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La insignia
18 de agosto del 2001


La vieja censura, ante el reto de Internet


Esther Navío
Centro de Colaboraciones Solidarias. España, agosto del 2001.


A lo largo de la historia, el desarrollo de cada nuevo medio de difusión e intercambio de ideas, ha discurrido casi de forma paralela al de los distintos mecanismos de censura y propaganda impulsados por las elites políticas y religiosas de cada país. Y los empeños en controlar los nuevos flujos de información han sido mayores y más sofisticados según aumentaba la repercusión socio-cultural del nuevo medio. Internet, que recoge y multiplica las posibilidades de los medios de comunicación anteriores, tampoco podía escapar a las ansias represoras de las autoridades del siglo XXI. Así lo señalan dos informes publicados este año: "Los enemigos de Internet", de Reporteros Sin Fronteras, que menciona en sus páginas hasta 59 países donde se realiza censura en Internet, y "Censor dot gov", de la organización estadounidense pro derechos humanos Freedom House.

Los mecanismos de control de Internet son muy variados. El escaso desarrollo o mal estado de las infraestructuras de la comunicación (con el consecuente encarecimiento de estos servicios) es la forma más contundente de excluir al 97% de la población mundial de Internet. El control de los servidores, mediante monopolio estatal o a través del manejo de los privados por parte de instancias próximas a las elites gobernantes (parientes, miembros del partido único...) es una práctica habitual en 45 países, que permite a sus élites bloquear páginas "indeseables", filtrar determinadas informaciones de la red e interceptar mensajes privados de correo electrónico. Algunas de las páginas más bloqueadas son aquellas de contenidos políticos contrarios a los gubernamentales, denuncia de violaciones de los Derechos Humanos o de corrupciones políticas, noticias procedentes del extranjero o enlaces a estas páginas perseguidas... con la excusa de que amenazan los valores esenciales del país. La aprobación de leyes sobre Internet es otra forma de intentar controlar sus contenidos. En la actualidad 13 países poseen una ley de cibercrimen, aunque hay otros muchos que estudian aprobarla. Alemania, Francia, Suiza, Reino Unido... han aprobado leyes que trasladan de alguna manera el sentido de responsabilidad de la prensa a Internet y persigan las nuevas formas de delincuencia que puede albergar la red. También han aprobado leyes sobre la red India, Cuba y Corea del Sur, que prohíbe la conexión con ciudadanos de Corea del Norte o China, y que tiene encarcelados a cuatro 'ciberdisidentes'.

Los tentáculos de la censura pueden llegar a la prohibición, control directo por parte del gobierno o cierre de los cibercafés existentes en el país, como ha ocurrido con 420 de estos locales en China entre junio de 1999 y febrero de 2000, y con los 400 cibercafés clausurados en Irán el 14 de mayo 2001.

Incluso, pueden alcanzar directamente a los equipos técnicos de las personas que deseen conectarse a la red: revisión de módems, obligación de los internautas a inscribirse en un registro, declaración de posesión de ordenadores, instalación de los equipos por parte de técnicos enviados por el gobierno que conceden la clave de acceso a los usuarios (Siria), corte de las líneas telefónicas de los disidentes (Vietnam), mensajes amenazantes a creadores de páginas de informaciones comprometedoras para el gobierno... En casos extremos, el acoso puede acabar en el asesinato, como ha sucedido con Carlos Cardoso en Mozambique o Georgiy Gongadze en Ucrania.

Los internautas buscan los resquicios que les ofrece la red para escapar de la larga mano de la censura, de la que actúa en la red, pero también de la que actúa en otros medios. Por ejemplo, en Marruecos o Turquía la red ofrece sin dificultades informaciones sobre el Frente Polisario o los kurdos, que han desaparecido de los medios tradicionales.

Las conexiones por satélite, el traslado de informaciones censuradas a páginas ajenas a la jurisdicción del país represor, los foros de debate, los proveedores de correo electrónico gratuito y el aumento de usuarios de la red son algunas formas de burlar a la censura. Y a otras muchas expresiones de autoritarismo y represión.

Los 'fundamentalistas' del mercado pueden pretender que Internet sea el elemento que establezca un abismo insalvable entre los ricos del norte y el resto del mundo y contribuya a la uniformación cultural del planeta (hoy, de 13 millones de páginas web, 73% corresponde a Estados Unidos y 18% a Europa). Pero las increíbles posibilidades de intercambio de conocimiento científico, técnico y cultural que ofrece Internet, pueden servir para mostrar que existen alternativas y dar una oportunidad de desarrollo a los países pobres.



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