15 de octubre del 2007

El caballero que partió
en busca de quién sabe qué

Marcos Winocur
La Insignia. México, octubre del 2007.

Érase que se era el caballero y los campesinos. El caballero en el castillo y los campesinos en la aldea. Y un día, cuando nadie lo esperaba, llega una carta: «busca bajo la piedra grande». Era todo lo que decía. ¿Qué hacer? La prudencia aconsejaba romperla y olvidar del asunto, que todo siguiera como hasta entonces, sin sobresaltos. El caballero en el castillo y los campesinos en la aldea. Pero aquél no atinaba a decidirse y éstos nada sabían. Fue cuando el caballero rompió la regla de oro de cada uno en su casa y convocó a los campesinos a una reunión.

Imaginen la sorpresa en la aldea, imaginen cómo se ataviaron las esposas y las hijas, imaginen cómo se duplicó la sorpresa cuando el caballero comunicó el texto de la carta recibida. Todos mudos. Hasta que el más anciano se atrevió a hablar. Y dijo: ¿y si fuera una broma pesada? Y el segundo más anciano se atrevió a hablar. Y dijo: ¿y si vienen a instalar los medidores de agua? Se hizo un silencio profundo. El caballero lo rompió. Yo iré a la piedra grande, dijo, y veré de qué se trata. Diciendo y haciendo, el caballero partió. A los pocos días, fatigado y cubierto de polvo, estuvo de vuelta. Los campesinos se agolparon en torno suyo. Sin bajarse del caballo, dijo: esto había bajo la piedra grande. Y sacándola de una de sus alforjas, mostró una gallina.

Lo dicho, exclamó el más anciano, una broma pesada. ¿Y si fuera la gallina de los huevos de oro? intervino el segundo más anciano. Nuevamente se hizo un profundo silencio, sólo interrumpido por los golpes que daban los instaladores de los medidores de agua. Y desde entonces la gallina se pasea por mitad de la aldea, sin que nadie ose molestarla ni mucho menos pensar lo buena que sería para la olla. Tal vez ponga un huevo de latón.