España: Putas y putos

Como en España no está regulada la prostitución no sabemos cuántas personas la ejercen. De momento no me refiero a los que prostituyen su inteligencia o su honra o su cargo, que los hay a miles o a millones, sino a las personas que entregan su cuerpo a cambio de dinero. Algunas asociaciones calculan que en España hay unas 350.000 prostitutas y unos 50.000 prostitutos (de estos nunca se habla). A 20 euros el servicio (o 30, según otros datos) y 10 clientes al día, por ejemplo, el negocio acumula al año unos 36.500 millones de euros. Quizá sea algo menos o algo más. Todo dinero negro.

Nuestro Congreso de los Diputados concluyó en abril de este año que la prostitución no se puede regular como actividad laboral, así que dejó la cosa como estaba: que se ejerce sin ninguna ley que la apoye ni la prohíba y que deja a las chicas en la desprotección (habría que ver cuántas señorías han comprado cariño y carne para votar después contra la regulación del sector). Al asunto este se puede uno acercar como usuario corriente, como cliente hipócrita, como mafioso, como mirón o como ejerciente. A ellas nadie les pregunta. Se supone que los mineros, los albañiles, los oficinistas, etcétera, son los que más saben de sus propios problemas, pero parece que de los problemas de las prostitutas todo el mundo entiende… menos ellas.

Algunas organizaciones (CCOO, entre ellas, a la que aplaudo por esta actitud) han criticado duramente la resolución de nuestros diputados. Dejar las cosas como están sólo sirve para que estas mujeres, que dan mucho más de los que reciben, queden indefensas y sobreexplotadas.