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La insignia
14 de abril del 2007


En la muerte de Josep Lluis Lligonya


José Luis López Bulla
Metiendo Bulla. España, 13 de abril.



Me acaba de decir una voz amiga que ha muerto Josep Lluis Lligonya. Me ha sentado como una patada en el cielo de la boca. Hacía tiempo que sabíamos que estaba bastante delicado, y -según me contaron- le quedaba poco tiempo. A su hermano, Manel, le mando un abrazo así de grande.

Conocí a Josep Lluis a muy principio de los años setenta, cuando trabajaba en Subirá y Cía. Era representante de los trabajadores, enlace sindical como se decía en aquellos viejos (y pésimos) tiempos. También era representante de todos los trabajadores textiles mataroneses, porque formaba parte de lo que se llamaba entonces la Unión de Técnicos y Trabajadores del sindicato vertical, al que estábamos empeñados en destruir desde dentro y desde fuera. Siempre nos llamó la atención: una melena larga y unas gafitas a lo John Lennon. Pero especialmente sus comentarios sardónicos cuando hablaban los jerarcones fascistas. Era inequívocamente "de los nuestros", y Javier Sánchez del Campo le "fichó" orgánicamente para la causa. Estuvo presente en todas las batallas sociales de aquella época.

Recuerdo aquella mañana en la que ya se sabía la muerte del general de nefanda memoria. A eso de las ocho me encontré casualmente con Lligonya en el Bar Canaletas. Nos abrazamos y no sabiendo con qué brindar, nos echamos sendas copas de Machaquito en el gaznate. Sabíamos perfectamente que habíamos ganado, que nuestra lucha había dado buenos resultados. Naturalmente, la vida continuaba...

Más tarde Josep Lluis, por sus méritos propios, fue llamado (y elegido) para tareas de dirección en la Federación del Textil de Comisiones Obreras de Cataluña en sus primeros momentos como organización ya legalizada. Y tuvo, lo recuerdo perfectamente, sus experiencias y actividades en el terreno internacional: hizo un viaje 'oficial' a Polonia. Cuando volvió, me espetó en la Rambla de Mataró: Escolta, ¿a on m' has enviat? Alló no s'aguanta, noi. Completamente de acuerdo.

Y, andando el tiempo, montó la aventura de la televisión mataronesa. Sus conocimientos técnicos del medio le venían de su pasión por el cine y la fotografía. Leche, ¡qué tío!

La última vez que le ví fue en un acto político donde hablábamos Jaume Puig Peli y un servidor. Iba elegantísimo, pulcramente vestido. Al final del acto nos abrazamos, y me dijo: "Esta vez no te haré caso, seguiré votando a los mismos de siempre". Yo le dije: "Choca esos cinco, tocayo".

Mañana a las 12 en punto estaremos en el Tanatorio de Mataró. Caigo en la cuenta de que mañana es 14 de Abril: día de la República española. Ánimo, Manel.



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