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8 de septiembre del 2008

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Cultura

Obvio


Margarita García
Teodora / La Insignia*. Argentina, septiembre del 2008.

 

Primero lo oí en la radio, era un DJ que hablaba de las canciones que estaba programando: "Es un ska reggae dance techno, con ciertos aires de bossa y un toque de soul con una clara pero sutil influencia country, ¿me seguís?". "Obvio", decía el locutor. Esa noche fui a una fiesta y conocí a uno que uso el mismo mecanismo acumulativo para explicarme lo que hacía: "Estrategias, management, marketing publicitario, estoy con todo el tema de broadcasting y lo del mainstream, todo lo que tenga que ver con eso es mi target objetivo ¿me seguís?". Son como nenes indigestados vomitando datos sin sentido. Tendrían que tener un botón para resetearse, porque el golpe en la espalda ya no basta. Hay millones como ellos que van por ahí escupiendo palabras sin llegar a formar una sola oración: perdieron el sujeto y el predicado en un bazar de palabras huecas. ¿Saben qué es lo peor? Que no hay manera de combatirlos. Una se cree que con eso de darles a probar de su propia medicina va a propinarles un duro golpe, pero una se equivoca. Hice la prueba, le hablé al muchacho de la fiesta en sus mismos términos: "Yo me dedico a juntar grafemas, caracteres, símbolos, signos linguísticos, grafías, representaciones varias del idioma español o castellano, a unirlas de determinada manera u otra y componer unidades de sentido y/o significado, ¿me seguís?" "Obvio", dijo con cara de obviedad. En esa fiesta había muchos chicos y chicas sosteniendo grandes diálogos vacíos y después se daban besos o se miraban en clara actitud de: vos y yo compartimos un código. Hay gente que se casa después de tener este tipo de conversaciones. Gente que sabe que no entendió un soto de lo que el otro dijo pero se siente tan satisfecha y complacida de que el otro simulara entender lo que dijo ella y entonces eso se confunde con el amor. Después culpan al amor de que sea confuso, redundante, vaporoso y tienen la desfachatez de quejarse porque "Es que no nos entendemos", cuando todo sería más sencillo si alguien fuera capaz de estremecer al otro por los hombros: "¿Que qué?" y, de ser necesario, darle un par de cachetazos para que reaccione. Pero nadie dice qué, esa palabra está prohibida en estos contextos. En su lugar ahora figura otra, abominable, que se pronuncia más o menos así: Obbbvvio. Me encantaría saber qué cuernos significa.

(*) Publicado originalmente en el diario Crítica, de Argentina. Reproducido en La Insignia por cortesía de la autora.