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La insignia
23 de abril del 2007


Ante la celebración del 23 de abril,
día de Castilla y León


Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan
La Insignia. España, abril del 2007.


El día 23 de abril celebramos los castellano-leoneses el día de nuestra Comunidad Autónoma. Recordamos la batalla que mantuvieron los comuneros contra el ejército de Carlos V en 1521. Algunos lo consideran el día nacional de Castilla. Como no podía ser de otro modo, todo día nacional va asociado a una batalla. Pocas veces lo asociamos a algún acto que no sea bélico, lo cual ya nos da una pista de por dónde van los tiros, dicho de manera coloquial. No solemos unir las celebraciones nacionalistas con descubrimientos científicos ni con actos de solidaridad porque la invención de la nación va asociada a la derrota del enemigo necesario que nos había estado reprimiendo hasta ese momento decisivo en el que hay una confabulación, un surgimiento, o resurgimiento, de las esencias patrias que nos llevaron, más bien que llevaron a nuestros muy remotos antecesores a levantarse contra la tiranía. Así ha sido y así será, y si no lo ha sido, la historiografía enderezará los torcidos renglones de la Historia. En casos tan importantes, los detalles no pueden enturbiar la belleza de la Nación.

Por lo que se refiere a Villalar, la historiografía nos dice que los comuneros castellanos se alzaron en armas contra el emperador, quien les impedía desarrollarse económica y políticamente. Como era de esperar, el emperador ganó la guerra y Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron ajusticiados, surgiendo entonces su mito. Con la derrota comenzó, a decir de los historiadores proclives a la leyenda y a la nación castellana, la decadencia de Castilla. Pero el mito resistía, sumergido, sin desaparecer del todo. En los años de 1970, en las postrimerías del franquismo, algunos grupos de izquierda empezaron a congregarse en Villalar de los Comuneros con el propósito de reivindicar aquella batalla, más bien la derrota, y con la llegada de la democracia y la Comunidad Autónoma de Castilla y León se instituyó el 23 de abril como día de la Comunidad.

Puede que en su momento, la reivindicación de la conocida popularmente como fiesta de Villalar tuviera un significado político de rebeldía contra el régimen franquista, pero dudo que lo fuera por cuestiones nacionales o de reclamación de un proyecto político centrado en las bases comuneras. Más bien, significaba enfrentarse a los mitos políticos del momento, es decir, de la dictadura. Instrumentalmente podía tener sentido, pero como proyecto de futuro le ocurría lo que a todo proyecto nacionalista: estrechez de miras, cerrazón política, involución, etc., aunque estuviera disfrazado de progresismo. Ya sabemos cómo ha sido el disfraz, lo que ha dado de sí y lo que ha encubierto en otros lugares.

Hoy en día, tras muchos años de gobierno del PP en la Comunidad, y con un nuevo estatuto a las puertas consensuado por el PP y el PSOE, Castilla y León afronta un futuro más bien pesimista según el informe de la FAES, afín al PP, y la experiencia de los que aquí vivimos. Castilla y León es una de las regiones donde es mayor la emigración hacia otras zonas. Concebida y desarrollada como una región de turismo rural y pequeñas empresas, gran parte de los jóvenes tienen que marcharse fuera si quieren tener un futuro (la llegada de inmigrantes de otros países le permite al gobierno regional maquillar los índices de despoblación.) Esto de emigrar no es algo malo de por sí; lo nefasto es que nos tomen el pelo con un estatuto que ni necesitamos ni hemos pedido, y que encubran la realidad con la celebración de fiestecillas nacionales al tiempo que se evitan los verdaderos problemas de desarrollo económico, infraestructuras, etc.

Como se podrán imaginar, el 23 de abril me quedo en casa y no celebro la fiesta, ni me quedo arrobado por las soflamas partidistas, ni pienso en la Castilla legendaria desde entonces decadente. Pienso en que con tanto espectáculo político, los problemas de verdad quedan ocultos. Y así nos va la fiesta.


Valladolid, 23 de abril.


Imagen: Ejecución de los comuneros Bravo, Padilla y Maldonado. Cuadro de Antonio Gisbert (fragmento). Congreso de los Diputados de Madrid.



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