puede decirse de medios mucho más prestigiosos que ese tabloide sensacionalista.

Otra cuestión destacada por la colega Monzón (y en esto se refería a Guatemala) fue que el periodismo sirve al sistema, no lo cuestiona. Las escuelas dedicadas a este campo no están formando a quienes pasan por sus aulas para que mantengan una actitud crítica en el ejercicio periodístico. Luego estas personas llegan a trabajar en los medios, donde es común que se topen con una línea editorial orientada a intereses particulares que frecuentemente no corresponde con la función social que esos espacios estarían llamados a cumplir.

Concuerdo con las percepciones de la periodista y con lo que ella propone para que el periodismo realmente sea una expresión viva de la sociedad. Esas propuestas se concretan a lo siguiente: diversificar las fuentes y los temas (es decir, democratizar las comunicaciones); formar una nueva generación de periodistas que cuestionen el poder; contextualizar la información; dar voz a quienes nunca la tienen en los medios; formar alianzas estratégicas con los diversos sectores de la sociedad (no sólo con aquéllos que convienen a los intereses particulares de un medio) y ayudar a crear una visión del mundo con otras características.

También en Guatemala, con contadas excepciones, los medios han perdido el norte de lo que debería ser el periodismo. Quizá el ejemplo más claro de ello es la forma en que este campo ha sido utilizado para ventilar problemas entre un medio y otro, o entre personas específicas de los medios, siempre en detrimento de una sociedad que más que nunca requiere objetividad en la entrega de información.

Mis propuestas en el diálogo del jueves se centraron en que el periodismo refleje al mundo y a la gente que lo habita tal como son. Que ayude a poner fin a la política de exclusión en los medios y ser un auténtico bastión de la libertad de pensamiento, dando espacio a las voces de los grupos tradicionalmente excluidos. Que cuestione la uniformidad que continúa encasillando a la gente en rígidos modelos imposibles de cumplir. Que vaya más allá de la cobertura casuística de la información y busque las causas de los hechos, de manera que la tarea periodística sea agente de sensibilización y, por tanto, generadora de los cambios profundos que Guatemala requiere.

Si la vida y la cultura son dinámicas, creo que el periodismo debería reflejar ese dinamismo, empezando por desempolvar y oxigenar los ideales de esta digna profesión.



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