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La insignia
13 de marzo del 2007


Puta moral


Ruth Toledano. España, 2005.


A las trabajadoras del sexo.
A Hetaira.

Qué moral es esta según la cual, si vendes tus ideas, eres un creador, y acaso un genio; si vendes tu trabajo manual, eres habilidoso y necesario; si vendes la mayor parte de tu tiempo y tu esfuerzo al servicio de cualquier empresa más o menos corrupta, eres una persona más o menos de éxito; si vendes tu estabilidad emocional, tu capacidad de elección, tus opiniones, si vendes tu alma (al jefe, al grupo, al marido, al dinero, al poder, al diablo) eres un ser adaptado y respetable. Pero si, en tu infinita libertad, vendes tu cuerpo; si, a través de tu cuerpo, vendes sabor y tacto, caricias, fantasías, orgasmos; si vendes sonrisas y erotismo; si vendes sexo y compañía; si vendes ilusiones y placeres más o menos fugaces, eres un ser indigno y marginal.

Existe otra moral. La que comprende que es peor vender armas que vender felaciones; es más: que, en sí mismas, las armas son malas, y buenas, las felaciones. Que es malo bombardear, explotar, contaminar, y no lo es apostarse en la calle a la espera de alguien que venga buscando el gozo de tu sexo. La moral que comprende que es mejor hacer el amor que hacer la guerra. Según esta moral, el trabajo del sexo es mucho más digno, respetable, pacífico, necesario que aquel que cotiza en Bolsa y rige los destinos de un mundo despiadado. Por eso hay que defender los derechos de quien ejerce este trabajo, defenderlo de sus accidentes y de los peligros de la moral aquella (la doble, la falsa, la mentirosa, la rancia, la represora, la injusta, la machista, la triste). Defender una moral alegre, segura y libre, una moral puta. Como todas.



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