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La insignia
14 de marzo del 2007


Arañados signos


Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan
La Insignia. España, marzo del 2007.


Con permiso de Javier y de Casilda.

Hay afanes que son propiamente humanos y que nunca se podrán eliminar sin acabar antes con la naturaleza humana. Afanes, he dicho, pero acaso habría que llamarlos necesidades, o de un modo más pedante, elementos constitutivos de la naturaleza humana, eso que forma parte de la escurridiza esencia del hombre, aunque sea poco menos que imposible cuantificarlo o diseccionar sus partes. Todos, sin embargo, sabemos que está ahí, aunque algunas crean que pueden eliminarlo, o que se puede vivir sin ellos, y así lo hacen extrañamente.

Todo esto viene a cuento de la poesía, de uno encuentro de poetas jóvenes que va a tener lugar en Valladolid el 21 y el 22 de marzo. Son todos jóvenes y sus escrituras son lo razonablemente diferentes entre sí como para que los asistentes tengan aseguradas una visión poco parcial y alejada de escuelas. Es difícil encontrar un punto común entre Amalia Bautista, Antonio Méndez Rubio, Nacho Escuín, David González o Mercedes Díaz Villafrías. Quizás la más conocida sea Elena Medel, quizás a poca gente le diga algo los nombres de Vicente Luis Rojo o Luis Bagué Quílez. Es lo de menos. Lo importante es que un grupo de poetas se van a reunir, con sus diferencias pero también con su gusto común por la poesía, que todos están interesados en alejarse de los caminos más transitados y que no demuestran que en esta sociedad altamente tecnificada, en que el interés y la usura (del tiempo y de los objetos) no predominan en todos, como tampoco la abulia o el conformismo.

De manera simultánea, una simultaneidad que los antecede y los continúa, entre los días 15 y 30 de marzo, algunos artistas, también poco convencionales, expondrán obras en torno a los poetas. Un poema, un verso, a veces una simple frase, sirven de espoleta para crear un cuadro, un grabado, un a camiseta o un bolso, por poner algunos ejemplos.

Me habría gustado hablarles de Antonio Méndez Rubio, una revelación extraordinaria (la vida siempre nos guarda sorpresas y nunca está agotada la capacidad de asombro). Es una poesía de la condensación, de alta exigencia y que surge de un compromiso político nunca expuesto de manera ramplona. Sin querer ser banal, les aseguro que he visto a pocos poetas elegir de manera tan exacta las citas que abren sus libros, fragmentos políticos que se abren a sorprendentes ámbitos poéticos y políticos en la mejor línea de poesía comprometida sin caer, lo repito, en el sermón ni en la ramplonería estética. En otro momento les hablaré de otros poetas, quédense con sus nombres y lean sus poemas.



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