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19 de marzo del 2008

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Iberoamérica
Guatemala: La privatización de la inteligencia

Idea para una película


Mario Roberto Morales
La Insignia. Guatemala, marzo del 2008.

 

La historia tiene lugar en un miserable país del tercer mundo devastado por un conflicto armado de varias décadas que las partes dan por terminado al aceptar un soborno millonario de la cooperación internacional para asegurar la entrada masiva de capitales transnacionales.

Después de la puesta en escena de la firma de la paz, tanto la oligarquía local como las guerrillas derrotadas lograron reducir el ejército a su mínima expresión, pero los oligarcas que controlan los mayores monopolios locales y también el Estado, contrataron a militares contrainsurgentes para organizaran aparatos de inteligencia privados, que son los que ahora informan al Estado sobre la situación interna y sugieren qué familia oligárquica puede volverse socia minoritaria de las transnacionales.

Estos aparatos tienen una función eminentemente empresarial. Sirven para detectar la composición y los objetivos de las empresas nuevas que aparecen espontáneamente y para eliminar a discreción a competidores reales o potenciales de los oligopolios. La ideología y los objetivos de reducir el Estado a una simple oficina gerencial cuentan con el apoyo de esta agencia privada, que mantiene a los funcionarios públicos desinformados y dependientes de las decisiones de sus dueños; impiden la creación de políticas estructurales para el desarrollo de un capitalismo de libre empresa, de pequeños y medianos empresarios, y permiten a la oligarquía mantener vínculos con el crimen organizado y el narcotráfico.

En el momento de la acción funcionan tres servicios de inteligencia privados. Uno pertenece a los dueños del monopolio de ciertas aves para consumo; el segundo, a los dueños del monopolio de ciertas bebidas, y el tercero es un apéndice del anterior. Hubo un cuarto servicio de inteligencia que funcionaba en el sótano de un edificio municipal capitalino y que pertenecía a otra familia oligárquica que es dueña del monopolio de los materiales de construcción, pero fue quemado por agentes de los otros servicios de inteligencia enumerados.

Esta familia, por medio de alcalde de la ciudad, promueve leyes para prohibir que un empresario cualquiera abra libremente negocios y los obliga a alquilar locales en sus gigantescos centros comerciales. De esta manera consigue comprar zonas urbanas enteras para construir más centros y con el tiempo se apodera de buena parte de la ciudad, incluido su centro histórico, bajo el pretexto de rescatar el patrimonio cultural de la nación.

Las familias monopolistas han entrado en conflicto porque sus servicios de inteligencia compiten por ofrecer al Estado información de acuerdo a sus particulares intereses, y es en medio de este problema cuando aparecen los héroes de nuestra historia: dos pequeños empresarios, hombre y mujer, que quieren hacer dinero. Él, criando aves; y ella, con una fábrica de bebidas. Ambos se han asociado para construir un gran centro comercial, para lo cual han conseguido un tercer socio que sueña con montar una fábrica de materiales de construcción. Los intereses de los héroes de la historia chocan frontalmente con los de los oligarcas monopolistas y sus servicios de inteligencia, y aquí la historia se complica hasta desbordarse en un espectacular torbellino de la más rentable y entretenida violencia.

 

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