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La insignia
6 de septiembre del 2006


Brasil

Es hora de despertar


Amnistía Internacional, septiembre del 2006.



En un vídeo hecho público hoy, Amnistía Internacional llama la atención de los candidatos y candidatas a la presidencia y al gobierno del país sobre el sufrimiento y los temores de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

El vídeo, que se ha enviado a los candidatos y candidatas presidenciales, incluye imágenes y testimonios sobre las condiciones de vida y las operaciones policiales en las zonas más pobres de Brasil. Incluye además un llamamiento de la secretaria general de Amnistía Internacional, Irene Khan, a los candidatos y candidatas para que busquen soluciones a la crisis de seguridad que atraviesa el país. En particular, Irene Khan les insta a poner en práctica políticas de seguridad pública basadas en los derechos humanos, a promover un código de conducta para las fuerzas de seguridad pública y a endurecer las medidas que regulan la circulación de armas pequeñas.

"La crisis de seguridad pública en Brasil es el problema más acuciante del país. Comunidades brasileñas pobres y ricas transmiten un mensaje alto y claro: garantizar la seguridad pública de manera efectiva es la única forma de generar auténtica seguridad para las personas y permitir que todas vivan en Brasil liberadas del temor y de la miseria" afirma Irene Khan.

"Esto es una llamada a los candidatos y candidatas presidenciales y gubernamentales de todo Brasil para que despierten. La postura discriminatoria que históricamente han mantenido un gobierno tras otro hacia las comunidades más desfavorecidas ha criminalizado la pobreza y en la actualidad pone en peligro cientos de miles de vidas. Ya es hora de preguntarse por qué las cosas han ido mal durante tanto tiempo."

Según el Ministerio de Salud brasileño, en 2004 murieron 36.000 personas por armas de fuego en todo Brasil. La mayoría vivía en zonas pobres con reducida presencia policial.

"La pobreza, la violencia y la proliferación de armas pequeñas son una realidad cotidiana para millones de brasileños y brasileñas, generan y mantienen un entorno propicio para la proliferación de abusos contra los derechos humanos."

Amnistía Internacional ha documentado durante décadas la manera en que gobiernos consecutivos de Brasil recurrían a las fuerzas de seguridad pública para hacer frente a los síntomas del abandono estatal. Semejante política ha tenido como consecuencia que las comunidades pobres de todo el país continúen sumiéndose en la violencia y que los agentes de policía acaben siendo tanto víctimas como autores de actos violentos.

"La violencia y la exclusión social son dos caras de la misma moneda. La política de contención de la violencia en las favelas (barrios pobres) de Brasil no sólo está dando lugar a la comisión de abusos contra los derechos humanos, sino que claramente no funciona. La verdadera seguridad no se puede alcanzar defendiendo los derechos de unos a expensas de los de otros" asegura Irene Khan.

El fracaso institucional de Brasil afecta a la totalidad del sistema de justicia penal. La masificación y la escasez de recursos que padece el sistema penitenciario están reforzando la cultura de bandas con su política de exigir a los reclusos a su entrada que elijan entre las distintas bandas. La corrupción en el seno de la policía y la clase política ha generado un clima de anarquía en el que ha prosperado la delincuencia organizada.



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