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La insignia
19 de julio del 2007


Colombia

Vida en otros mundos


Álvaro Delgado
Actualidad Colombiana / La Insignia. Colombia, julio del 2007.


Tuvimos la oportunidad de entrevistar a un padre y su hijo, habitantes de una región del sur colombiano dominada por las FARC, y lo que sigue es lo nos contaron con sus propias palabras.

Allá la gente vive dela coca. En el hogar, en el trabajo, en el vestir y hablar son campesinos netos. Allí el comercio se mueve por la coca. Antes el mercado era semanal y entraba mucha plata. La que siembran ahora es la coca boliviana, que cogen cada tres meses y da más ganancia que la peruana, que se cultivaba anteriormente. Ahora muy pocos tienen la peruana. Pero como no les compran la cocaína puntualmente, la compra de víveres se paga con coca. La gente hace remesa para un mes y en las tiendas hay balanzas para pesar la coca. Una libra de arroz vale mil pesos y uno la compra con coca, por ejemplo. Las empanadas que le regalan a un niño las pagan con coca.

Cuando la gente tiene buena plata viaja fuera de la zona para mercar. Pero a final de año la gente está pelada y no hay compra. Los coqueros compran hasta octubre, digamos. El resto del año y comienzos del siguiente las familias están sin cinco y pasan necesidades. Son cinco meses sin plata, entre octubre y febrero. Como no hay plata en las tiendas, no hay surtido. La gente tiene coca y no dinero. Venden bastante hasta octubre, ganan miles y hasta millones, y se gastan todo en fiestas y comidas. No saben manejar la economía del hogar. Los que pagan el pato son los niños, que entran a clases y no tienen ni siquiera cuadernos para iniciar el curso. Entonces todo el mundo comienza a pedirle ayuda al gobierno. Eso es lo que les dice la guerrilla: pidan al gobierno. Pero el tendero tampoco tiene efectivo sino coca retenida. Tiene que esperar a que llegue el comprador y eso puede tardarse, aunque siempre llega.

Pero cuando no hay plata hay más comercio. A la gente le da más pesar gastar la plata que la coca. Si no hay plata sino coca la gente gasta más. La coca tiene que ser buena, limpia, sin mugre, y dar tiza, o sea, teñir la mano donde se refriegue. Cada familia tiene un plante de coca y cada mes la procesa en su propio laboratorio: no necesita sino un rancho, una caneca con una prensa, los químicos, un cajón con la coca. A la hoja macerada se le echa la cal (porque ahora no dejan pasar el cemento). También compran el bicarbonato por quilos y lo cocinan. O sea, tienen que comprar los químicos, y además deben fumigar. No es que saquen mucho. A la hora de sacar las ganancias, a un plante le pueden quedar quinientos mil pesos o más en tres meses de mercadeo, pero otros sacan millones. No es cocaína depurada, es una pasta de color oscuro, de la cual después sacan la fina.

Antes uno veía frutas, huertas pequeñas, y en las fincas había gallinas y la gente no aguantaba hambre. Tenían marranos y había carne y huevos todos los días. Si hay maíz, sal y dulce, hay lo esencial. Eso es, digamos, al otro lado de un río, pero se da el caso de que en la otra margen la gente no tiene siembra de maíz, caña, plátano, y aguanta hambre. Mandan a los niños a la escuela para que aprovechen el restaurante escolar y el resto consiste en pedir al alcalde o a alguna otra autoridad que les dé comida, o la gente se va a otros lados a conseguir trabajo. En vista de eso, desde hace seis años o más la guerrilla obliga a la gente a que siembre comida. Cada finca deberá tener unas dos o tres hectáreas sembradas de alimentos, entre sesenta o cincuenta totales. Cada Junta de Acción Comunal [JAC] tiene que tener cuatro hectáreas con caña, yuca, maíz, plátano. Pero el maíz es costoso porque el consumo no da y vale mucho sostener el cultivo. El resultado es que la gente tiene abandonado el trabajo: cuatro hectáreas de alimentos para una finca es muy poquito, porque ahora no tienen gallinas, por falta de maíz. Cumplen el mandato, pero lo que cultivan es muy poco para sostener a las familias. Mucha de esa gente llegó allá proveniente de otras regiones; está acostumbrada a trabajar, y esa gente vive mejor. Pero el plátano o la yuca da menos que la coca. No vale la pena sembrarlo. El transporte es muy caro y pesado y en cambio la coca pesa poco y vale mucho más. Con la coca consiguen toda la comida y no se preocupan de cultivar alimentos. Claro que la gente vive también del ganado.

Todas las veredas tienen juntas de acción comunal y hay comités de salud, de educación, etc. Hay comité de ganaderos y si no lo hay lo van a formar. Buscan tener un almacén de productos para la cría de ganado, para tener almacén ellos mismos y vender sus productos, leche, queso, etc. En una parte se ve la plata más porque pagan cada quince días; allí hay más vida de comunidad. En tiempo de crisis la tienda de víveres no recibe coca sino solo plata, y es porque la gente tiene ganado. Por eso allí circula dinero y se vive mejor.

En octubre toman huisqui y se gastan miles y aun millones en trago. Los que sacan más plata siguen en la finca pero compran casa en la capital o guardan la plata fuera de la región. Se contentan con muy poco, como ocurre con la formación educativa de la familia. La gente tiene la madera en su poder pero no la da para construir escuelas o salones, a pesar de que no le vale casi nada. La gente solo quiere pedir y esperar a que le den. No son pobres. Dicen por ahí que ellos son tan pobres, que no tienen sino plata. No invierten en el rancho ni en la casa, la cama, la construcción de muebles, los trastos de cocina. Las niñas son menospreciadas por ellos. Un finquero puede tener cinco, seis o nueve niñas y todas son para la guerrilla, para que las aprovechen. A las mujeres las conquistan con la plata.

La gente se desplaza sin dificultad en la región. Todo el mundo conoce a todo el mundo y pueden desplazarse hasta las 6 p. m., por seguridad del campesino. Castigan al que desobedezca con limpia de carreteras, rozas, reparación de puentes, cargar ladrillo. Gente no conocida allá no puede entrar. Indagan al tipo y se lo llevan a investigarlo y de pronto aparece muerto. Cuentan a la gente que va a un matrimonio o entierro, y a los que consideran peligrosos los matan. Están los de uniforme, otros armados sin uniforme, hombres y mujeres. No roban a nadie y el que roba es castigado. Cuando llega el Ejército, en cambio, esa gente son ladrones. Los guerrilleros compran la gallina que piden. Los soldados en cambio cogen la gallina, se la tragan y no la pagan. Antes, al contrario, piden además que se la preparen. Sus oficiales les han dicho que todos allí son guerrilleros. Piden papeles y el campesino no carga generalmente papeles, y por eso le dan pata y pueden matarlo y luego presentarlo como guerrillero. Por eso la gente está con la guerrilla. La gente también los apoya porque están armados, claro. El Ejército asesina, viola y mata y dicen que son guerrilleros los que hacen eso.

Como la Alcaldía no hace carreteras, la guerrilla pone a la gente a hacerlas. Reúnen a la junta de acción comunal y dicen que cada comunidad ponga una cuota y saque gente a trabajar, vereda tras vereda. La gente acude y utiliza la carretera solo en verano. Entonces se presentan al alcalde para pedirle materiales y mejorar la carretera. Claro que la carretera sirve para transporte de la guerrilla. Hay carreteras en que no permiten que sean utilizadas por bestias de carga y solo pueden transitar por ellas carros y motos, que son los de la guerrilla. La gente tiene que cargar enormes cargas en mulas por los riscos, mientras las carreteras son para las motos.

Todos están en juntas de acción comunal, y cada junta da certificado cuando la gente se retira, para que lo presente en la otra parte adonde va. Está prohibido tener celular o internet. De esa manera en las escuelas no pueden enseñar eso. Claro que la gente trata de evadir todo eso. En algunos lugares la gente no pone quejas a las JAC sino a la guerrilla, pero eso no es general. No permiten que los muchachos lleven pelo largo y me parece que no gustan de los homosexuales. Las mujeres pueden ir vestidas como quieran a reuniones de juntas y todo eso no se puede ir con minifalda y cosas así sino con pantalones largos porque son reuniones solemnes y no puede permitirse la recocha. Las mujeres tienen prohibido poner cachos. La gente pone quejas sobre los amantes y la guerrilla los castiga llevándolos a trabajar. Al amante le llaman parrillero. Pero a la vez el marido no puede pegarle a la mujer; paga multa de cincuenta mil pesos por pegarle con el puño y por una patada paga cien mil.

Los guerrilleros no permiten elecciones. La guerrilla pone y quita presidentes de JAC, y el candidato de la guerrilla siempre gana. Hacen maniobra y queda como si la gente hubiera votado. En la capital la lista de JAC es otra, no esa que rige en el pueblo o vereda. Para ser presidente es requisito pertenecer a cualquier organismo de la guerrilla. Hay veredas con 90% y más de gente de la guerrilla en las juntas, y hay otras donde ellos son ínfima minoría y la gente ha tenido que salir. A esas veredas no es que las excluyan de las reuniones, sino que ellos no van, eluden de alguna manera la cita. La gente compra rifas de las juntas, pero no va a reuniones. Si ven que la gente sale y entra a la región muy a menudo, por ejemplo, cada semana o cada quince días, porque va a ver los hijos o por enfermedades o lo que sea, entonces se ponen inquietos y en cualquier momento detienen a la gente y le preguntan: "Oiga, ¿usted por qué entra y sale tanto? ¿Qué es lo que busca?". Y por más que la gente les explica que no hace nada malo, ellos de todas maneras le siguen las pistas e incluso les hacen seguimiento en las capitales, y no tienen inconveniente en dejarse ver de las personas, para que se enteren de que les siguen los pasos. Quieren tener el dato preciso de cada persona.



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