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La insignia
6 de septiembre del 2006


Papúa Nueva Guinea

La cultura como excusa
para la violencia contra las mujeres


Amnistía Internacional, septiembre del 2006.



El gobierno de Papúa Nueva Guinea sigue sin hacer frente a la violencia contra las mujeres, y la consecuencia es que ésta se ha hecho tan omnipresente que impide el desarrollo nacional y contribuye a la propagación del VIH/sida, según da a conocer Amnistía Internacional en un nuevo informe.

"La violencia contra las mujeres es endémica en Papúa Nueva Guinea: afecta a la mayoría de las mujeres y las niñas en algunas zonas del país. Los apologistas de esta violencia, incluidos los que están en el gobierno, acuden a gastadas excusas como la cultura, la tradición o la falta de recursos" ha dicho Purna Sen, directora del Programa Regional para Asia y Oceanía de Amnistía Internacional, en la presentación del informe en la capital, Port Moresby.

"Este informe echa por tierra estas excusas. Amnistía Internacional ha investigado la violencia contra las mujeres en todo el mundo, desde Suecia hasta Colombia, pasando por las Islas Salomón, y ha visto que los gobiernos acuden a las mismas justificaciones en todas partes. Pero no hay excusas: el derecho internacional obliga a los gobiernos a proteger a las mujeres de la violencia, no importa dónde, cuándo y a manos de quién."

Las violaciones en grupo, los apuñalamientos a las esposas, las palizas y los abusos sexuales a las niñas y la tortura y el asesinato de "hechiceras" son algunas de las muchas formas de violencia contra las mujeres que se dan en Papúa Nueva Guinea. La amenaza de violación, agresión sexual y otros actos de violencia es tal que mujeres y niñas no pueden circular libremente por sus comunidades, ir al colegio, al mercado o al trabajo. El Estado no posibilita que las mujeres se incorporen con seguridad a la vida civil y económica, y esto restringe mucho el pleno uso de los recursos para el desarrollo nacional.

Los medios de comunicación nacionales dan a diario terribles noticias de tortura, violación y otros actos de violencia contra las mujeres. Ha habido numerosos documentos normativos y conferencias sobre el tema. Papúa Nueva Guinea fue de los primeros Estados que identificó y documentó la violencia contra las mujeres hace dos décadas, pero el debate nunca se ha traducido en medidas adecuadas sobre el terreno. La falta de voluntad política y la tendencia del gobierno a hacer hincapié en las dificultades y acudir a gastadas excusas ha hecho que haya habido muy pocos cambios para las mujeres en 20 años. Lamentablemente, muchas mujeres han llegado a ver la violencia como algo "normal", igual que los hombres, seguros de que el Estado no actuará de forma rápida, decisiva ni coherente contra ellos.

"El gobierno de Papúa Nueva Guinea necesita salir de su inacción y cumplir con sus responsabilidades. La falta de recursos no es excusa. El gobierno debe reconocer el efecto negativo que tiene la violencia contra las mujeres en toda la población, en el desarrollo de las comunidades y en la economía, y debe dar prioridad a las medidas contra esta lacra, haciendo el mejor uso posible de los fondos con que cuenta", ha dicho Purna Sen.

"Debe crearse un organismo que observe el cumplimiento por parte del Estado de sus obligaciones en virtud del derecho internacional de investigar y tomar medidas sobre las denuncias de violencia contra las mujeres. Este organismo deberá disponer de recursos suficientes para recorrer todo el país y realizar bien su trabajo."

La policía carece de recursos suficientes y casi nunca investiga las denuncias. A menudo los propios agentes están directamente implicados en las agresiones. Casi todas las mujeres con las que habló Amnistía Internacional dijeron que la policía suele enviar a casa a quienes informan sobre casos de violencia contra la mujer en el ámbito familiar o "somantas a la mujer", como se dice allí, diciéndoles que es un "asunto de familia".

'Margaret', de Angoram, Sepik Oriental, contó: "Mi marido tomó una segunda esposa y tuve que vivir con los dos en mi casa. Un día, al llegar todo estaba hecho un desastre y les dije: "Esta es mi casa y tienen que mantenerla limpia". Mi esposo me rompió la nariz y me dio con un palo en la nuca. Fui a la policía para que lo detuvieran y dijeron que lo harían, pero no lo hicieron. No sirven de nada".

"El gobierno de Papúa Nueva Guinea debe localizar y eliminar las raíces de la violencia contra las mujeres. La desigualdad y la discriminación sexista se apoya en costumbres como la poligamia y el pago por la novia, que refuerzan la creencia del hombre de que "posee" a sus esposas. El gobierno debe llevar a cabo una revisión del derecho y las prácticas consuetudinarios y modificar o suprimir rápidamente todo lo que sea discriminatorio para las mujeres", ha dicho Purna Sen.

El alto nivel de violencia contra las mujeres aumenta también el riesgo de que contraigan el VIH. Papúa Nueva Guinea se enfrenta al aumento de la epidemia de VIH, con un incremento anual del 15-30 por ciento de personas infectadas. La aceptación social de la violencia contra las mujeres se ha señalado como uno de los principales factores que contribuyen a la propagación del VIH/sida. Las mujeres que más peligro corren -aquellas cuyas parejas tienen varias mujeres o viajan mucho- suelen decir que no controlan el uso de condones y no pueden negarse a tener relaciones sexuales.

Las personas que luchan por los derechos humanos de las mujeres en Papúa Nueva Guinea están desde hace tiempo al frente de los esfuerzos para evitar la violencia contra las mujeres. Realizan una labor esencial al ofrecer refugio, consejo psicológico o asesoramiento legal a las supervivientes de la violencia, con poco o ningún apoyo del gobierno.

"En la práctica son los y las activistas locales quienes cubren el vacío que deja la inacción del gobierno en cuanto a la violencia contra las mujeres", ha dicho Purna Sen. "El gobierno debe trabajar en colaboración con los y las activistas en favor de la mujer y no esperar que sean estas personas quienes lo sustituyan con sus servicios."



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