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10 de diciembre del 2007

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Cultura

Exploradores del abismo (I)


Javier Avilés
La Insignia. España, diciembre del 2007.

 

En el epígrafe 68 de Bartleby y compañía, Enrique Vila-Matas escribe:

Las frases de Kafka a Janouch (...) hablan de lo que me sucede a medida que avanzo en la búsqueda inútil del centro del laberinto del No: "Cuanto más marchan los hombres, tanto más se alejan de la meta. Gastan sus fuerzas en vano. Piensan que andan, pero sólo se precipitan -sin avanzar- hacia el vacío. Eso es todo."
Estas frases parecen hablar de lo que me pasa en este diario por el que voy a la deriva, navegando por los mares del maldito embrollo del síndrome de Bartleby: tema laberíntico que carece de centro, pues hay tantos escritores como formas de abandonar la literatura, y no existe una unidad de conjunto y ni tan siquiera es sencillo dar con una frase que pudiera crear el espejismo de que he llegado al fondo de la verdad que se esconde detrás del mal endémico, de la pulsión negativa que paraliza las mejores mentes. Sólo sé que para expresar ese drama navego muy bien en lo fragmentario y en el hallazgo casual o en el recuerdo repentino de libros, vidas, textos o simplemente frases sueltas que van ampliando las dimensiones del laberinto sin centro.
Vivo como un explorador. Cuanto más avanzo en la búsqueda del centro del laberinto, más me alejo de él. Soy como aquel que en La colonia penitenciaria no entiende el sentido de los diseños que le muestra el oficial: "Es muy ingenioso, pero no puedo descifrarlo."
Soy como un explorador y mi austeridad es propia de un ermitaño y, al igual que Monsieur Teste, siento que no estoy hecho para novelas, pues sus grandes escenas, cóleras, pasiones y momentos trágicos, lejos de entusiasmarme, "me llegan como míseros estallidos, estados rudimentarios en que toda necedad se desata, en los que el ser se simplifica hasta la memez".
Soy como un explorador que avanza hacia el vacío. Eso es todo.

En Exploradores del abismo, colección de relatos publicada recientemente, Vila-Matas vuelve a sus temas recurrentes: la dilución del autor, los impulsos suicidas y, sobre todo, la confusión entre literatura y vida. Entre las citas que enriquecen los textos de Vila-Matas, una de Julien Gracq se repite: "Estoy solo, pero no me quejo. El escritor no tiene nada que esperar de los demás. Créanme. ¡Sólo escribe para él!"

Puede que estos relatos de Vila-Matas surjan de las anotaciones que un convaleciente escritor, el propio autor, toma en un cuaderno rojo, una clara referencia a las obras de Auster, con quien los textos tienen más de una relación; y puede también que la enfermedad sufrida por el autor haya marcado un punto de inflexión en la literatura de Vila-Matas.

Se lee en "Café Kubista", el primer relato de Exploradores del abismo que, a pesar de ser el último de los relatos considerando el tiempo de su redacción, funciona a modo de prologo:

Estoy convencido de que no habría podido escribir todos esos relatos si previamente, hace un año, no me hubiera transformado en alguien levemente distinto, no me hubiera convertido en otro. (...) Él parecía haber llegado a un callejón sin salida, a un abismo final y a los límites de la literatura, y yo en cambio, sin tanto dramatismo, me siento ya simplemente fuera de aquí y he optado por dar un paso más y asomar mi mirada a otros espacios, convertirme en un explorador de ese famoso abismo que parecía cerrarle toda salida.

Si el relato funciona como prólogo, el lector tiende a interpretar el texto de "Café Kubista" como una explicación o una confesión del autor, cuando en ningún momento el narrador se identifique con Vila-Matas, ni con el nuevo Vila-Matas ni con el "otro". El título de la recopilación, Exploradores del abismo, que apela a una cita errónea de Kafka, nos lleva a Bartleby y cía, esa obra escrita por el "otro" y que nos debería hacer sospechar de todo el juego vilamatiano de confusión entre la realidad y la ficción: El jorobado narrador de Bartleby no puede ser identificado con el autor, sin embargo la primera persona ayuda a Vila-Matas a crear una confusión a la que nos entregamos, como debe hacerlo todo lector, con pasión. Un juego de confusiones al que ya habíamos discutido a propósito de los relatos de Bolaño.

El centro alrededor del que se estructura Exploradores del abismo es "Porque ella no lo pidió", un extraordinario relato donde el autor "da un paso más" y "asoma su mirada a otros espacios". En él, Vila-Matas retuerce la metanarratividad y nos lleva ante un abismo ante el cual no nos queda más remedio que aceptar que no hay posibilidad de distinguir la realidad de la ficción, que toda ficción es real y toda realidad ficcionada es una nueva realidad... y que la vida no tiene nada que ver con la literatura ni con la realidad.

Pero me gustaría destacar especialmente "Amé a Bo", insólito relato de ciencia ficción con aires surrealistas, con imágenes extraídas de Kubrick y de De Chirico, donde la desesperanza irónica de Vila-Matas se muestra en todo su esplendor: Qué mayor explorador del abismo que aquel que viaja en una nave espacial sin destino, avanzando siempre en línea recta, condenado a diluirse en el infinito...pero, ¿acaso no es eso la vida?

 

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