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La insignia
9 de marzo del 2007


__Especial__
España, 1936-1939
España, 1936-1939

La batalla de Guadalajara (I)


Vicente Rojo
De «Así fue la defensa de Madrid»



Cuando aún no nos habíamos rehecho de los efectos destructores de la batalla del Jarama, surgió una amenaza de mayor envergadura en el frente de Guadalajara (...) El flamante Cuerpo Italiano (...) perfectamente organizado y ampliamente dotado de artillería y carros de combate, en colaboración con otras tropas españolas y marroquíes, y fuertemente apoyado por las aviaciones alemana e italiana, iba a realizar el envolvimiento de Madrid y de la mayor parte del Ejército del Centro, descendiendo desde Sigüenza y Alcolea del Pinar sobre Guadalajara y Alcalá de Henares (...).

Lo que antes no habían podido lograr por el camino más corto y cercano a la capital, iban a intentarlo ahora con mayor amplitud y con fuerzas motorizadas, anulando así el inconveniente de la mayor profundidad del esfuerzo principal, para cortar nuestras comunicaciones con Levante.

(...) Hemos tenido ante la vista el ambicioso plan del adversario, en el que no faltaba el croquis entregado a sus jefes subordinados por el comité de una de las divisiones italianas (Coppi), para la ocupación de Guadalajara: la idea de maniobra consistía en romper el frente en la dirección Sigüenza-Guadalajara; rebasar enseguida a la columna de ruptura con otra motorizada, que profundizaría mientras se ocupaban y mantenían los dos flancos de la ruptura, y proseguir inmediatamente sobre Guadalajara, tras una breve detención para reorganizarse, si era necesario, en la zona de Torija.

Tres jornadas serían suficientes para ocupar aquella ciudad; durante la cuarta, el ataque caería sobre Alcalá, consumando el corte de las comunicaciones, porque el espacio ya se hallaría libre para la maniobra. Lo demás vendría solo, pues la presencia de las tropas italianas a las puertas de Madrid y el cerco al que se sometería al Ejército del Centro darían al traste con la embrionaria organización de nuestras tropas y de su frente defensivo, obligándolos a derrumbarse como un castillo de naipes.

En su ambición, nada significaban los cuatro meses de combate, en la capital y sus contornos, ni el brillante esfuerzo realizado durante el mes anterior por nuestro soldado en la batalla del Jarama, paralizando la ofensiva de un ejército mejor que el italiano, aunque peor dotado. Los invasores de nuestro suelo pensaban, sin duda, que el improvisado soldado republicano no podría nada frente a la organización, la técnica y la fuerza, y lo consideraban condenado a fracasar ante una maniobra rigurosamente preparada.

¿Rigurosamente? Digamos, mejor, con torpeza, porque en ella se olvidaba la calidad del hombre y se cerraban los ojos a esta realidad: que en Guadalajara iban a enfrentarse por primera vez los hombres idealistas, tercos, valientes y patriotas de la defensa de Madrid, con las tropas extranjeras que invadían la península (...).


Ofensiva y reorganización

En tal estado de cosas, el día 8 se produjo la ofensiva enemiga. Bastó el primer parte, confirmado por la aviación, para que se encaminasen al nuevo frente los primeros refuerzos. Confiábamos que aquel sector, que ya estaba reforzado y que disponía de alguna reserva, resistiera la embestida inicial (...) pero no fue así. La potencia del ataque (aunque en aquellas jornadas ignorábamos la masa de medios que se habían puesto en juego) excedía con mucho a los cálculos, aunque carecíamos de buena información para poder valorarlo de manera precisa.

Según nos informaba la aviación, el ataque abarcaba un extenso frente que se extendía hasta la margen derecha del Henares; en el llano podía precisarse el ataque en tres direcciones, y sólo en la central parecía estar contenido, localizándose la lucha en torno a Almadrones (...).

Las primeras unidades enviadas al frente para remediar aquella pésima situación, que aún era de insospechada magnitud para el propio Comando, fueron orientadas por la carretera principal y por la de Armuña-Archilla-Brihuega, con la misión de cerrar a toda costa el paso hacia Madrid y buscando el contacto con el enemigo, cuya verdadera situación se ignoraba, pues las informaciones que se recibían carecían de precisión.

En medio de esa confusa situación se estableció contacto el día 10; se pudieron recoger a algunas unidades dispersas y desmoralizadas y, hacia mediodía, coordinar la actuación de nuestras unidades avanzadas y tener una idea relativamente clara de la ubicación del adversario (...). Se tomaron además toda clase de precauciones para dejar barrenadas las carreteras, ya que si fallaban las unidades que estaban tomando contacto con el enemigo, la llegada de éste a las puertas de Madrid era cuestión de muy pocos días (...).

El conocimiento de la presencia de los italianos en el frente fue un reactivo maravilloso; los jefes y las unidades (...) se ofrecían resuelta y espontáneamente; teníamos dónde elegir; podía seleccionarse lo mejor, y con lo mejor, superpuesto a lo que habíamos tenido más a mano y que ya estaba actuando, comenzó el desarrollo de la primera acción, inexcusable para poder batirse: organizar un frente, un Sistema de Fuerzas, una red de Mandos, un complejo de Servicios y de trabajos defensivos; en suma, restaurar todo el mecanismo de fuerzas que había quedado pulverizado.

(...) Comenzaba así, desde la tarde del 10, una verdadera batalla de encuentro que los cogió por sorpresa (...) Se había reorganizado el Sistema de Fuerzas propio, creando el Cuerpo de Ejército IV bajo el mando del teniente coronel Jurado, que se había distinguido en el mando de la 1ª División (Somosierra), sirviéndole de jefe de Estado Mayor el teniente coronel Muedra, que lo había sido de dicha División, y posteriormente, de la Agrupación del Jarama. Sus tropas fueron:

-La División 11 (Líster), con las Brigadas 1 y 11 y una agrupación de unidades de choque seleccionadas del frente de Madrid. Cubrió el frente de Torija y la carretera principal.
-La División 14 (Mera), con las Brigadas 12 y 65 y otra provisional. Se dislocó frente a Brihuega.
-La División 12 (La Calle), anterior comandante del sector, con las Brigadas 49, 50 y 61, que cubrieron el frente del Henares, el menos amenazado y en el cual tenían que ultimar su reorganización.
-La Brigada 72, que se dislocó cubriendo el flanco derecho.

Sucesivamente se fueron sumando otras unidades (Div. 50), entre ellas otra Brigada Internacional. Se formó una masa artillera a base de grupos sustraídos del Jarama y de Madrid. Se incorporaron la casi totalida de los carros [de combate], muy reducidos en efectivos por las graves pérdidas anteriores. Y actuó, en fin, toda la aviación disponible, cuyo empleo era esencial para contener la maniobra motorizada (...) Frente a tal Sistema de Fuerzas, realmente improvisado en el curso de la lucha y a base de mandos y relaciones orgánicas totalmente nuevas, se hallaba el Cuerpo Italiano sobre el eje principal de la maniobra y, a su derecha, las tropas hispano-marroquíes (Div. Marzo), mandadas por el general Moscardó.



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