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24 de junio del 2008

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Cultura

En un lugar de la Mancha


Antonio Rivas
La Insignia. España, junio del 2008.

 

Con el cuento "De como el Quaque mató al hermano Folión y del curioso ardid que tuvo el guardia Plinio para atraparle" comenzó, en 1953, la que se puede considerar como la versión española y castiza del género policiaco. Diecinueve relatos, cuatro novelas cortas y ocho novelas protagonizadas por Manuel González, alias Plinio, el jefe de la guardia municipal de Tomelloso (Ciudad Real). Su creador, Francisco García Pavón (Tomelloso, 1919 - Madrid, 1989) desarrolló en estas historias un estilo de serie negra autóctono y original, alejado de los estereotipos clásicos anglosajones tanto en el carácter de los personajes como en el entorno en que se desarrollan.

De hecho, y desde cierto punto de vista, se podría decir que las andanzas de Plinio son novelas costumbristas más que policiacas. El misterio de turno ("los casos bobos, sencillos, que es la realidad de un pueblo donde no pasa nada", en palabras de García Pavón) es en muchos casos un simple hilo conductor sobre el que el autor construye multitud de pequeñas historias y situaciones, descripciones pintorescas y crítica social (expresada con la sutileza a la que obligaba la época de la publicación de la mayoría de los relatos, durante el franquismo), estudio de caracteres y representación de la realidad de la época. Pero, al fin y al cabo, ésas son también características de la novela negra, y no desmerece el resultado el hecho de que, en lugar de las grandes urbes norteamericanas donde se mueven los personajes de Hammett y Chandler, o el Londres donde actúa Sherlock Holmes, el escenario sea un tranquilo pueblo de Ciudad Real y las labores investigadoras corran a cargo de un discreto policía municipal, en compañía de su Watson particular, el veterinario jubilado don Lotario (que, a diferencia del mencionado Watson, es mucho más que un comparsa cuyo papel es relatar las aventuras del héroe y asombrarse convenientemente de sus habilidades), con el que recorre las carreteras en un SEAT 600.

Plinio no es un héroe con cualidades asombrosas; es un tipo normal, con sentido común, tranquilo y que conoce a los vecinos, sus familias, sus hábitos y sus quehaceres diarios. No aplica un método científico a la resolución de los casos; se guía por corazonadas, intuición y atención a lo que dice la gente, los cotilleos, los rumores... (y más en un sitio pequeño, donde es poco probable que no haya alguien que se haya enterado de algo). No se enfrenta a peligros (de hecho, jamás tuvo que disparar su arma reglamentaria) ni tiene una inteligencia excepcional o un pasado oscuro. Le intrigan los misterios, pero si el problema es el robo de once jamones, pues eso es lo que ha de resolver. Cuando se aburre por la falta de acción (y en esto tiene otro punto en común con Holmes: lleva mal la inactividad) no mitiga las molestias que ello le causa con escapismos exóticos; se va a la tasca del pueblo para pasar un rato de tertulia y tomarse unos chatos. Es un tipo normal, con las preocupaciones de cualquiera: el trabajo cotidiano, la boda de la hija, etc. Lo que no resta interés en absoluto a las historias de Plinio como serie negra per se. Simplemente, es otro estilo. Y el talento de narrador de García Pavón, considerado uno de los mejores cuentistas españoles del siglo XX, hace el resto.

Con el tiempo, y pese a la originalidad de sus planteamientos, su gran calidad literaria y el hecho de que es un claro precursor de la novela policiaca española, la obra de García Pavón ha sido injustamente olvidada incluso, o quizá especialmente, entre los aficionados al género, y la apreciación por parte de los autores españoles es más que relativa (el propio Vázquez Montalbán la despachaba como un "estudio de costumbres en un pueblo de la Mancha" y le negaba validez como propuesta de novela policiaca). Personalmente, considero que es un error pasar por alto esta serie, y la reciente reedición de las obras completas de García Pavón pone a disposición de los aficionados la oportunidad de comprobarlo.


Publicado originalmente en Bibliópolis

 

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