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23 de febrero del 2002 |
«Lo mejor que puedo hacer es dibujar»
Pedro de la Hoz
Posiblemente no haya en toda la redacción de Granma alguien que pase tan inadvertido como Virgilio Martínez (La Habana, 1931), hecho de silencio y timidez, sumergido en la mesa de dibujo con sus lentes gruesos de duende tropical. Día tras día entrega, con puntualidad nocturnal, ilustraciones y viñetas. Se siente el más modesto obrero de la noticia, pero en realidad es un maestro, una leyenda en el ámbito de la gráfica cubana. De ahí que sea más que merecida su proclamación en este 2003 como Premio Nacional de Periodismo José Martí. Es propicio el momento, pues, para "desnudar" a Virgilio mediante el recurso de la entrevista.
-¿Por qué dibujas? "Es lo que pude aprender y lo mejor que puedo hacer. Fue la única posibilidad que tuve en el capitalismo para salir adelante, ganarme la vida. Tenía de niño vocación artística, de manera que lo más congruente con mi condición humilde fue situarme de aprendiz en un estudio de dibujo comercial y diseño de envases." -¿Recuerdas tu primer dibujo publicado? "Una caricatura de Eduardo Chibás, en 1949. Salió en una publicación de los jóvenes ortodoxos, en la que conocí a Enrique Hart." -¿Maestros? "Horacio Rodríguez y Adigio Benítez. De ellos aprendí el trazo fuerte, expresivo y directo que exige la caricatura periodística. De la ilustración norteamericana, estudié por mí mismo la técnica de maestros como Andrew Loomis y Norman Rockwell. Devoraba la revista American Artist's, cuyos ejemplares conservo en casa." -¿Cómo concibes el vínculo entre arte y política en un oficio como el tuyo? "Es algo muy orgánico. Pesan tus convicciones, del lado que tú te encuentres defendiendo. Soy de origen muy humilde. Mi escuela de sociología fueron los solares donde viví: Corrales 159 entre Cienfuegos y Someruelos (ahora Aponte); Monte entre Pila y Castillo. Conocí revolucionarios de muy diverso tipo, librepensadores, anarquistas, comunistas. Aunque no quieras, el hombre político que soy sale hasta en el dibujo de más aparente inocencia." -¿Cuánto pesa en tu vida el paso por el semanario Mella? "Tanto como la vida misma. Imagínate, sumaron, desde diciembre de 1954, cuatro años de trabajo en la clandestinidad, y luego, de 1959 a 1965, los maravillosos días posteriores al triunfo revolucionario. Cuando la dictadura, yo dibujaba en la oficina de publicidad de la empresa Santiago-Habana, en Neptuno y Mazón, cuando me fueron a ver del Partido para que colaborara con el semanario. Los órganos represivos nunca me descubrieron." -¿Y Pucho y Supertiñosa? "Me hacen evocar a Marcos Behmaras, el verdadero creador. Son personajes imaginados por él y a los que yo solo les puse imagen. Pucho salió en Mella luego de la visita de Nixon a Batista. El perro orinaba un pasquín del dictador. Con Supertiñosa, que se dio a conocer en agosto del 59, me divertí mucho: me encantaba satirizar a uno de los mitos de la industria cultural norteamericana. Marcos, malogrado en plena madurez, me embulló en El Sable a hacer Kokito Kemado, un samurai crítico." -¿Qué me dices de tus propias criaturas? "Bueno, ahí está Cucho, que los niños agradecieron en Zunzún, y algunas figuras mías de ciencia ficción. Tendré que volver sobre estas últimas." -¿Cómo ha sido tu década en Granma? "Retadora. Con temas difíciles. Hay que estar a la viva cada día. Por suerte cuento con magníficos compañeros en la redacción internacional que me despejan el camino." -¿El mayor riesgo de un dibujante? "No dar con el personaje o las situaciones que reflejas. Que la gente no los reconozca." -¿La mayor felicidad? "Publicar". -¿Fobias? "No tener a mano un lápiz, que me falte la tinta china, el papel." -¿Afinidades? "La belleza. En todas las cosas, en lo cósmico y en el ser humano. Y, por supuesto, en la figura de la mujer que es inagotable e infinita." -¿Silvio Rodríguez? "A veces me parece mentira haber trabajado con él. Silvio llegó a ser magnífico historietista. (Se ríe) Lástima para mí y suerte para la cultura universal que hallara otra vía de expresión. Al menos tengo la suerte de saber de memoria El rock de los fantasmas, su carta de presentación como autor en Mella. Estaba buena la musiquita de aquel rock." -Después del Premio, ¿qué? "Nada. Seguir trabajando. Los problemas del mundo están allí. Prefiero decir como Huckleberry: nos vemos en la próxima caricatura." |
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