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30 de marzo del 2008

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Sociedad

Impostura intelectual


Mario Roberto Morales
La Insignia. Gautemala, marzo del 2008.


En un artículo publicado por el suplemento "Magna Terra" (No. 39, Año 7, enero 2008), de la revista Este país, el costarricense Adriano Corrales Arias se permite decir algunas inexactitudes acerca de las tesis que conforman la propuesta de democratización interétnica contenida en mi libro La articulación de las diferencias o el síndrome de Maximón.

Primero, dice que yo obvio "la contradicción implícita entre nación y estado (sic)", "la cual-sigue diciendo-desarrolla muy bien Alexander Jiménez" (costarricense, por supuesto), y de aquí brinca a concluir en que yo divido la lucha interétnica guatemalteca en ladinos contra "mayas" y escamoteo la lucha de clases, quedando "atrapado en esa concepción binaria". También dice que de mí que: "evita hablar de las necesarias transformaciones sociopolíticas del estado (sic) capitalista en la actual etapa de globalización bajo esquema neoliberal".

No voy a decir nada sobre que copia una frase del prólogo de John Beverley ["Se trata, pues, de entender la evolución de lo nacional-popular, (sic) en las condiciones de la mal llamada Posmodernidad (sic)]", porque estos no son sino excesos obviamente provocados por el afán de disfrazar la diletancia intelectual con la máscara de los galimatías, a fin de alcanzar metas puerilmente exhibicionistas. Pero sí debo decirle que si él concluye de la lectura de mi libro que yo escamoteo las relaciones entre Estado (con mayúscula) y nación y que percibo la lucha interétnica binaristamente (indios o "mayas" contra ladinos), y que por eso no abordo la dimensión económica y política de la contradicción étnica, entonces no entendió el libro o no lo leyó.

Me inclino a pensar que no lo leyó, porque no es posible transcurrir más de 400 páginas sin enterarse de que se trata de un ensayo que desconstruye los binarismos culturalistas indioladinos, y cuyo eje articulador es la teorización de nuestros intrincados mestizajes diferenciados. No captar que se trata de un libro sobre el mestizaje, el cual, además, contiene un capítulo dedicado a articular una lucha antineoliberal en lugar de una estéril competencia binariamente multiculturalista, implica no haberlo transcurrido del todo e ignorar su planteo metodológico de fondo.

No voy a rebatir en detalle las ligerezas de Corrales porque por fortuna mi libro ha sido ampliamente leído y no necesita de mí para defenderse, pero sí le llamo la atención sobre la irresponsabilidad y la inmoralidad intelectual en las que incurre quien habla o escribe, fingiendo autoridad, sobre lo que no ha leído, no conoce o no entiende. Es sabida la sentencia que afirma: "No hay peor crítico que el que se niega a leer". Le convendría mucho hacerla suya para no incurrir de nuevo en la farsa de los que buscan prematuramente un reconocimiento por parte de quienes leen y saben menos que ellos.

El camino hacia la madurez intelectual no está pavimentado por la impostura, sino por la honestidad y el compromiso insobornable con la propia coherencia.

Lo invito por ello a leer la tercera edición aumentada del libro, que estará a la disposición del público a fines del próximo mes de abril. El volumen ofrece ahora a sus lectores dos anexos nuevos: uno, que trata sobre el origen y la obra de los criollos, y el otro, que es una propuesta de políticas interculturales contra la discriminación y el racismo.

Me interesa establecer el tipo de recepción que los intelectuales jóvenes están haciendo de mis planteamientos. Por eso, lo invito a leerlo; esta vez con el detenimiento del caso.