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La insignia
23 de enero del 2007


Reflexiones peruanas

Playas usurpadas


Wilfredo Ardito Vega
La Insignia. Perú, enero del 2007.


"Era una Arcadia -comenta un abogado después de pasar un fin de semana con su familia en un balneario al sur de Lima-. Mis hijos dejaban sus juguetes fuera de la casa sin temor a la delincuencia." Quizás mi amable colega no quería pensar en los delitos que cometían las personas que lo habían invitado.

Desde hace más de 10 años, la Ley 26586 precisa que la franja de playa de cincuenta metros, contados desde la línea de la marea más alta, es de uso público y que cada 1.000 metros debe garantizarse el libre acceso de todos los ciudadanos a las playas.

A pesar de ello, decenas de clubes y condominios emplean muros, portones y vigilantes para bloquear el ingreso a playas. La mayoría de clubes, además, tienen criterios muy subjetivos para seleccionar a los nuevos integrantes, con una connotación racista. En cuanto a las trabajadoras del hogar, varios de ellos disponen un solo uniforme de uso obligatorio y sólo se les permite ingresar al mar después de la puesta de sol.

Actualmente, conforme abren nuevos restaurantes elegantes y tiendas en la zona de Asia, algunos medios de comunicación señalan que ha surgido en el Perú un balneario comparable a Ipanema, Viña del Mar o Cartagena. Nada más falso: en esos lugares la playa y el mar son libres para cualquier persona.

"Tenemos órdenes de no dejar pasar a nadie que no sea socio" manifiesta en cambio vigilante del condominio Playa del Golf desde su caseta (si quiere saber cómo son algunas de las playas prohibidas, visite www.playadelgolf.com.pe). Sólo a algunas playas se puede acceder a través de un ingreso carrozable a la altura del grifo Pecsa ubicado en el kilómetro 97 de la carretera Panamericana. Allí existe un cartel que advierte que el ingreso es para residentes (expresión empleada no para referirse a los habitantes del pueblo de Asia, sino a los veraneantes) y tres tranqueras, que de lunes a viernes se encuentran levantadas. Eso sí, quienes osan ingresar son objeto de muchas miradas hostiles y los heladeros tienen órdenes de no venderles.

La actividad comercial también se diferencia de los balnearios de otros países porque no se concentra en calles, sino en una zona privada: el llamado "Boulevard de Asia" no es una avenida, sino un terreno cercado, con un pequeño acceso peatonal, vigilado férreamente por Prosegur. "Quienes vienen acá quisieran que así siempre el Perú -comenta una amiga mientras recorría conmigo el centro comercial-. Con guardias que les permitan disfrutar tranquilos de la vida."

El contraste entre la opulencia y la miseria es chocante: mientras los condominios gozan de agua potable, en los caseríos del distrito ésta es todavía un lujo; en el Boulevard es posible la conexión inalámbrica a internet, pero en el resto del distrito casi no existe servicio telefónico.

"Me impacta -dice una visitante extranjera- la diferencia racial entre quienes están tomado sol y quienes los atienden sumisos. Inclusive he visto a la hijita de una empleada que le han puesto el mismo uniforme de su madre, para que sepa su lugar."

A pesar de las motos acuáticas y los trajes de baño a la moda, las playas de Asia recuerdan los tiempos coloniales en que los indios estaban confinados en el Cercado o el Rímac, salvo que fueran sirvientes de los españoles. APRILS, la asociación de los propietarios que han usurpado los espacios públicos, pretende mantener este estado de cosas por tiempo indefinido y se opone vivamente al proyecto de levantar un hotel, que implicaría perder el control sobre quiénes veranean en esa zona.

Sin embargo, el pasado miércoles 17 de enero, el Congreso de la República aprobó una ley que reitera el carácter público de las playas y señala que impedir el acceso a éstas configura delito de discriminación, lo que implica, según el artículo 323 del Código Penal, una condena de hasta tres años de prisión. Alan García tiene todavía algunos días para decidir si promulga u observa la norma, aunque debe señalarse que fue él quien presentó al Parlamento el proyecto.

Entretanto, para plantear a la opinión pública la necesidad de brindar un trato digno a las trabajadoras del hogar y evidenciar la usurpación de las playas, se viene organizando el "Operativo empleada audaz": este domingo 28, decenas de mujeres, ataviadas con el uniforme de empleadas intentarán simbólicamente ingresar al mar de Asia. Muchas personas han señalado que desean estar presentes acompañando esta protesta que de manera lúdica y pacífica pretende contribuir a mejorar la condición de las trabajadoras del hogar en todo el Perú.

Ojalá el próximo año, en las playas de Asia puedan divertirse personas de distintos rasgos étnicos. Pretender constituir a orillas del mar una Arcadia basada en muros y guardianes no sólo es ingenuidad, sino también un delito.



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