Portada de La Insignia

24 de octubre del 2007

enviar imprimir Navegación

 

 

Iberoamérica
Argentina

El lamento por los partidos


Edgardo Mocca
Club de Cultura Socialista / La Insignia. Argentina, octubre del 2007.

 

Es una paradoja argentina la de que nunca como en estos tiempos de crisis y descentramiento de los partidos políticos se hayan levantado tantas voces que los reivindican y los consideran reservas centrales de la vida democrática. Se puede, ciertamente, celebrar este reconocimiento en un país atravesado a lo largo de toda su historia por un sentido común y una práctica hostiles a la existencia de un sistema plural de partidos pacíficamente competitivos.

Tenemos ante nuestra vista una competencia electoral centrada en un conjunto de liderazgos personales, a cuyo alrededor se nuclean estructuras políticas dispuestas a desempeñar papeles absolutamente secundarios. El paisaje abarca por igual al oficialismo y a las múltiples opciones opositoras.

Este estado de cosas ha dado lugar a una interpretación que se convirtió en un lugar común del discurso opositor: la de que el gobierno de Kirchner es el responsable de la decadencia de los partidos. Según ese punto de vista, el uso de los recursos públicos ha permitido al Gobierno generar una confederación de partidos provinciales del más variado signo con el fin de asegurar la victoria de la candidata oficial.

Muchos son los interrogantes que surgen de ese relato. ¿Cómo es posible que los partidos que ordenaron el sistema político durante más de sesenta años y atravesaron dictaduras, proscripciones y persecuciones de las más variadas, sucumban ante algunos supuestos favores oficiales? ¿Por qué no pudieron otros gobiernos legales o dictatoriales desarrollar con éxito esa estrategia? ¿Cuál era el estado de los partidos en el momento en que el actual Gobierno empezó su mandato?

Curiosamente la añoranza de los partidos políticos se ensambla con otro lugar común, el del fracaso de la demanda de renovación de la política que recorrió el país a partir de diciembre de 2002. Se reclama que "vuelvan los partidos" y simultáneamente se lamenta la falta de renovación política. Puede explicarse la aparente contradicción por el hecho de que en nuestro país no implosionó el sistema de partidos a la manera en que lo hizo en Venezuela o en Bolivia.

No hubo reforma constitucional posterior a la crisis, ni apareció un nuevo actor partidario central; permanecen, por lo demás, las viejas estructuras partidarias, aun cuando su influencia orgánica se haya reducido considerablemente. Pero el paisaje político ha cambiado drásticamente.

En realidad ya había cambiado la configuración política en 2003, cuando el justicialismo se presentó dividido en tres opciones a la competencia presidencial y el radicalismo, unificado en su fórmula, obtuvo poco más de 2% de los votos. Sin necesidad de que ningún Gobierno central desarrollara estrategia alguna para aglutinar fuerzas provinciales, los partidos habían virtualmente desaparecido.

A los partidos políticos argentinos no los debilitó una estrategia gubernamental particular, los afectó y los afecta una pesada carga de desconfianza ciudadana, producto de la catástrofe que vivió el país no hace tanto tiempo. No se trata solamente de las penurias económicas y sociales; hay también, detrás de la distancia con los partidos, una suma de ilusiones frustradas, una larga saga de deterioro que incluye hechos de corrupción como la venta de votos en el Senado.

La cuestión parece ser que no se confunda la innegable necesidad de la reconstrucción de un sistema de partidos como garante del pluralismo y la deliberación política con la reivindicación de los partidos realmente existentes. Que no se mezcle en un mismo hilo argumentativo la necesidad de contar con un sistema de alternativas políticas claras y diferenciadas, con la defensa de prácticas corporativas y autorreferenciales.

Las elecciones son un hito central en todo proceso democrático, particularmente para un país que estuvo al borde de su disolución como comunidad política. Es el pronunciamiento popular el que, en última instancia, habilita o bloquea los proyectos partidarios. Después del 28 de octubre, quedará abierta la posibilidad de un reagrupamiento político partidario expresivo de la nueva realidad política argentina después de la más grave de sus crisis.


Publicado originalmente en el diario Clarín, de Argentina.

 

Portada | Mapa del sitio | La Insignia | Colaboraciones | Proyecto | Buscador | RSS | Correo | Enlaces