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La insignia
28 de abril del 2007


Menos izquierda


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Alumnos de Giuseppe Di Vittorio
José Luis López Bulla
Metiendo Bulla / La Insignia. España, abril del 2007.



Casi en paralelo han finalizado dos acontecimientos de gran relieve: la primera vuelta de las elecciones francesas a la presidencia de la República y el Congreso de los Democratici della sinistra en Italia. Para los efectos que me interesa, destaco de ambos eventos lo que sigue. 1) el candidato francés Bayrou, que no pasa al ballotage, ha declarado que tiene una gran sintonía con Romano Prodi y que, por lo tanto, dentro de poco dará vida a una nueva formación política, centrista, llamada Parti Democratique; 2) por otro lado, el congreso de los DS resolvió, por una amplísima mayoría, la creación del Partito Democratico junto a la Margherita de Franco Rutelli; una operación en la que no estarán dirigentes políticos de la talla de Giovanni Berlinguer, Flavio Mussi, Gavino Angius, Cesare Salvi, Claudio Fava y otras personalidades no menos renombradas (Achille Occhetto, por ejemplo) de la escena italiana y europea.

Naturalmente, todos ellos han manifestado que "no se irán a casa": formarán otra cosa nueva. Que, de momento, no se sabe si algo propio o confluyendo con el Partido de Fausto Bertinotti. En pocas semanas sabremos qué desenlace tendrá todo ello y si el nasciturus (cualquiera que sea) se convertirá en una complicación o en una aclaración complicada. En todo caso, dejamos en el aire (por no tener un servidor respuesta alguna: ni provisional, ni definitiva) si estamos ante unos procesos de pluralismo o de disgregación política. Algo, sin embargo, se puede columbrar: estos movimientos telúricos se dan en un contexto de formidables complicaciones en la áspera caminata de la construcción europea, tanto si es un patio de vecinos como una sobria posada.

Ahora bien, de algo podemos estar aproximadamente seguros: de momento (sin precisar cuántos quinquenios tiene ese "de momento") las filigranas francesa e italiana van a complicar las cosas de (y a) la izquierda; de (y a) la izquierda europea, por supuesto. Porque las líneas tendenciales que se desprenden de las operaciones de Fassino, Rutelli y Bayrou indican que, si consideran necesaria la construcción de un partido centrista así en Italia como en Francia, por inferencia debemos colegir que procurarán extender el artefacto hacia otros parajes europeos. En pocas palabras: la conclusión no forzada es que se concluye con menos izquierda en Europa. Cosa bien distinta es que al menos los italianos de Fassino no estén todavía en condiciones de abandonar el partido socialista europeo. Pero tampoco estamos en condiciones de saber qué duración temporal tendrá ese todavía. Ahora bien, tan cierto como que el Primero de Mayo próximo es el martes de la próxima semana, el futuro Partito Democrático italiano no estará en el socialismo europeo: Rutelli y Prodi lo han dicho por activa, pasiva y perifrástica. Con toda seguridad lo han oido y visto por escrito Fassino y D'Alema, aunque han disimulado al respecto.

Por lo demás, tal vez valdría la pena aclarar algunas cosas: la operación política italiana (y, por supuesto, la que se trae entre manos Bayrou) no sólo es lo que se ha dicho de manera más visible, esto es, la construcción de una organización no socialista. Tiene otras implicaciones que hasta la presente han permanecido en la trastienda. Cuando el Partido Democrático italiano habla en su manifiesto de las "raíces cristianas" está desplazándose hacia la no laicidad. Desde luego, nada tengo contra las raíces cristianas. Es más, considero que los claroscuros cristianos tienen mucho que ver con Europa y su cultura. Pero, a ver si nos entendemos, Westfalia inició un camino y algunas cosas meridianamente claras. Por otra parte, tampoco tengo nada que objetar que la Margherita reclame para sí las mencionadas "raíces cristianas" y, así las cosas, aunque me cueste trabajo esa digestión, partiendo de tales raíces es perfectamente comprensible que esté radicalmente en contra de los nuevos derechos de ciudadanía que han aprobado las Cortes españolas. Pero, ¿a qué viene esa deriva de D'Alema y Fassino?

Una voz europea, (alemana, por más señas) suficientemente informada de no pocas interioridades, me hace ver que la operación centrista está siendo vista con mucha simpatía por el Vaticano. Se apresura "la voz" a aclarar que, por su parte, no se trata de una teoría conspirativa y que la mano ratzingeriana está detrás de estos movimientos. No es descartable que el decimosexto Benedicto ande en medio de esas cocinas: una inteligente operación, una vez que la tradicional Democracia Cristiana va de camino hacia otros rumbos, mucho más útiles que apostar sólamente por el hisopo de gente como Rouco y Cañizares. Con éstos la batalla la tienen probablemente perdida; con el Partido Democrático, extendido por los cuatro puntos cardinales, la Curia -es una hipótesis provisional- sabe que ciertas cosas se quedarán donde siempre estuvieron.

Pregunta sin ánimo de armar la marimorena: ¿además de Italia y Francia, habrá otro lugar donde quieran hacer tres cuartos de lo mismo?



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