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La insignia
8 de enero del 2007


El mundo del revés


Marcos Winocur
La Insignia. México, enero del 2007.


Conocí a alguien que, llegadas las fiestas, en lugar de la consabida frase de buenos deseos "que el año que comienza sea mejor que el que termina", decía: "Que el año que termina sea peor que el que comienza".

Sigue siendo expresión de los mismos buenos deseos, al igual que en aquella historia del vaso medio lleno y medio vacío, jugada aquí entre los términos "mejor" y "peor". El significado de la frase no cambia; sólo el orden en la lectura que hace el observador.

Y se puede ir más lejos, de modo que el significado mismo cambie y en ocasiones se vuelva el opuesto. Es el juego de la desobediencia que la mente se debe a sí misma, a lo creativo.

Fíjense, durante milenios dominó una lectura de la imagen que la vista dictaba: por encima de las cabezas, el sol recorriendo la bóveda celeste mientras la Tierra permanecía quietecita. Cuando en realidad hay dos lecturas posibles, una como escondida tras la otra. Pero durante milenios nadie podía suponer que la Tierra se movía con nosotros de pasajeros. ¿Y que eso ocurra sin darnos cuenta? Vamos... Pues bien, a un griego antiguo, cuyo nombre se me escapa, se le ocurrió pensar "al revés": si la Tierra gira sobre sí misma y al sol se lo considera fijo, el efecto (aparente) sería el mismo. Hay pues una doble lectura que la ciencia experimental de entonces no podía resolver. A ese griego pocos lo pelaron en su época, y así continuó, durante un par de milenios más, hasta que el telescopio llegó a manos del hombre.

Desde que me sé estas cosas, a riesgo de ser tachado de don inconformista o de don negativo, pienso "al revés". Es un bonito juego y un ejercicio de lógica que a veces descubre las causas enmascaradas de efectos y viceversa. ¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios? (la respuesta implica toda una definición y un programa filosófico). Cambiar "las armas de la crítica por la crítica de las armas", dijo alguien que ha sido relegado al grupo de los innombrables. Y la literatura se place en el juego de expresarse "al revés". De "La vuelta al mundo en ochenta días" de Julio Verne, otro Julio, llamado Cortázar, hizo "La vuelta al día en ochenta mundos", título de uno de sus libros.

En fin, travesuras si se quiere: ceder a la tentación de poner las cosas patas arriba para ver qué sale, y los resultados traen sorpresas. Por ejemplo, usted se pone un suéter o coloca una cobija más a su cama. Cree instintivamente que esos objetos le darán calor cuando sólo obrarán reteniéndolo en mayor grado y la fuente de calor seguirá siendo usted mismo. Otro ejemplo: Usted cree que la calle está mojada porque llovió cuando en realidad llovió porque la calle está mojada... no se lo crea.

Nota de pie de página: Acabo de consultar a mi amigo Aristarco de Samos y me ha informado de que el griego autor de la hipótesis de la Tierra móvil y el sol considerado fijo, se llamaba Guadalupe Pérez García. Ah, no, al revés: mi amigo Guadalupe Pérez García me ha informado que el griego en cuestión se llamaba Aristarco de Samos.



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